Estoy nadando en el mar de la soledad, donde aunque me ahogé, tristemente no he muerto.
No estoy echa de poesía, tienes toda la razón... porque si fuese una poesía te ubieses atrevido a leer cada párrafo de mi.
Mi mente está llena de un montó de delirios, delirios tontos e incoherentes, no llego a una conclusión de el porque ni el como de mi tormento.
Te estas encariñando a juzgarme, y yo me estoy encariñando a destruirme, para ver si algún día llego a acabar con eso con lo que tanto me has lastimado.
Estoy echa de palabras, de sueños, incluso de virtudes; pero lamentablemente pocos son los ojos que logran notarlo, y pocos los oídos que logran escucharlo.
Y puede que para otros tú no tengas nada especial, pero para mí tú posees ese algo que en nadie he podido encontrar.
No pretendo encontrar lástima de nadie, estoy esperando la ocasión en la cual a alguien... no sé exactamente a quién... le nazca darme todo de sí, porque a pesar de no ser ni un poco perfecto, aún creo merecer un poco de esfuerzo de algún ser.