Capítulo#4: La curiosidad mató al gato

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No insistí en comprar esa casetera, él dijo eso muy serio, casi que me sentí intimidada por su mirada, sabía que ni aun que pataleara y gritara me iba a vender eso, así que solo decidí no perder mi tiempo, que ya de paso tenía poco porque necesitaba llegar temprano a casa y por ahora continuar buscando, aunque sinceramente me quede muy decepcionada.

— Son en total 50.85 dólares.

— aquí…— saca la cartera de su bolso donde ella tenía todo el dinero recaudado— aquí tienes, gracias.

— De nada.

Apenas recibí en mis manos la bolsa, me sentí muy feliz, sentí esa felicidad brotar desde el fondo de mi corazón, ya podía verme a mí misma ahí sentada en el sillón de la sala de la casa este sábado, el día que mi mamá se queda en la casa de su amiga toda la noche y vira un poco tarde al día siguiente, sentada comiendo palomitas mientras disfruto de Frankenstein. Hoy es viernes así que el sábado está muy cerca, estaba muy emocionada.

Caminaba contenta por los pasillos para regresar, estaba súper complacida, casi saltando en ese momento y me prometí que algún día regresaría para comprar más objetos aquí, en la tienda de antigüedades .Sentí en el momento en el que estaba al llegar a la puerta ese sentimiento otra vez, el que había descrito antes como lo más parecido a esas voces en las cabezas, recordé ese casete que había visto, era un casete tan raro, no recuerdo haber visto nada escrito en el ¿Que sería lo que guardaría en sí?¿Por qué no está a la venta? ¿Por qué no tiene nada escrito como todos los otros? Era un misterio de esos que atrae a todos los curiosos.

Existe un dicho que dice así “La curiosidad mato al gato” y eso fue lo que me paso a mí, llegó a tanto que mis pies se empezaron a mover solos y antes de poder darme cuanta ya estaba donde se encontraban las video caseteras, intente escabullirme de entre los estantes para evitar ser encontrada, admito que no fue fácil, la tienda estaba vacía se veía todo lo que pasaba y yo era la única presente.
Esto me recordó un poco cuando mis padres peleaban, yo solía escabullirme para ir a casa de mis vecinos donde si me tapaba los oídos no se escuchaban los gritos que ellos emitían el uno al otro. El cuarto de arriba de la casa de Victoria, una vecina que fue como una madre para mí, ese lugar era mi guarida secreta, a veces hasta mi lugar feliz.

Con suerte encontré lo que buscaba saque el casete y lo guarde con disimulo en mi bolso y regrese con la misma sutileza con la que había ingresado a esa sección, así que lentamente me dirigí a la puerta de salida de la tienda, estaba tan cerca cuando de repente sentí un fuerte escalofrió en mi espalda que me hizo erizar la piel al momento, me puso los pelos de punta.

Tenía el sentimiento de tener una mirada arriba, ese que sientes cuando alguien te esta mirado fijamente, desde un punto oculto para tu vista de ese instante. Fue tanta la presión que me di la vuelta para mirar hacia atrás y ver que me causaba todo eso, resulta ser que no se veía nada, la tienda se encontraba justo como cuando ingresé en ella: desolada.

Ya tenía lo que quería en mi posesión y estaba fuera del establecimiento, ahora si caminaba sin preocupaciones en mi cabeza, pero si con dudas, muchas dudas acerca de esa tienda. Camine alejándome del lugar lo más rápido que pude, a pesar de no tener preocupaciones aun me quedaba dentro algún tipo de miedo de que ese hombre saliera de la tienda preguntando por mí y gritando que le había robado. Apenas salí espere un rato hasta que el taxi que ya había pedido pasara por mí. Mientras llegaba me quede parada en una esquina esperando.

Saque mi teléfono de la cartera para ver la hora extrañamente eran las 3:45 pm. Recuerdo haber llegado a las 3:15 eso significa que solo paso media hora cuando pude sentir que estuve una eternidad ahí adentro, es como si en ese lugar el tiempo corriera más lento de lo normal.

—Elena eres tú?!

Lo que ella siempre quiso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora