Chu Wanning se había decidido a ir al bosque durante unas horas aprovechando que Taxian-Jun estaba fuera esa mañana.
Se sentía de buen humor, por lo que no dudó en irse adentrando entre los árboles.
Además de que esta vez no estaba solo. Aun en el silencio, sentía como era observado. Seguramente Mo Ran había pedido que cuidaran de su esposo mientras volvía.
Aun así no se sintió irritado, por lo que continuo su camino hasta llegar a una zona despejada, donde los rayos del sol llegaban calidamente. Se quedó de pie en medio del lugar, sentía la energía espiritual recorriendo su cuerpo hasta que una energía extraña se sintió cerca, haciéndolo ponerse alerta y abrir los ojos para tener una visión completa.
Se sentía como una hembra que cuida sus cachorros, cuando el instinto le hizo cubrir su barriga mientras intentaba descifrar esta esencia desconocida
“Asi que no puedo esconderme de Shizun…” una voz suave sonó a su alrededor y cuando vio la figura alta que se asomaba de entre las sombras, su rostro se volvió algo pálido. Era Shi Mei.
Vestido con ropas negras, un sombrero de bambu con un velo que le cubría el rostro y la típica sonrisa que siempre le había dado desde que lo conocía,
“Deseo que Shizun este pasando gratos momentos en su matrimonio y felicidades por su nueva familia” dijo Shi Mei mostrando su rostro, el cual tenia su visión cubierta por una cinta blanca debido a su ceguera.
Aun así su cultivo había cambiado. Su energía no se sentía tan limpia como antes pero Chu Wanning no retrocedió, pese a que sabia que no era un buen momento para estar a solas con alguien que alguna vez había intentado hacerle daño.
“Nadie ha sabido nada de ti en todo este tiempo. ¿Shi Mingjing, que pretendes la venir a mis terrenos?”
“Vaya Shizun, actuas como si la montaña fuera tu Pabellón de Loto Rojo, tan astuto como siempre”
“No tan astuto como tu…¿Qué buscas aquí?” Chu Wanning se enderezó mostrando su superioridad ante su ex discípulo.
“Solo vine a corroborar los rumores. Ya sabes, las palabras son llevadas por el viento, y ahora muchos saben que estas en cinta” Shi Mei se acercó unos pasos y dio una reverencia sincera a su antiguo maestro.
“Bien, ahora que lo sabes, puedes irte…”
“Shizun, eres tan hostil. Es tan claro que el hijo que llevas es de Mo Ran, incluso él sabe que yo no debería estar frente a ti” Una sonrisa burlona apareció en su rostro, una mueca que Chu Wanning no había visto antes y le hizo tragar ligeramente, “Vamos Shizun, solo quiero asegurarme del estado de salud de ese bebé”
Aun si se sabia que Shi Mei era experto en la medicina, Chu Wanning se sentía con la piel erizada. Era tal cual, un gato que sabe que el mal esta a su lado y sabe que debería correr. Pero su corazón latia con tal fuerza que sabia que era un riesgo solo huir. A esta clase de personas no puedes quitarles la mirada de encima.
“Shizun…la sangre de un demonio…vaya que has cambiado…incluso sin tocarlo puedo sentir esa energía viniendo de tu interior”
“Te tengo una sorpresa Shi Mingjing, no solo la esencia de Mo Ran está en mi bebé… ¡TIANWEN!” su mano se rodeó de un destello dorado mientras sus ojos se volvían agresivos.
Su mano izquierda sosteniendo a tianwen, la derecha sosteniendo su vida. No iba a permitir un paso mas.
“Lo diré una vez mas…aléjate…”
“¿Qué puede hacer Shizun? Tu condición actual no te permitirá hacerme nada. En cambio solo tengo que poner mi mano en tu vientre para hacerte sentir algo de miedo. Desde aquella vez, he estado solo, errante, y ¿ustedes simplemente creen merecer un final feliz? Se bueno con tu discípulo, déjame conocerlo. Un ser tan lleno de energía celestial y demoniaca, ¿sabes cuan maravilloso seria?”
Chu Wanning no habló, levantó a tianwen dando un par de latigazos que no podían dar contra el cuerpo ajeno, solo marcar una línea en el áspero suelo bajo ellos. Su respiración se volvió mas pesada, y sintió el dolor en su vientre después de ese movimiento. Claramente su cuerpo no estaba listo para una batalla o entrenamiento.
Estaban uno frente al otro, pero Chu Wanning no podía evitar dejar de sentir que aún en la oscuridad, Shi Mei tenía claro cuál era su objetivo justo ahora.Quiso decir algo mas cuando un rayo color escarlata quedó entre ambos y frente a Shi Mei apareció la imagen de quien alguna vez había sido su titere, Mo Ran.
“Que agallas tienes maldita escoria, de acercarte a nosotros. Pero elegiste un mal día para venir a molestar a este Venerable”
La voz autoritaria de Taxian-Jun hizo eco, y al escucharlo Shi Mei entendió que este ser maldito aun había podido ser rescatado. Podía contra Chu Wanning, pero definitivamente no podía contra esta pieza de ajedrez que alguna vez mató a tantos sin remordimiento.
Quizo abrir la boca pero una espada fue puesta en su garganta.
“Ya has perdido la vista, ¿Ahora también quieres perder la lengua? Te reduciré a nada si intentas decir algo mas Shi Mei”
El silencio se sintió de nuevo. Shi Mei solo hizo una mueca que mostraba su odio hacia esta persona antes de terminar de retroceder y darse la vuelta.
Taxian-Jun por fin respiró suavemente.
Hace un momento. ¿Qué rayos había pasado?
Simplemente no podía imaginar las consecuencias si hubiese llegado algunos minutos tarde.
¿Habria sido capaz de mantenerse cuerdo?
Su mano con la espada temblaba. El no podía darse el lujo de alejarse. Ya no. Parecía a sus ojos como si el mundo quisiera dañar a su amado y a su hijo. ¿Qué clase de prueba era esta?
Aguantó un suspiro que murió en su garganta cuando escuchó el leve quejido de Chu Wanning detrás de él.
Rápido se acercó y lo tomó en sus brazos viendo como éste sudaba frio y negaba suavemente en medio del dolor.
“Wanning, respira. Iremos a casa. Resiste un poco” Taxian-Jun lo llevó en sus brazos lo mas rápido que pudo y al entrar a la cabaña lo puso en la cama. Chu Wanning se sentía desesperado abrazando su vientre y sintiendo como este pequeño se movía desesperado. Taxian-Jun hizo un hechizo para pedir ayuda a la única mujer en la que tanto Mo Zongshi como él podían confiar ahora: Ye Wangxi.