Encuentro en el bosque encantado

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El sol brillaba suavemente sobre los verdes bosques de Eryndor cuando Min Yoongi, el príncipe melancólico, decidió escapar de las obligaciones del castillo. Montado en su fiel corcel oscuro, Yoongi se adentró en el Bosque Encantado, un lugar donde se decía que los deseos más profundos podían hacerse realidad.

En Daerion, el príncipe Park Jimin también sentía el llamado del bosque. Jimin, conocido por su carisma y gracia, anhelaba un respiro de la rigidez de la corte. Cruzando el río Celestial, se aventuró en el bosque, buscando un lugar donde pudiera ser simplemente él mismo.

Los caminos de Yoongi y Jimin se cruzaron en un claro iluminado por la luz filtrada del sol. Al principio, se miraron con desconfianza, cada uno consciente de la identidad del otro. Pero la curiosidad y una atracción inexplicable los hicieron acercarse.

—¿Qué hace un príncipe de Daerion en los bosques de Eryndor? —preguntó Yoongi con un tono de cautela.

Jimin sonrió, una sonrisa que iluminaba su rostro angelical.

—Podría preguntar lo mismo, príncipe Yoongi. Pero parece que ambos estamos aquí buscando algo... o quizás, a alguien.

Con esas palabras, una extraña camaradería comenzó a formarse. Decidieron explorar el bosque juntos, compartiendo historias y risas mientras se adentraban en lo desconocido.

Continuando su exploración, Yoongi y Jimin descubrieron un lago de aguas cristalinas en el corazón del bosque. El lugar, rodeado de flores luminosas y árboles centenarios, parecía sacado de un sueño.

—Es hermoso —dijo Jimin, arrodillándose junto al agua y tocando la superficie con delicadeza—. No había visto algo tan puro en mucho tiempo.

Yoongi, observando a Jimin, sintió una conexión inexplicable con él. Se sentó junto a su nuevo amigo, y pronto, ambos comenzaron a compartir sus pensamientos más íntimos.

—Siempre he sentido que no pertenezco completamente al castillo —confesó Yoongi—. Aquí, en la naturaleza, puedo ser yo mismo.

Jimin asintió, entendiendo perfectamente.

—Yo también. Ser un doncel significa que todos esperan que sea perfecto, intocable. Pero aquí... aquí puedo ser simplemente Jimin.

La tarde pasó en un susurro, y los príncipes hicieron un pacto secreto: se encontrarían en el Bosque Encantado cada luna llena. Lejos de las miradas inquisitivas de sus cortes y de las expectativas que sobre ellos recaían, empezaron a construir un lazo más profundo.

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