6.

147 18 0
                                    

La habitación de Chiara tenía otro aspecto con la luz que entraba a primera hora de la mañana entre las cortinas.

Todo era más cálido, más tenue.

Seguía en la misma posición, tal y como me quedé dormida la noche anterior, la única diferencia es que ya no estaba acompañada. En el hueco que había dejado Chiara solo quedaba una sábana revuelta y un papel.

Me estiré sobre la cama con total libertad y me quedé un rato mirando al techo viendo como las luces que golpeaban las cortinas dibujaban bailes sobre el fondo blanco.

Por primera vez en mucho tiempo no sentí que tenía prisa, no notaba que debía correr para llegar a algún sitio, aunque no fuera así. Hacía tiempo que no descansaba tan bien y había sido con la ropa del día anterior tirada en una mala postura en una cama ajena.

Estiré mi brazo para coger el papel de mi derecha y leí la letra redonda de Kiki.


           Me gustaría prepararte un English Breakfast pero tengo clase en el conservatorio. 

                                                                       Te veo esta tarde.

Por un segundo pensé en cómo habría sido despertarme con Chiara en la habitación. Si sería incómodo o si actuaríamos con total normalidad, como si lleváramos tiempo haciéndolo. Si realmente habría tenido que fingir que comer alubias por la mañana era algo normal o si habría tenido el valor de negarme a semejante sacrilegio.

Solo divagué por un segundo porque sabía que, a pesar de conocerla de tan poco tiempo, con ella todo era sencillo y que no hubiéramos pasado ni un solo segundo sin algún tema de conversación. Me habría comido cualquier desayuno que me ofreciera, aunque no tenía muy claro de que Chiara fuera una persona de cocinar. Y sólo por ese segundo de imaginación deseé que todo eso hubiera pasado.

Desde que había empezado el curso, más bien desde que había conocido a Kiki, me había acostumbrado a convivir con sentimientos contradictorios. Veía en ella a una persona muy especial con la que sabía que conectaba a muchísimos niveles y sentía que aún me faltaba todo por descubrir de ella. Una parte de mi estaba ansiosa por saber más, por hablar días y noches enteras de música, de cine, de libros; quería saber qué opinaba, que pasaba por su cabeza, qué le gustaba, su pasado, quien eran sus mejores amigos, quién le había roto el corazón y cómo podía ayudarla a solucionarlo. Pero otra parte de mí, que ganaba claramente, me avisaba de que era una persona nueva, desconocida, con la que me podía equivocar y decepcionarme a cualquier nivel de afecto. La conexión era real, sabía que ella la sentía también pero quizás yo tenía más que perder.

Me froté los ojos para intentar abrirlos del todo y me levanté hasta la puerta. No parecía escucharse ningún ruido y me dispuse a salir sigilosamente. Efectivamente no encontré ni rastro de nadie en el salón ni en la cocina así que me cambié de ropa en el baño y me fui.

Me sentí rara caminando por las calles de Madrid con la ropa del día anterior, aunque solo yo lo sabía. Cuando llegué a mi apartamento tampoco se escuchaba nada desde fuera así que entré tranquila, sintiéndome libre del interrogatorio de mis amigas.

- A eso es lo que yo llamo yo un paseo de la vergüenza, mira que cara de sueño. - Rio Naiara desde el sofá.

Ni siquiera me había dado tiempo a dejar las cosas en la entrada. Denna, que estaba sentada en la mesa del comedor desayunando, se unió a la morena.

- Violeta como se te ocurre. - Las miraba intermitentemente, incrédula- Chiquilla menuda terapia de recuperación.

-Si estáis insinuando lo que creo que estáis insinuando ya podéis olvidaros porque no ha pasado nada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Do I wanna know?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora