-Adelante- Dijo Lucerys cuándo golpearon la puerta del cuarto, la sirvienta personal de Aemond entro cargando una bandeja de plata que tenía una taza de té y un trozo de pastel de chocolate.
-Buenas noches alteza- Le reverencio bajando levemente su mirada- Mi señor el príncipe Aemond me pidió que le trajera esto como merienda.
-Gracias, déjalo en la mesita- La mujer asintió dejando la charola donde le había pedido- ¿Tu sabes donde se encuentra el príncipe Aemond en estos momentos?
-No majestad, ordeno que le trajera la merienda y después se fue, pero también me pidió que le avisara que no lo espere despierto.
-Entiendo.
-Le deseo un buen descanso majestad y si necesita algo más hágamelo saber.
-Gracias- Y sin decir más la beta se fue dejándolo completamente solo.
Solto un enorme suspiro dándose cuenta de que Aemond ya no usaba alguna excusa para justificar su ausencia, ahora simplemente lo evitaba cual plaga o enfermedad contagiosa.
Nuevamente su pecho volvió a doler al recodar aquella mañana en la que se despertó completamente solo en la cama, desnudo, cubierto con una delgada cobija y su cuerpo repleto de marcas.
Un grupo conformado por la sirvienta personal de Aemond, dos betas más de servicio y un maestre llegaron de improvisto siendo enviados por el platinado con la intención de verificar su estado, las betas le ayudaron a ducharse, cambiarse y arreglarse para después ser revisado por el maestre; se sintió muy abochornado cuando el maestre le explico que su cuerpo había recibido más que bien el nudo de Aemond y que además le recomendaba que para sus futuros celos los pasara con el alfa.
-Puedo hablar con el príncipe al respecto.
-¡No!- Exclamo el omega- Yo lo hablare con el- Claro que no lo haría, lo que paso fue un error, él se encontraba en un estado vulnerable y se dejó llevar por sus instintos, no volvería a pasar ningún celo con Aemond.
-Entiendo- Antes de que el hombre se fuera le entrego una copa con un líquido rojizo y algo fragante, Lucerys rápidamente lo reconoció, Te de Luna- Su tía la reina Helaena me pidió que le enviara esto- Lucerys tomo entre sus pequeñas manos la copa- Si me permite darle mi opinión Majestad- Interrumpió el Maestre cuando el castaño estuvo a punto de ingerir él te- ¿No debería hablar de esto con el príncipe Aemond? A fin de cuentas usted es su omega y como tal él debe responder por usted y...- Lucerys corto las palabras del maestre cuando de golpe se bebió todo el líquido, cuando la copa estuvo completamente seca se la entregó a la sirvienta.
-Yo no tengo nada que hablar con Aemond, el que me haya acostado con él una vez no me hace su omega, yo no necesito que el responda por mí, la única persona que podía hacerlo está muerta- El maestre rápido comprendió que se refería a su progenitora, la princesa Rhaenyra y sin más le reverencio al joven omega para después irse.
Incapaz de concentrarse en su lectura Lucerys soltó un suspiro mientras dejaba el libro que trato de leer a un lado y se quitaba las cobijas de encima para ponerse de pie de la cama.
La noche ya había caído sobre todo el reino y la habitación era iluminada por la cálida y confortante luz de la chimenea.
Se agacho para sacar de debajo de la cama una vieja valija, la única valija que había logrado empacar y llevar consigo cuando salieron de Dragonstone, la dejo sobre la cama y abrió los broches para sacar de su interior la única prenda que se dedicó a cuidar en todo momento desde que estuvo huyendo con sus hermanos, se trataba de un vestido rojo con bordados de dragones dorados y negros que alguna vez le perteneció a su madre Rhaenyra, al fondo de la valija estaba un collar de acero valyrio y otro de oro con rubíes, al igual que unos cuantos brazaletes, pendientes y anillos de los mismos materiales, todos de Rhaenyra.
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REGALO
FanfictionLa guerra había terminado, los verdes vencieron a los negros, Aegon asciende al trono como había sido planeado y nombra a Aemond como la nueva mano del rey. Meses después le lleva un regalo a su hermano por su extraordinaria labor, un regalo que lle...