Capítulo 0: Semillas de acero.
"Cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres quienes mueren." - Jean-Paul Sartre.
Cuatro de agosto de mil ochocientos setenta, Wissembourg, una ciudad en la región de Alsacia, cerca de la frontera franco-alemana. Se estaba llevando a cabo una cruda e importante batalla, pues esta batalla marcaba el inicio verdadero de la guerra franco-prusiana, un conflicto bélico entre Francia y Prusia, un estado situado en Europa Central, principalmente en lo que hoy es Alemania, Polonia, Lituania, Letonia y Rusia.
Eran las nueve de la noche, la batalla se había prolongado desde antes del amanecer, gran parte de la acogedora ciudad francesa había quedado devastada por la trifulca, el paisaje era un auténtico horror. Cadáveres de mujeres y niños cerca de las casas semi destruidas, algunos aplastados violentamente por escombros de las mismas, hombres matándose unos a otros, de una manera tan salvaje que algunos ni siquiera utilizaban ya sus armas de fuego o de cuerpo a cuerpo; estaban tan asalvajados y corrompidos por esta batalla que incluso cogían trozos de viviendas destruidas o extremidades atrofiadas y desmembradas de sus camaradas para atacar a sus enemigos. Wissembourg se había convertido en el infierno en la tierra...
No obstante, a finales del conflicto, poco después de las diez y media, en un cuchitril de casa de madera podrida, pegada al punto álgido de la Colina Geisberg, lugar donde está transcurriendo toda la trifulca, escondida en uno de los recovecos más mal tratados de la casa, se encontraba una joven y delicada doncella, de no más de veinte años, con el cabello rubio brillante y unos ojos azules penetrantes, con rasgos alemanes, la cual estaba embarazada, y no solo eso, sino que estaba a punto de dar a luz, llevaba así varias horas, haciendo lo posible para poder dar a luz ella sola, en medio campo de batalla, durante toda la noche, la casa había estado recibiendo varios disparos, golpes críticos y explosiones, prácticamente el lugar donde se encontraba la muchacha era lo poco que quedaba estable de la vivienda.
Sus desgarradores gritos de dolor no eran escuchados por nadie, debido al incesante sonido de muerte constante que había afuera de la casa, ella se encontraba sola, desamparada. Uno de los soldados que se encontraba fuera de la casa, montado en un caballo negro y hermoso, ileso a pesar de toda la destrucción de la batalla, apuntó directamente a uno de los últimos soldados franceses que quedaban manteniendo la posición antes de la retirada de estos con una pequeña pistola color gris metálico, por un momento el incesante ruido cesó, incluso la joven mujer detuvo momentáneamente sus gritos ante el shock del silencio, un par de décimas de segundo después, el inconfundible sonido de un arma siendo disparada sonó, con más eco y poder que todo el ruido anterior de la batalla, a la vez que el ruido del disparo, la mujer soltó un último grito de dolor y desgaste, el cual fue camuflado a la perfección por el ruido mecánico del arma, el soldado al que apuntaba el joven del caballo cayó muerto al suelo, con la garganta perfectamente perforada en todo el medio, tras la muerte de ese soldado, el resto de soldados franceses, alrededor de cuarenta y tres hombres, se dieron a la fuga en una retirada desesperada, marchándose a otra colina lejana, pidiendo ayuda, los alemanes habían ganado la batalla. En cuanto a la mujer, aquel último grito marcó el nacimiento de una nueva criatura, un niño varón, idéntico a su madre, alemán, sin duda. La mujer, exhausta y herida por el parto, y por el maltratado y podrido lugar en el que se encontraban, cogió con las pocas fuerzas que le quedaban a su hijo recién nacido en brazos, sin darle tiempo siquiera a pensar en un nombre, o a cortar su cordón umbilical, con su voz débil y cansada, cantó una improvisada nana, con el objetivo de calmar el llanto del bebé, porque tenía miedo de que los soldados, sean del bando que sean, los terminasen encontrando y matándolos a ambos.
Así logró calmar el llanto del niño, quien había logrado respirar un poco mejor, pero si continuaba haciendo ruidos leves, más allá de la situación moribunda en la que se encontraba, la joven solo podía pensar en lo hermosa que era la voz de su hijo, tras terminar su nana y con un dedo acariciar la pequeña carita del niño, la mujer dijo lo siguiente:
-Mi niño... No cometas mi error... No cumplas órdenes toda tu vida.... Eres libre...-
Tras decir eso, los soldados, quienes estaban fuera, debajo de la colina, celebrando la retirada, soltando tiros al aire y gritando eufóricamente, dispararon una bala en dirección a la habitación donde se encontraba la mujer y su hijo recién nacido, la bala atravesó la pared putrefacta de madera, cortó el cordón umbilical al niño e impactó con el cráneo de la mujer, cayendo desplomada al suelo, a fin de cuentas, era cuestión de tiempo que muriera, el cuerpo de la mujer se desplomó, su cabeza impactó un poco fuerte con una viga de madera, la cual era muy inestable, una tabla de madera del techo se cayó debido a esto, y esta misma tabla aplastó la cabeza de la mujer, era una tabla gruesa, pero el impacto fue tan grande que aplanó el cráneo de la mujer ya fallecida, desparramando su cerebro y pedazos de cráneo por la zona cercana, como si de un huevo roto se tratase, naturalmente, por el ruido, el niño, salpicado ya no sólo con la sangre de un recién nacido, si no con la de su madre, comenzó a llorar salvajemente.
Su llanto nuevamente fue eclipsado por el ruido externo, esta vez de celebración por la victoria. Desde el minuto uno, el niño fue silenciado...Unos cuarenta minutos después de la celebración, y unos veinte de la partida de los alemanes, unos jóvenes adolescentes entraron en la casa semi destruida, eran un total de cinco, e iban armados fuertemente, con armas de fuego y algunas armas caseras. Ninguno sobrepasaba los diecisiete años, era un grupo de chatarreros, contrabandistas y cazarecompensas, que ante las adversidades de esta nueva guerra que recién comenzaba, decidieron formar una inestable alianza para beneficiarse todos, una chica morena y de cabello castaño terminó por encontrar al niño, cualquier bebé ante este tipo de circunstancias, seguramente ya hubiera muerto, sin embargo, el estaba vivo, agotado, pero vivo, durmiendo encima del frio cadaver medio aplastado de su madre, la jóven, en un visible estado de shock y confusión, fue a comentarle a sus compañeros lo que había encontrado...
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JoJo's Bizarre Adventure: Stroheim Steel Journey
AléatoireDescubre la historia jamás contada sobre el alemán que participó en la prestigiosa carrera Steel Ball Run, ¡Fritz Von Stroheim! Sigue las bizarras aventuras del que posiblemente sea el personaje más maltratado de la mano de Araki, en este fanfic, ex...