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Calma, estaba teniendo una mañana tranquila, hasta que encontró un pequeño pedazo de papel en el suelo.

Se veía viejo, pero no demasiado, solo de unos meses atrás...
Tenía escrito "El poeta renunció a" al parecer era parte de un libro, pero calma no solía leer, al principio pensó que sería de su madre, pero ella nunca entraba en su habitación.

Al final era solo un papel... cierto?

Calma solo bajo a la cocina, ni siquiera desayuno, no le apetecía,
solo se dirigió hasta la puerta, pues su amigo Aki la esperaba afuera.

"Hey, cans! Te tardas mucho, tu querido amigo podría enfermarse de tanto esperar en el frío!" - le reclamo Aki

"Solo fueron 15 minutos!, exagerado" -reprendió calma

"Y deja de decirme cans! Ni siquiera queda con mi nombre"

"Silencio cans!" -Bromeó Aki

"Calla, tu tienes nombre de perro" - Bromeó calma

Durante el camino solo hablaron de cosas triviales, en especial Aki, Calma siempre pensó que su amigo era muy ruidoso, pero era algo que agradecía, ya que ella era más de escuchar, aunque esta vez no escucho del todo lo que su amigo le contaba.

Durante el camino solo pensó en ese pedazo de papel y como había llegado hasta su habitación.

Calma no solía ser muy atenta y siempre era muy distraída, al parecer ese papel era perfecto para dejar de prestar atención a todo por unos días.

Últimamente Calma se sentía sola, por más que estuviera con Aki era como si solo fuera ella, no es porque no quisiera a su amigo, simplemente se sentía fuera de lugar, pensando cualquier cosa y dejando de prestar atención.

Estaba empezando a recordar a la chica de su infancia de nuevo, aquel recuerdo que guardo por un tiempo regreso.

Pero esta vez no era la chica lo que recordaba, sino los sentimientos y la sensación de sentirse querida.

Una sensación que desde hace tiempo no sentía.












Te escribiré pronto querido lector!

Eres mi luz?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora