Capítulo 1: Sus ojos

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Notas del autor:

antes de que lean, aquí van algunos tags: side carlando, strollonso (mencionado), breeding kink (en capítulos futuros), y un poco de feminización.

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—No puedes hacer eso— Daniel unió las cejas. Aún no se acostumbraba a las antigüedades de Max, a pesar de haberlo conocido por más de siete años— Y antes de que preguntes: ¿Por qué? Te lo diré. Nadie te va a tomar en serio, y en esta época, puede que hasta te ataquen.

—No me interesa, porque ya lo hice. Estoy ofreciendo empleo y estoy dispuesto a pagar. ¿Cuál es el problema?

Daniel movió la cuchara, para que el azúcar y café asentado en la parte posterior se mezclara con el agua. No había bebido café, y lo necesitaba con urgencia si iba a tener esa conversación con Max.

—Bueno, en primer lugar, deberías de buscar una profesional para que se encargue de tus hijos mientras tú no puedas. Algo así como una niñera a tiempo completo.

Max bebió del té. No le gustaba el café, el sabor amargo no era bienvenido. Había ocupado una taza que parecía ser un gato. Debía de ser de Liam, porque él compartía sus gustos por los felinos. La niña amaba a los animales, en especial a los gatos. No había tazas limpias, y aunque estaba sucio, parecía haber cierto orden.

—No quiero tener demasiadas personas aquí. Quiero una mujer capaz de cuidar niños y mantener el orden, que esté siempre disponible, que viva aquí conmigo. ¿Qué tiene de malo el buscar una mujer que entre en la categoría de esposa tradicional? Le voy a pagar.

Daniel se acarició la barba que apenas le iba creciendo. Convivir con Max era igual que lidiar con un felino salvaje, nunca sabías cuándo ibas a terminar con rasguños o con lamidas cariñosas. Daniel lo consideraba un amigo cercano porque habían convivido desde el inicio de la carrera de Max. Lo había acompañado ya que sus vidas se habían unido en varios puntos.

—Así que, ¿te vas a casar con una desconocida para que ella pueda suplir el papel de madre?

—Por supuesto que no. Solo le pagaré para que haga todo lo necesario. Para mi, puede ser una señora de cuarenta años, mientras lleve a cabo su trabajo.

Daniel respiró aliviado. Por un momento creyó que su amigo había perdido la cabeza. Pudo expresarlo mejor, pero era Max de quién hablaba.

—¿Qué ha pasado con las niñeras?— Daniel dejó la taza de café vacía.

—Salieron huyendo. Dicen que Yuki es un pequeño demonio, pero, él solo tiene ocho meses, ¿qué puede causar un bebé de ocho meses? Lo creería de Kimi, o de Liam.

Daniel no lo dudaba. Días atrás, cuando Max apareció en su departamento, desaliñado y hecho un desastre, Daniel cargó a Yuki, y al querer ver sus dientes, Yuki lo mordió. Su dedo todavía dolía. Y, no era todo. Yuki parecía saber que lo había mordido y estaba satisfecho.

—Buena suerte encontrando a la indicada— Daniel le apretó el hombro, siendo genuino con su deseo.

Las ojeras bajo los ojos azules confirmaban que para Max no había sido fácil sobrellevar la situación con sus hijos después del abandono de su esposa. Sin tomar en cuenta los días difíciles con la prensa, que buscaban una noticia con preguntas que invadían la privacidad. Pero, Daniel sabía que su amigo saldría victorioso de esta situación, como siempre lo hacía el muy bastardo.

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—Kimi, estás a cargo. Tomaré la llamada, no tardaré. Pueden ordenar lo que quieran— Max dió instrucciones mientras el teléfono en su mano seguía vibrando. Kimi aceptó a su pequeño hermano.

A Traditional WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora