Prólogo:

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Hace 17 años:
A ti en aquel entonces...






El centro de Protección y Seguridad se caracteriza por controlar las habilidades de las personas Dotadas para que no puedan abusar de aquel regalo que el cielo les ha dado, también tienen el programa de Desarrollo para que aquellos que apenas presentan sus dones sean entregados al gobierno con el propósito de cuidarlos. Kozume Kenma no tuvo la suerte de ser entregado por sus padres, de hecho, ni siquiera sabe si realmente tuvo algunos. El personal de Protección y Seguridad lo encontraron cuando provocó un pequeño incidente tratando de robar comida en un supermercado de Tokyo.

Aparentemente tenía el don de la Telequinesis.

Kenma no tenía idea del concepto del don o menos que podía hacer con la Telequinesis, a la edad de 7 años su cerebro apenas entendía lo básico para comunicarse. Los hombres que lo encontraron lo llevaron al programa de Desarrollo prometiéndole que podría comer y divertirse mucho con más niños de su edad, ante la tentadora idea de poder comer Kenma se fue pensando que tenia opción a negarse.

Kenma se dio cuenta a los dos días de llegar que probablemente la comida no era tan valiosa, ese momento tan pequeño de llenar su estómago no valía todo lo que le hicieron pasar a tan solo 48 horas. Ni siquiera había tenido tiempo de conocer más niños, los hombres rápidamente lo habían llevado a una pequeña habitación.

Y conoció a un hombre. Kozume Nobaki.

Nobaki se presentó a sí mismo como su futura figura paterna. Él era como un padre para todos los niños que vivían ahí, y le dijo que esperaba ser lo mismo para él.

“Escuché que no tienes familia” dijo Nobaki agachándose, una mano se posa sobre su cabello cuando Kenma asiente en silencio “No te preocupes, yo puedo ser tu padre de ahora en adelante”

Esas palabras se sintieron tan cálidas en ese momento que no pudo evitar las lágrimas que se escaparon. Nobaki solo se río amablemente antes de dejarlo solo en esa habitación, él prometió que estaría visitándolo para sus avances.

Tan pronto como el hombre se fue, llegaron otros vestidos de blanco también y lo llevaron a sentarse en una silla. El único ruido era su propia respiración y el roce de las ropas de los hombres moviéndose rápidamente, su brazo fue estirado por uno de ellos y sin aviso lo pincharon con una aguja, Kenma en ese entonces se había asustado y gritado por el dolor, sin embargo, los hombres no les importó y solo anotaban cosas en sus papeles. Al concentrarse en la sangre qué continuaban sacando tarde se dio cuenta que mechones de cabello estaban cayendo a su alrededor, su propio cabello.

“O-oigan, ¿qué hacen? Me duele” cree haber dicho, pero nadie parece escucharlo.

En algún punto le dejan de sacar sangre y su cabello largo ya no está, cuando cree que todo ha acabado siente algo frío y pesado sobre su cabeza, cuando pregunta qué es vuelve a ser ignorado.

Y no necesita saber que es para saber que no le gusta, duele, duele muchísimo. Kenma pierde el conocimiento esa vez.

La próxima vez que vuelve abrir los ojos está en la habitación en la que había dormido el primer día, al notarlo piensa que probablemente tuvo una pesadilla. Sin embargo, su brazo duele y eso es el ancla a la realidad que tiene frente a él. 

No quiere levantarse. Se siente cansado, su cuerpo se siente extraño y el apetito ha desaparecido, quizás si no hace mucho ruido no lo busquen para quitarle más sangre.

¿Eran vampiros? Probablemente por eso estaban ocultándose de la luz piensa mirando la esquina de su habitación.

Poco le dura su silencio y teorías cuando tocan su puerta, ahora es una mujer quien se encuentra con su mirada. La mujer es imponente, lleva el cabello rojo y sus fríos ojos azules lo observan con detenimiento, también va vestida al igual que Padre, pero a diferencia de los demás  ella no pide permiso al entrar como lo hicieron antes, ella no dice una palabra mientras cierra la puerta a sus espaldas.

“Hola, Kenma” saluda la mujer “Soy Ethel. Tu padre me dejó a cargo de tu entrenamiento para que puedas integrarte correctamente con los demás niños”

Kenma se queda en silencio.

“Primero quisiera comenzar diciéndote tu nombre, a partir de ahora tú eres Kozume Kenma”  Ethel lo mira analizándolo “Y tú apodo designado es ‘Amethyst”

“¿Por qué…?”

“Por favor, no hables hasta que sepas como presentarte a los demás” interrumpe Ethel ahora acercándose “Tendremos reuniones de al menos cinco horas juntos para que entiendas lo básico de comportamiento humano” la mujer es muy despectiva, a Kenma no le gusta “Escuché que robabas a gente que se gana la vida humildemente, soy una persona que detesta la injusticia de como tú”

Kenma solamente la observa, sabe que robar no era bueno. Generalmente cuando lo hacía la recepción de las personas a las que le robaba era agresiva y a veces intentaban golpearlo, pero él realmente tenía hambre.

“Así que te haré un humano decente, aunque no seas más que un monstruo” finaliza ella antes de girarse y marcar cada paso con sus grandes tacones. Muy ruidosos.

[…]

Kenma pierde la noción sobre el tiempo que pasa entre la habitación blanca y la suya, ambos espacios son reducidos y le asfixian. En una hay demasiadas personas y siempre lo obligan a esforzar su mente, en el otro le instruyen a cómo debe comportarse y le recuerdan lo horrible y asqueroso que es. Nobaki, su padre, cumplió su palabra y lo visitaba casi al final del día para preguntarle cómo se sentía.

“Ellos me lastiman, no me gusta estar aquí” admite la primera vez inocentemente.

“Verás Kenma” su padre está sentado junto a él en la reducida cama “Te duele porque eres débil aún, necesitamos que vuelvas a usar ese don que el cielo te dió tal como lo hiciste en esa tienda, ¿lo recuerdas?”

“Algo así” realmente no recordaba mucho, solo las caras asustadas de los dueños.

“Cuando seas más resistente, todas esas pruebas dejarán de doler y podrás convertirte en un gran agente de protección” dice Nobaki colocando su mano en la espala del niño “Mientras tanto, ¿Podrías ser un buen niño y soportar esas pruebas? Me sentiré muy feliz y orgulloso cuando seas lo que esperamos”

Kenma recuerda haber prometido que pondría lo mejor de él después de hablar con su padre, pero las cosas no eran tan sencillas porque a veces incluso terminaba sangrando por la nariz y otras no podía evitar quedarse despierto toda la noche en alerta como una gacela.

Fue uno de esos duros días en donde su pelo ya estaba creciendo cuando finalmente lo llevaron a conocer a los demás niños, sin embargo, ninguna emoción lo lleno. Recuerda que eso había sido algo que le hubiese llegado hacer al llegar, pero ese sentimiento se sentía tan lejano ahora.

Sigue a la señora Ethel hasta llegar al centro del extenso patio del lugar. Es curioso como incluso en el exterior ni siquiera se llenó de alivio al tocar el pasto con sus pies descalzos, todo a su alrededor se sentía tan impropio. La señora Ethel lo presenta como el nuevo niño ingresado, el prometedor agente de protección.

Kenma saluda educadamente tal como Ethel le enseñó, todo pasando en automático.

Después de romper filas todos vuelven a hablar, algunos jugando y corriendo, y en ese momento Kenma se sintió fuera de lugar. Prefería estar encerrado en su habitación escondido, pero sabía que tenía al menos que estar tres horas ahí afuera hasta que volviese para descansar. Mirando a los lados logra divisar un árbol, arrastrando sus pies va allí tratando de no hacerse notar.

Al llegar se deja caer apoyándose en el tronco del árbol, el ruido ahora era más lejano. Podría dormir al menos un poco, pensó, lleva días sin dormir por el terror que le da saber que la mañana vendrá. Sin embargo cuando cree que va quedarse dormido algo cae a su lado, el ruido sordo de las hojas revoloteando lo asusta y lo hace enderezarse.

“¡Ow!”

Y no era un algo entre las hojas levantándose, era alguien. Kenma parpadea observando el contraste colorido contra el grisáceo en el fondo, el niño tiene hojas enredadas por todo ese cabello llamativo naranja. Y pese estarse acariciando el trasero por la caída al notarlo le sonríe brillantemente.

“¡Oh! ¡Hey!”

Y es ahí donde lo conoce, Hinata Shouyo.




-ˋˏ✄┈┈┈┈

Me ganó la emoción y escribí el prólogo 😭

FRAGMENTADO || KENHINA ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora