Sinopsis

102 9 2
                                    


-¿Por qué te comportas así? -me preguntó mirándome a través de la red.
-¿Así, cómo?
-Borde. Agresiva. Posesiva...
-Lo he pillado -le corté-. Tú tampoco es que seas la alegría de la huerta -dije mirándole a través de las gafas de sol graduadas que le había arrebatado. No veía una mierda.
-No, no lo soy -rió-, ¿por eso me buscas tanto?
-¿Que te busco? Es mejor mirar cómo babeas cuando paso delante tuya.
-¿Que yo babeo? Más quisieras bonita.
-Verás.
Pasé delante suya imitando un pase de modelos y me senté justo a su lado. Le devolví sus gafas al cabo de unos segundos mirándonos y se las coloqué en la punta de la nariz. Cogí su nuca e hice que su cabeza se girarse hacia mí.
-Voy a apagar la luz -le dije después de juguetear con su cara.
-¿Qué dices?
-Lo que dijo es que como el viejo Wolley nos pille me quedo sin registro vip.
-Tampoco te perderías mucho. Esto es una mierda -dijo mirando su alrededor.
-Aún no has visto lo mejor -cogí su mano y lo arrastré hacia unas escaleras que habían al final de la pista. Le tapé los ojos y le obligué a no mirar-. ¿Ves algo? -dije empezando a subir escalones. Cada vez me era más pesado aguantar el frío de aquella noche y tiritaba.
-Veo unas manos sudorosas. ¿Estás nerviosilla pequeña? -preguntó parándose dos escalones antes de llegar a la terraza de aquel viejo polideportivo abandonado.
-No. Cállate -le contesté aún temblando.
-¡Osea que es eso! -dijo girándose hacia mí y deshacerse de mi mano-. Tienes miedo a las alturas, ¿eh, Alli?
-Prefiero Melanie. Y no. Cállate ya y sube culo gordo.
-Más te gustaría a ti tocarme el culo pillina -noté que sonreía aunque no pudiera ver su expresión.
Cuando llegamos arriba vimos el claro del lago junto al bosque.
-Es mi lugar preferido. Aquí me refugiaba.
-¿De qué? -se abalanzó sobre mi y me cogió como si fuera una pluma. Se acercaba peligrosamente a la barandilla y amenazaba con soltarme si no le abrazaba.
-¡¡Déjame!! ¡¡No!! ¡¡No tiene ninguna gracia!! ¡¡Suéltame!! -gritaba mientras me hacía cosquillas.
Cuando por fin me soltó, recogió un mechón rebelde de mi trenza y apoyó su mano en mi nuca.
-¿Por qué te refugiabas aquí? ¿De qué tienes miedo, Melanie?
Dudé si contestar. ¿Podía contárselo todo? Le conozco de pocas horas. No debería...
-De todo -me dediqué a confesar.
Él se lanzó sobre mí un poco tembloroso y me besó. Fue un momento dulce. Fue uno de los mejores besos de mi vida; si es que ha habido otro mejor.
Tenía los labios suaves y carnosos. Su aliento sabía a menta. Olía a una mezcla de colonias propias de un niño pijo; pero él era todo lo contrario.
-Para -dije cortando el beso, consciente de las consecuencias que traería aquello.
-¿Y si no quiero? -contestó a milímetros de mi cara.
-Aléjate de mí. No te conviene estar conmigo. Créeme.
-No importa lo que conviene o no. Ni lo que vendrá después. Lo que quiero es estar contigo y no pensar en nada más. ¿Por qué te comportas como si fueras un demonio y no pudiera tocarte?
No le contesté. Salí corriendo escaleras abajo huyendo de él. ¿Realmente estaba huyendo? Lo único que sabía era que deseaba llegar a casa y llamar a mi padre. Necesitaba desahogarme con la única persona en la que podía confiar.
-¡No pararé hasta conseguirte, Melanie! -oí que gritó aún en la terraza.
Pero sabía que no iba a ser así. Tarde o temprano tendría que alejarse. O sino ya me encargaría yo de que fuera así, aunque supiera que lo único que quiero es todo lo contrario a separarme de él. Pero no consistía en lo que yo quería.¿Cómo he podido ser tan tonta?

MelanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora