Único

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Al igual que todas las mañanas, desde que descubrió el secreto de su esposa, Colin Bridgerton se despertó en el sillón de la sala. El dolor de su cuerpo, incómodo por dormir allí tanto tiempo era molesto, pero aun así no podía distraerlo, de un dolor mucho más agudo, el de su corazón.
Nunca pensó que su matrimonio se resquebrajaría en tan poco tiempo. Aun con las súplicas silenciosas en los ojos de su esposa, seguía firme en su decisión, dormiría en la sala, esperando que la confusión en su mente cesará.

Pero ese día, resultaba extraño. Su esposa parecía haber despertado temprano, ya que las puertas de la habitación estaban abiertas. No percibió nada desde la sala de desayuno, con excepción de los murmullos del personal trabajando.
Con fingida tranquilidad, caminó por todo su hogar, inspeccionando cada rincón, en búsqueda de una cabellera rojiza.
La tensión en su cuello creció a medida que los cuartos terminaban, y una vez finalizado su camino, solo le quedaba regresar a desayunar.

-Gracias. ¿La señora Bridgerton salió?- preguntó mientras observaba con pesar los alimentos. Un vacío había reemplazado su apetito, pero aun así se obligó a comer.

-Sí señor, temprano en la mañana, apenas pudimos preparar una taza de té para ella, discúlpenos- afirmó apenada la criada

-¿Dijo a dónde se dirigía?- consultó con fingida tranquilidad

-No señor, tomó unos papeles y partió en el carruaje, dijo que eran labores urgentes-

La presión en su pecho comenzó a crecer, la falta de información empezaba a desesperarlo. Con las amenazas de Cressida Cowper y la propia situación entre ellos, su inseguridad comenzó a carcomerlo. ¿Y si Pen había decidido pagarle a la mujer? ¿Sin hablar con él? Se suponía que buscarían otra solución. ¿Y si hubiera sucedido algo?, ¿Pen estaría en peligro?

-Seguramente fue a casa de su madre, muchas gracias, puedes retirarte- concluyó mientras trataba de convencerse a sí mismo.

Pasado el mediodía, el silencio en la casa comenzó a atormentarlo de sobremanera, por lo que optó por dirigirse a casa de su madre, y fugazmente, revisar la entrada de la casa Featherington.
En la casa, Lady Danbury platicaba con su madre, mientras él intentaba distraerse con las ocurrencias de sus hermanos menores. Un sirviente irrumpió en la sala tiempo después.

-Señora, misiva para usted y el señor Bridgerton-

-¿Esperábamos noticias de alguien?- preguntó Violet, Colin negó confundido.

Extrañados, revisaron el remitente y su corazón comenzó a latir nervioso. Penélope...¿Featherington?

"Querido señor Bridgerton:

He decidido hacer lo correcto, no deseo arrastrar a su familia, ni a usted, a mis inconvenientes. Entregaré una carta a su madre explicando todo, no se preocupe. Espero, un día pueda perdonarme, jamás deseé hacerlo infeliz, lo amé desde el día que nos conocimos, y esa es la pura verdad. Lo siento.
Dejaré expreso mi consentimiento ante una anulación de matrimonio, por si lo requiere.
Por último, quiero decirle que nunca mentí sobre su talento, sus diarios son cautivantes, atrapan al lector desde la primera oración, será un gran escritor, lo digo sinceramente.
Sr. Bridgerton, cualquiera será afortunada de recibir su amor, es una persona dulce, amable y dedicada, guardaré los bellos momentos en mi memoria, cuál preciosos tesoros, por el resto de mi vida.
Nuevamente, lo siento y lamento no poder decir esto en persona, no tengo el valor.

Adiós.

Cordialmente, Penélope Featherington."

¿Lo había abandonado? Ella... ¿Hacer lo correcto? ¿Qué significaba eso?, sus ojos se cristalizaron, estaba utilizando su apellido de soltera, le dio consentimiento para anular su matrimonio y había desaparecido. Miró a su madre que observaba a su hijo con igual consternación.
Era una despedida, para todos.

Desde siempre y para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora