Primer vistazo.

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Había pasado todo un año desde mi cumpleaños, desde el incidente, como odio a Blitzo. Por su culpa estuve internado seis meses en el hospital sin poder hacer nada por mi cuenta ya que mis brazos y mis piernas quedaron inservibles, ¡y como dolió! A demás de perder mis extremidades mis cuernos se pulverizaron y perdí la audición, aparte de que me lastimé las cuerdas vocales, así que tuve que aprender a hablar lenguaje de señas. Lo que más me lastimó fue que él fuera el culpable y ni siquiera se molestara en enviar una tarjeta o disculparse, ¡y como lo apreciaba!, por eso lo odio tanto, por hacerme sufrir a pesar de quererlo tanto.

Lo único que me salvó de toda esta tragedia es que Mammon reconociera mi talento y me contratara justo antes del desastre, así él se ocupó de mis tratamientos, me dio unos aparatos para volver a escuchar y justo hoy, hoy es el día que nos entregan las prótesis. Al parecer Mammon había hecho un trato con Asmodeo, el pecado de la lujuria, ya que él es un gran inventor y empresario (cualidades con las que no cuenta Mammon) de modo que me crearon brazos y piernas nuevas.

Por la ventana de la limosina veo las calles del Anillo de la Lujuria, son mucho más coloridas que en el de la Ira o el de la Pereza, e incluso el de Codicia, aunque claro, todo lo colorido siempre se refiere a algo sex*ual. Está lloviendo, así que no hay mucha gente por las calles, enfoco mi vista y veo mi reflejo, mi rostro casi en su totalidad blanco por las quemaduras es un recuerdo de dolor, me aseguré de cubrirme bien antes de salir poniéndome un gorro azul para tapar los trozos de cuernos que me quedaban. Mammon estaba sentado frente a mí con montones bien ordenados de billetes y monedas y se molestaba cada vez que el conductor frenaba muy brusco o aceleraba muy rápido. Entonces se dio cuenta de que lo miraba, me sonrió.

–Pronto tendrás lo que te falta y comenzaremos con el show, tienes talento, hijo. Talento para darme dinero, jajaja.

Yo solo sonreí. Siempre hacía estas bromas, no me molestaba, después de todo, gracias a él es que podría cumplir mi sueño de ser el mejor bufón del infierno.

Pronto el auto se detuvo, Mammon salió primero no sin antes guardar todo el dinero en la caja fuerte que se encontraba bajo la silla de la limosina. Cuando salió, el conductor le entregó una sombrilla y me ayudó a subir a mi silla de ruedas, Mammon le indicó que se fuera y me condujo hacia un edificio muy alto y de colores azul, rosa y morado principalmente. La puerta en forma de corazón se abrió sin siquiera tocarla, por dentro encontré todo muy lujurioso (por hallar una palabra adecuada), ví estatuas y cuadros de escenas muy explícitas, ¿pero qué podía hacer?, después de todo, se trataba del pecado de la lujuria, incluso había música muy provocativa y las luces eran tenues. Entramos a un elevador que nos llevó unos pisos arriba, Mammon me condujo unos metros más y me detuvo en una sala de espera vacía.

–Quédate aquí. –Me dijo mientras caminaba hacia una puerta que parecía una oficina.

Lo consideré una burla, pues ¿cómo demonios me podría ir? Quizás usando mi cola, pero de ahí en fuera no podría. Mammon entró a la oficina sin siquiera llamar a la puerta, lo cual por supuesto molestó a quien fuera que se encontraba ahí adentro.

–¡¿Qué no sabes tocar?! –Dijo una voz al otro lado de la puerta.

–Yo también te extrañé hermanito, ¿ya tienes...?

Las puertas se cerraron y la plática se apaciguó hasta que se hizo silencio. Comencé a pensar que no conocía al pecado de la Lujuria, ¿cómo sería?, ¿tan lujurioso como decían?, ¿a caso me tocaría o algo? Luego pensé en la voz que había salido, se escuchó muy sexy y seductora incluso si estaba enojado. No tuve mucho tiempo para pensar cuando de nuevo se abrieron las puertas de la oficina y salió Mammon y detrás de él, Asmodeo, supe quién era al instante porque lo había visto en revistas, comerciales de televisión y redes sociales donde promocionaba sus juguetes sex*uales y su restaurante "Ozzie's". Asmodeo se acercó a mí, me impactó lo alto que era, se puso unos lentes y se inclinó para examinarme detenidamente, tomó mi rostro con una mano y me sacudió un poco, me sentía como una muñeca de trapo sin extremidades.

El pecado del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora