Compañeros de cuarto ° LH.

14: Dudas

Los pensamientos seguían invadiendo mi mente. ¿Estará bien que me vaya después de todo lo que han hecho por mi? Si, es lo mejor, están empezando a pelear por mi culpa. Pero ellos fueron muy buenos conmigo después de todo. Tendré que irme sino las cosas acabarán mal.

Ahora mismo me encontraba sentada en la habitación de Luke con mis piernas pegadas al pecho mientras que mi espalda estaba apoyada en la pared.

-Todo es una maldita mierda -bufé.

Llevaba aproximadamente tres horas en la habitación sin hacer nada. Mañana llamaría al numero que publicó el anuncio de la casa en Sídney, pero no estoy muy segura de qué hacer en verdad.

Todo era una mierda, yo era una mierda, mi vida era una mierda, esta no era la jodida vida que había planeado cuando era pequeña. Simplemente me odio a mi misma.

La impotencia comenzaba a inundar mi cuerpo, no me podía controlar, necesitaba gritar, llorar, romper algo. Desahogarme. Estaba empezando a agobiarme de tanto pensar en las cosas. Comencé a llorar silenciosamente pero la impotencia me ganó esta vez.

Me levanté del suelo y puse el seguro en la puerta, me dí la vuelta y comencé a gritar para liberar la desesperación que tenía dentro. Escuché a Calum que intentaba abrir la puerta pero el seguro de la puerta no se lo permitía.

Trataba de dejar de llorar pero no podía, busqué con la mirada mi movil. Lo desbloqueé y puse Thinking Out Loud. Las lagrimas dejaban de caer y la voz de Calum volvió a aparecer. Me levanté de la cama y quité
el seguro de la puerta para dejarle pasar.

-Hey, ¿qué te ocurre? -preguntó inspeccionandome con preocupación.

-Nada, solo...-suspiré.- No es nada.

-Vamos, cuéntame, estabas llorando -insistió.

-Está bien, pero no le digas a nadie -dije cogiendolo suavemente del brazo y guiándolo a la cama.

Le conté todo.

-Wow, creo que te extrañaré bastante -dijo dándome un pequeño abrazo.

-Y yo a ustedes pero -suspiré.- Creo que es lo mejor, ¿me prometes que no le dirás a ninguno de los chicos?

-Prometido -dijo fingiendo una sonrisa.- Será mejor que bajemos.

-No sé si quiero bajar -dije poniendo un mechón de pelo detrás de mi oreja y mirando mis rodillas.

-Noah -me llamó Calum.

-¿Si? -pregunté alzando mi mirada hacia él.

-No puedes irte -dijo con lágrimas en los ojos.

-Dios, Calum no llores, no estoy en buenos momentos para que llores, pero... -pausé.- Ven aquí.

Como pude lo abracé y dejé que todas sus lágrimas cayeran en mi hombro derecho, pero no me importó en absoluto. Este chico, con tan solo llorar, me ha demostrado que le importo. Dejaré lo de la casa para mas adelante.

-Calum, ¿estas bien? -pregunté.

-No -dijo desanimado.- ¿Te cuento algo?

-Claro, dime -contesté.

-Mi hermana mayor, Mali, tenía muchos problemas con mis padres. Siempre fue una buena chica, nunca supe por qué cambió tanto, pero, de la noche a la mañana se convirtió en otra persona. Recuerdo muy bien una noche que estábamos mis padres y yo cenando, mi madre se hartó de llamar por teléfono a Mali. Ella no contestaba. Era muy tarde, aproximadamente las once de la noche. Era tarde para una niña de 14 años en ese momento. Mi padre estaba furioso, mi madre habló con mi tía para que la llamara también. Mi madre me mandó a dormir y yo le obedecí. Pasaron dos horas, la una de la madrugada. Yo no me dormí claramente. Salí al pasillo para ver cómo estaban mis padres desde la planta de arriba. En ese momento la puerta se abrió, dando a verse a Mali con su maquillaje corrido de habérselo puesto hace horas. Escuché como discutían mis padres con ella. Me metí en mi habitación de nuevo cuando mi madre le dijo a Mali que subiera a su cuarto después de haberle quitado su teléfono. Me quedé pegado a la puerta y escuché a mi hermana subir las escaleras con pasos fuertes. Después de eso, oí un fuerte golpe que provenía de su habitación. Se puso a gritar como loca y decía cosas como: Esto es una mierda, no sirvo para nada, no quiero vivir aquí. Eso me partió el corazón. Que una chica de catorce años diga eso es de locos.