Bajo el manto gris de un cielo indiferente, camina un Namjoon solo, su alma descontenta. Marcado por el dedo cruel de la ignorancia, carga su ser distinto con pesada fragancia.
Sus ojos, dos faros en la bruma espesa, buscan un refugio, una naturaleza. Pero cada paso es un recordatorio, de que su existencia es un solitario purgatorio.
La risa y el amor, para él, eran leyendas; en su mundo no hay sitio para tales ofrendas. Solo el frío abrazo de la soledad eterna, y el susurro del viento que a su dolor gobierna.
En su pecho, un corazón que ya no late fuerte, cansado de luchar, se prepara para la muerte. La esperanza se desvanece como humo al viento, y en su mirada se refleja el puro desaliento.
Nadie ve las lágrimas que riegan su mejilla; en la sociedad es solo una sombra que brilla. Un alma que se apaga en la indiferencia, Namjoon, un chico solitario, víctima de la diferencia.
Pero en su cielo, sin estrellas, una luz se comenzó a asomar. La llegada de ella, la más bella, prometía su oscuridad transformar.
En un parque de verdes suspiros, donde la vida se despliega y canta, Namjoon, con sus miedos y retiros, ve cómo su gris horizonte se quebranta.
Ella, de aura clara y paso danzante, con su fiel compañero de cuatro patas, irrumpe en su escena, estrella brillante, con su sonrisa, las penas desatas.
Cada día, al cruzar los mismos senderos, sus almas se rozan en silente diálogo. Namjoon, cautivado por sus ojos sinceros, ella, curiosa del joven enigmático.
La mascota, con su juego y alegría, teje un puente entre dos mundos distantes, y en cada paseo, una nueva melodía, nace en el aire, dulce y vibrante.
Así, Namjoon que en sombras se envolvía, descubre en ella un sol de mediodía, y en el parque, donde todo florece, aprende que el amor, incluso a él, pertenece.
En la distancia, un susurro de viento que lleva consigo secretos y anhelos, Namjoon, con su corazón atento, desea descifrar sus misterios bellos.
Cada encuentro, un capítulo sin fin, de una novela escrita en la mirada, él, sediento de un destino afín, se sumerge en su aura encantada.
Ella, con cada gesto y cada paso, pinta en su mente un universo nuevo, y Namjoon, en el laberinto de su ocaso, busca la llave para entrar en su juego.
Con cada risa que el aire transporta, con cada mirada que el sol refleja, su amor crece como flor que brota en el jardín de una promesa vieja.
Pero él pronto se cansa del anonimato, por la belleza de la chica y su encanto innato. Ella pasea a su perro, despreocupada, en el parque donde la naturaleza está abrazada.
Namjoon se acerca con paso decidido, dejando atrás el miedo que ha vencido. Comenta en su mente la gracia del canino, y ella responde con una mirada que marca su destino.
Con una sonrisa, ella dice su nombre: "Haeun", y para Namjoon, es como un amanecer en junio. El sonido de su nombre, tan dulce y claro, es la melodía más hermosa que ha escuchado.
La conversación fluye como un río tranquilo, entre risas y miradas, un vínculo sencillo. El perro ladra feliz, testigo de este encuentro, donde dos corazones se hallan en el centro.
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SOMBRAS DE DEVOCIÓN || Kim Namjoon ~ Poema
Fiksi Penggemar"En la quietud de su existencia solitaria, Namjoon alberga un amor insondable, una obsesión velada que lo impulsa hacia la única luz en su oscuridad; una chica cuyo destino se entrelaza con el suyo en un baile silencioso y sombrío, donde el deseo de...