18: La Rebelión de Nixveis

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Se ha aceptado vuestra solicitud,
colocaremos espías en todo Turmalina.
El hada del Invierno debe desaparecer.

—Nota Oficial del general Catchase a la rebelión


Frente a mí, la sensitiva llora en silencio mientras Nax la sigue sujetando con una daga en su cuello. Me muerdo el labio intentando ahogar otro grito. Debo dejar de pensar, dejar de pensar en todo. Pero siento como me arde el cerebro y un sudor frío recorre mi espalda. Definitivamente, Belhor tenía razón. Sus clases conmigo sí que eran misericordiosas. Siento como me explota la mente.

—Veo blanco. —susurra mirándonos a los dos. Yo sigo imaginándome un espacio en blanco en el que solo estamos las dos. Mirándonos fijamente. Me observa como si intentara escarbar dentro de mi alma, entonces creo una pared, o lo intento.

El dolor está presente y hace que quiera arrancarme los pelos. Me retuerzo un poco y la cuerda en mis muñecas vuelve a encenderse. Eso hace que grite. Mi mirada se dirige a Whisten. Observo sus ojos, no son grises. Reconozco esa mirada, ¿por qué tiene sus ojos?

Frunce el ceño y suelta un gruñido, me tenso al sentir como me recuerda a su forma de gruñir.

Belhor ha tomado el cuerpo de Whisten.

En mi mente, siento como se desmorona el escudo creado y grito por como me arde toda la piel.

A mi lado el cuerpo de Whisten hace unos movimientos bruscos y consigue desatarse de algún modo. Los Lobos se colocan en posición de ataque, Nax suelta a la Sensitiva y a la bruja se le escapa una carcajada. Belhor transforma el cuerpo de mi primo en un Lobo negro, tan grande como un Caballo, y comienza a luchar. Yo observo a la joven, ambas intentamos recomponernos. No es su culpa, esto, lo hace por su propia seguridad. Pero hoy en día eso se considera traición.

Para cuando me doy cuenta, Nax también está transformado en un Licántropo, blanco como la nieve. Entonces empieza a pelear contra los suyos. Algunos Lobos se unen a él y a Belhor. Yo me siento indefensa, deseo atacar. Pero me duelen demasiado las muñecas.

Uno de los Lobos enemigos se abalanza sobre mí con ganas de sangre en su mirada. Intento alejarme hacia atrás, pero pierdo el equilibrio en el suelo de hielo y me resbalo un poco hacia él. De repente, Belhor se lanza sobre el cuello del licántropo y muerde con fuerza. Unos instantes más tarde suelta al ser, sus dientes están manchados de sangre y eso hace que una sensación extraña recorra mi cuerpo desde la punta de los pies hasta mis dedos. Su expresión es seria, pero su mirada roja como la sangre que gotea de su boca se cruza con la mira.

—Carne humana. —susurro recordando la conversación que tuvimos hace unas cuantas Lunas y observo como se le escapa una sonrisa —si eso se puede considerar sonrisa— que esconde rápidamente para centrarse en el enemigo.

En vez de alejarse como ha hecho antes, se queda cerca de mí. Protegiéndome, el Lobo blanco que reconocería a kilómetros de distancia se une a él.

La joven sensitiva se arrastra hasta mí, estira una mano hacia mi cabeza mientras yo la observo extrañada.

—Perdóneme, alteza.


Despierto sobresaltada. Observo a mi alrededor, un mal sabor de boca me recorre mientras estudio la pequeña cabaña en la que estoy. Madera típica de Turmalina, pocos muebles, una manta hecha con pieles.

Acaricio la manta que ahora mismo me tapa de la cintura para abajo. ¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi primo —o Belhor—?

Me levanto con lentitud de la cama hecha por paja y pieles. Después me encamino hacia una silla donde está colocada mi chaqueta y las fundas de las espadas con ellas en su sitio. Me coloco la chaqueta mientras intento entender qué narices ha pasado. Me acaricio más muñecas, con cuidado. Qué extraño, juraría que me habían quitado los guantes.

Entonces, entran Nax y la Sensitiva en la cabaña. La joven lleva un cesto con comida. Los dos se miran de reojo al verme despierta.

—Alteza. —saluda la chica haciendo una pequeña reverencia. Miro a Nax y retrocedo unos pasos.

—Me debes una explicación.

—Lo sé —mira a la Sensitiva—. Déjanos solos, Cynda.

La Sensitiva sale de la cabaña.

—¿Qué narices hacías con ella? ¿A qué juegas? —pregunto sin pensar.

—Tranquila, Shep.

—No me digas nunca que me calme.

—Tú ganas —suspira pesadamente—. Hace más de medio año Citrino estuvo reclutando espías.

—¿Espías?

—Sí, espías. Los de la rebelión queremos destronar a esa bruja y tu abuelo no desaprovecharía la oportunidad de volver a tener el control de Turmalina. Que con él estábamos mal, pero con esa señora peor. Así que me presenté voluntariamente junto con unos compañeros y empezamos a unirnos a ella haciéndole creer que estábamos de su parte.

—La ibais a derrotar desde dentro. —comento más para mí que para él.

—Exacto. Pero has mandado a la mierda toda la misión —anuncia y empieza a caminar en círculos—. ¿Qué haces aquí?

—Buscarte. —respondo mirando por la ventana como la nieve cae con fuerza.

—Buscarme.

—¿Dónde estamos?

—En lo que tu familia llama la aldea de los ancestros, ¿políticamente? En Galena.

—No hacía falta esa aclaración. —digo con tono algo molesto.

—Sabes como me gusta darte datos innecesarios cuando estás a punto de perder el control —lo miro con odio—. ¿Qué necesitas de mí?

—Soldados.


Las siguientes dos horas se pueden resumir en yo peleando con Nax por lo que realmente debería de hacer ante esa guerra. Pero al final he conseguido a varias personas para la guerra. Las hemos mandado a Ágata y saldrán mañana al alba hacia la ciudad.

Ahora estoy sentada en una banqueta de la cantina del pueblo. A mi lado, mi primo toma una jarra de cerveza de dátiles con sésamo. Eso lo ha pedido especialmente para la suya, porque en si no hay ese tipo de cerveza y menos en Turmalina.

No puedo evitar mirarlo y recordarlo con los ojos de Belhor. Ese maldito Troll me persigue hasta en mis pesadillas. Maldita sea, me necesita. O eso creo...

—¿Me puedes recordar qué paso justo después de que nos pusieran frente a la bruja?

Las palabras de mi primo me sacan de mis pensamientos y suspiro pesadamente.

—Te desmayaste —respondo—. Trajeron a la Cynda y te desmayaste por su poder.

Recordadme que tengo muchas cosas que preguntarle a ese maldito Demonio.

Whisten asiente levemente con la cabeza antes de darle otro sorbo a su bebida. A lo lejos observo a Nax bailando con Cynda. Al parecer todo estaba pensado para que ella fuera la pieza que faltaba en el plan. Plan que no conozco porque no me lo ha querido explicar. Otra de las cosas que me ha explicado por encima es que está saliendo con ella. Si estuviéramos en el reino, estaría obligado a cortejarla para que su padre aprobara su relación.

Lo que más me molesta es que realmente iba a mentir sobre nuestros pensamientos desde un principio. Por no hablar la cara de payaso que se me ha quedado cuando me ha contado, alejados del resto, que lo ha visto.

Ahora me quiero morir.

Matadme por favor. Os lo suplico.

Respiro intentando calmarme y decido centrarme en la música que suena en la cantina.


El Dragón atormenta sus sueños

Mientras tú lo montas en paz

Déjate caer al vacío

Total, él te salvará

Los Herederos De Los Cuatro ReinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora