No sabía cuándo, pero todo se había vuelto borroso.
No paraba de mirar a aquel osito sentado en el escritorio directamente, esperando que algo pasara.
Estaba seguro de que eso había sido real. No estaba loco, ni fue un sueño... Estaba completamente seguro de que había pasado... de que su osito había hablado con él, de que su osito había cambiado, de que...
—Oye, ven. —dijo, muy fríamente. —Quiero que hablemos. —Habló mirándole directamente, pero nada pasó. —Estoy llamándote, vuelve o iré a tirarte a la basura. —Amenazó... Pero tras unos minutos, negó. —¡Mentira! No haré eso, jamás... Pero vuelve.
Música clásica en bajo volumen le mantenía pensativo. Había estado esas ultimas tres horas viendo en completo silencio al peluche. Ello le recordaba a su niñez, cuando se mantenía apegado a la idea de que sus juguetes tenían una vida secreta a sus espaldas; algo así como toy story.
¿Realmente se estaba volviendo loco?
Su rostro... Parecía irreal de lo hermoso que era. juró que existía entonces el amor a primera vista.
¿No podía estar soñando cosas que se sintieran así de reales, no?
—Sunghoon, osito. —Llamó, dando un pequeño suspiro y acomodándose sobre la cama. —Tú dijiste que yo te llamé ¿Y cómo se supone que lo hice? te estoy llamando ahora mismo.
Cualquier persona que le viera o escuchara hablar como desesperado con un oso de peluche diría que está loco.
Sunoo deseó de alguna forma saber si en verdad solo había sido un sueño, para dejar de malgastar su tiempo de esa forma.
—Sabes, se que eso pasó y no me harás creer lo contrario. De todas formas, quiero decirte que lo mantendré en secreto si eso quieres ¡Lo juro! No le contaré a nadie, así que puedes confiar en mí.
Si, eran esas exactamente las palabras que usaba en su niñez con sus antiguos juguetes, pensando que estos tenían una vida secreta a espaldas de los humanos.
(...)
Si había algo que odiaba con toda su vida... Era a sus padres intentando confirmar de alguna forma su heterosexualidad.
—Ella es una muy buena chica, Sunoo. —Continuó diciendo su madre mientras sonreía, dando ánimos a su hijo que se negaba a su propuesta. —Y le gustas. No estará mal si le das una oportunidad, Minju es preciosa, inteligente...
—Mamá... Pero no estoy buscando algo, no quiero una relación. —Interrumpió negando con la cabeza. La madre suspiró rodando los ojos con poca paciencia.
—Sunoo. Nunca has querido tener una relación ¿No es lo normal? Solo intenta salir con ella mañana, no te hará daño darle una oportunidad a alguien. —Comenzó a decir, con un tono de molestia. —No por nada te regalé ese oso de peluche. Buscar a alguien que amar es algo bueno y tú no lo haces, Sunoo.
Nada de eso le interesaba a ella... Solo el saber si a su hijo le gustaban las chicas realmente. Sunoo lo entendía, pero tampoco iba a fingir... Podía solo guardarse sus cosas y vivir una vida tranquila sin confirmar ni negar sus dudas.
Pero era irritante y hasta doloroso vivir así.
—Mamá... Ese peluche. ¿Dónde lo compraste?
—No cambies el tema. —Advirtió con voz dura.
—Iré, está bien. —Aceptó finalmente, solo para pasar de ello y obtener la información que quería. Su madre formó una gran sonrisa mientras asentía.