NICKLAS
Desde el momento en que dejamos atrás el campus, mi mente no podía apartarse de lo que acababa de suceder con Anders. Cada vez que pensaba en su actitud y en la forma en que había tratado a Anna, sentía una oleada de ira recorriendo mi cuerpo. ¿Cómo podía alguien ser tan despreciable y tratar así a una persona que una vez dijo querer? Mis puños todavía estaban apretados y sentía los nudillos adoloridos, pero el dolor físico no era nada comparado con la rabia que me consumía.
Anders no se merecía el derecho de estar cerca de Anna, y la idea de que pudiera volver a molestarla me daba ganas de regresar y darle una auténtica paliza para asegurarme de que captaba el mensaje. Solo pensar en la posibilidad de que pudiera hacerle daño otra vez, o a cualquier otra mujer, hacía que viera rojo.
Le había dicho a Anna que sabía que la violencia no era la solución, y aunque realmente lo pensaba, en este escenario no lo compartía. Quizás tipos como Anders solo entendían eso, violencia.
Mientras caminábamos hacia mi casa, noté cómo Anna trataba de mantenerse fuerte. A pesar de lo que acababa de suceder, ella seguía adelante, sin dejar que momentos como ese la derribasen, lo que me hizo pensar si no era la primera vez que algo parecido ocurría. Su valentía, aunque a veces disfrazada de indiferencia, era evidente en la forma en que enfrentaba sus miedos.
Al abrir la puerta del apartamento, todos mis pensamientos oscuros y la ira comenzaron a desvanecerse cuando Ruby corrió hacia nosotros, su cola moviéndose tan rápido que costaba verla. Sus ladridos de bienvenida llenaron el aire y saltó sobre Anna con tanta emoción que ambas cayeron al sofá en una maraña de risas y ladridos felices.
—¡Ruby! —exclamé, aunque no podía evitar sonreír.
Ver a Anna riendo, tumbada en el sofá con Ruby lamiéndole la cara, era exactamente lo que necesitaba para olvidar la tensión del encuentro con Anders. Y sospechaba que mi ángel pensaba lo mismo.
Anna se reía a carcajadas, tratando de protegerse de la lengua insistente de Ruby. Me acerqué al sofá y agarré a Ruby del collar, haciendo un poco de fuerza para moverla y que se apartase de encima de Anna.
—Parece que alguien se alegra mucho de verte —comenté observándola. Su risa había transformado su rostro, y por un momento, me olvidé de lo que había ocurrido en el campus.
—Es mutuo, Ruby —respondió Anna, abrazando a la perra con cariño mientras acariciaba su pelaje.
Sí, estaba enfadado por lo que había pasado con Anders, y sí, quería proteger a Anna de le volviera a pasar algo similar. Tenía una hermana adolescente y me moriría si viera como alguien la trataba de esa forma. Claramente, fallecería en la cárcel. Pero también supe que momentos como este, de felicidad y risas, eran lo que realmente importaba al final del día. Quería ser el tipo de persona que pudiera darle más de estos momentos, que pudiera hacerla sentir segura y feliz.
Extendí una mano para ayudar a Anna a levantarse. Ruby, siempre ansiosa por recibir atención, saltaba y ladraba a nuestro alrededor, dificultando un poco la tarea. Aún así logramos poner a Anna de pie, ambos riendo por la insistencia de la perra.
—Gracias —dijo, sonriendo mientras se enderezaba y apartaba un mechón de cabello de su rostro.
Anna tenía el pelo liso y lo llevaba corto, apenas rozándole los hombros. No sabía por qué, pero me parecía que ese corte le quedaba impresionante. Tal vez por el bonito contraste que había entre sus ojos azules y su cabello castaño oscuro. O quizá por lo jodidamente suave que parecía.
—De nada —respondí, saliendo de mi ensimismamiento.
Nos quitamos los abrigos y las bufandas ligeramente húmedos de la nieve derretida. El frío se disipaba lentamente de nuestros cuerpos mientras nos despojábamos de las capas adicionales de ropa. Cuando Anna me tendió su abrigo, nuestras manos se rozaron y una chispa de electricidad recorrió mi cuerpo. Nuestros ojos se encontraron por un momento, y pude ver en los suyos que ella también lo había sentido, sin embargo apartó la mirada con rapidez, por lo que no podía estar del todo seguro.
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La Estrella del Norte
Lãng mạnDespués de salir de una relación tóxica, Anna opta por cambiar su mentalidad. Nada de chicos que la distraigan o que la hieran. En su cabeza, todo suena muy fácil: terminar la carrera con buenas notas, elegir una especialidad y encontrar una casa bo...