Nate como de costumbre subió a su transporte habitual, viajaba cuarenta minutos para llegar a su destino y luego caminaba cinco minutos más hasta llegar a su universidad, esa ha sido su rutina desde los dieciocho años. Nate media 1.83, piel pálida, cabello castaño, ojos verdes y delgado, pero se mantenía en forma, sin embargo, no era porque le gustaba, sus padres eran muy estrictos con sus hijos, a tal punto de no dejar que tengan mucha vida social, pero a Nate no le importaba tener amigos, al acostumbrarse a la soledad se sentía feliz siendo un chico solitario.
Mientras escuchaba música el autobús se detuvo, vio como entraba el chico de siempre, con sus grandes cascos ignorando al resto de las personas, buscando un asiento disponible para poder tolerar el largo recorrido, se cruzaban todos los días, siempre iban en el mismo autobús y se devolvían en el de las dos de la tarde, pero no se hablaban, saben de la existencia de cada uno, sin embargo, no se han dirigido la palabra.
Nate se bajaba antes que él, así que desconocía el paradero del chico de los cascos, frotó sus manos, por el frío que hacía en ese tiempo y siguió su recorrido. Llegó a sus clases y se sentó en los primeros asientos, debía tener buenas notas y para eso debía prestar bastante atención, en su tiempo libre leía mientras escuchaba música. Le gustaba su rutina, estaba tan acostumbrado a esta vida que prefería que siguiera así, no quería conversar con personas, detestaba los trabajos en grupo donde tenía que socializar, siempre lo invitaban a las fiestas, pero él se negaba.
Al terminar las clases espero el transporte mientras seguía escuchando música, a metros de distancia estaba el chico de los cascos, su nariz roja por el frío, piel blanca como la nieve y alto como él, siempre llevaba una capucha y ni siquiera lo miraba. Se subió detrás de Nate y se sentaron separados, sus miradas no se cruzaron en ningún momento, cada uno hundido en sus pensamientos, con problemas y estrés diferentes, pero con las mismas ganas de hablarse.
Nate al llegar dejó su abrigo colgado y se puso a limpiar, odiaba el desorden, a pesar de que limpiaba todos los días y lo único que se desordenaba era su cama, él limpiaba excesivamente todo. Al terminar se preparó un café y se quedó mirando por su ventana, vivía en un edificio lejos de sus padres, pero eso no significaba que le exigieran cada vez que hablaban por teléfono.
—Estás más gordo —le dijo su padre, mirándolo desde la videollamada—, deberías comer menos.
—Sí, padre. —respondió Nate con una sonrisa.
Siguieron hablando hasta que Nate se excusó con que debía hacer un trabajo de la universidad, no era cierto, Nate hacía todo en la universidad y sólo los trabajos en grupos no los terminaba el mismo día, no por él, sus compañeros no eran lo suficientemente responsables y preferían entregar todo a último momento.
Se sentó en su sillón favorito a leer con su taza de café, trabajaba los fines de semana, así que tenía toda la tarde libre para él. Leyó mientras seguía escuchando música y repetía la canción si no la disfrutaba como merecía. Para Nate su vida era tal cual como la quería, sin embargo, deseaba no seguir en contacto con sus padres, a pesar de que le pagaban el departamento, no se sentía agradecido.
Durmió en su departamento en silencio, le gustaba dormirse temprano así no tendría ojeras, su padre las detestaba. Era él solo entre cuatro paredes, era el paraíso para él, amaba la paz, amaba no sentir los gritos de su padre discutiendo con su madre, amaba no sentir los llantos de sus hermanos, amaba la soledad.
Se levantó como de costumbre, bañándose y arreglándose como si fuera a una cafetería de primera, tomó su café y se dirigió a esperar el transporte, al subirse vio que él único asiento era al lado del chico de cascos, su cabello castaño ni se notaba por la capucha que llevaba, suspiró y se sentó a su lado, él chico ni siquiera lo miró.
Siguió escuchando música en silencio mientras miraba el transporte ya que la ventana estaba ocupada por el otro chico, vio una tarjeta en el suelo y la recogió antes de bajarse, la tarjeta era un carnet de identidad, parecía ser del chico de cascos, intentó devolvérselo, pero el bus ya había partido.
Decidió entregársela más tarde cuando se volvieran a encontrar en el paradero a las dos de la tarde como era de costumbre.
Ese día entregarían las calificaciones del examen pasado, era una materia que le costaba bastante y no sabía si le había ido muy bien, sin embargo unos minutos después su presión bajó al ver los resultados, corría sudor frío por su frente sabiendo lo que le esperaba.
Sus padres entraban todos los días a la página de la carrera a ver sus calificaciones, ellos ya se habían enterado antes que él y eso le asustaba, a pesar de obtener el puntaje más alto de la clase, era malo para él.
Dedicó sus horas de descanso para estudiar los ejercicios que tanto le habían costado, así cuando hiciera otro examen obtendría una mejor calificación. No almorzó, no quería que su padre lo viera obeso, no quería escuchar lo que decían de su cuerpo.
Al salir de la clase se dirigió a la parada de buses y ahí estaba el chico de los cascos, dudó en acercarse a él, pero finalmente lo hizo, su ojo temblaba al igual que sus piernas, sus manos sudaban y deseaba que no se notaran.
El chico de los cascos por primera vez lo miró, sus ojos azules atravesaban los de Nate, se sentía intimidado y las palabras desaparecieron de su cabeza, él chico miró las manos de Nate y le sonrió, una sonrisa hermosa para un chico hermoso, Nate sintió algo por primera vez, sintió que sus problemas habían desaparecido con esa sonrisa, el tiempo pareció detenerse por unos segundos mientras lo observaba.
—Gracias —dijo el chico, tomando su carnet y rozando la mano de Nate haciendo que corra una corriente por su cuerpo—, no sabía dónde la había dejado.
Nate estaba tan hipnotizado que simplemente sonrió, el chico de cascos era más atractivo de cerca, su manzana de Adam era mucho más grande que la de él, las venas de sus manos parecían querer salir en cualquier momento.
Al llegar el transporte se subió evitando tener otro contacto visual con el chico de ojos azules, sin embargo, este chico no tenía las mismas intenciones y se sentó junto a Nate.
—¿Qué escuchas? —preguntó el chico de ojos azules, tomando uno de los audífonos de Nate. Estaban tan cerca que el único que se había dado cuenta era Nate, se sentía nervioso y no podía disfrutar su canción favorita —. No la conozco, la escucharé cuando llegue a casa—. Otra sonrisa que le dedicaba, su corazón latía con tanta fuerza que tenía miedo de saber que el chico también lo escuchara.
El chico de los cascos tomó el celular de Nate y dejó su número, según él, para recomendarle música, pero no tenía esas intenciones, lo que no sabía Nate es que él estaba igual de nervioso y tenía el mismo miedo. Sus corazones latían con tanta fuerza, los minutos parecían segundos para ellos, se miraban con una conexión que pocas personas han tenido en lo largo de sus vidas.
Algo había cambiado ese día para Nate, nunca se había sentido tan vivo como en ese momento, por primera vez en mucho tiempo, sonrió por sentirse bien con el atractivo chico de ojos azules.
Se despidió de él después de charlar por unos minutos, sentía tanta felicidad en su corazón que ni cuenta se dio del auto que estaba estacionado cerca de su departamento, había olvidado lo que tenía que afrontar al llegar a su hogar.
—¿Te sientes orgulloso por sacar un ocho? —le preguntó su padre molesto—, tan inútil tienes que ser para sonreír por una calificación así.
—Tus hermanos tienen más cerebro que tú y ellos sólo tienen dieciséis —habló su madre molesta acercándose a él—. No sirves para nada, te estamos pagando un maldito departamento ¿para qué? ¿Para qué nos pagues de esta forma?
Nate guardó silenció escuchando a sus padres, su sonrisa ya no estaba, tan solo era su tristeza atormentando su corazón. Su madre cerró la puerta de la entrada colocando el seguro y se volteó a ver a su hijo, sabía lo que pasaría, sabía cuál era su castigo por no tener buenas calificaciones, sabía lo que merecía.
________________________________________________________________________________________
Espero que hayan disfrutado el primer capítulo, como dije antes, la historia será corta y contará con tres capítulos.
Tengan un lindo día.
Grace~
ESTÁS LEYENDO
Próxima parada
RomanceDos almas encontrándose en el abismo de la realidad. Esta historia no es apta para todo público, leer bajo su responsabilidad. +15 Historia corta. Esta historia es una obra original de Grace y está protegida por derechos de autor. No se permite la r...