𓏲 🏀 ࣪˖ Capítulo 01 ⊹

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Miyeon se encontraba recargada en la pared enfrente del salón de clases de Minnie, la estaba esperando para ir a comer algo.

Solo faltaban unos minutos para que saliera su omega, así que no tenía que esperar mucho, en una de sus manos traía una malteada de fresa que era la favorita de Minnie. Siempre que iba por la pelinegra le llevaba aquella malteada o un postre que ella misma preparaba.

Alguien se paró enfrente suyo, por ello alzó su mirada y vio que era una chica, quien le regaló una sonrisa.

—Hola, Miyeonnie.

—Hola —devolvió el saludo.

—¿Qué haces aquí? —le cuestionó con su voz dulce.

Miyeon hizo una mueca y se preguntó si no era algo obvio.

—Estoy esperando a Min —le dijo dirigiendo su mirada hacia la puerta de enfrente.

—¿La omega problemática? —el ceño de Miyeon se frunció al escuchar como le dijo a su omega—. ¿De verdad es tu novia? —le volvió a hacer otra pregunta al ver que la alfa no le contestaba.

Miyeon iba a responder de no ser por otra persona que lo hizo por ella.

—Sí —respondió Minnie con una ceja alzada—. ¿Algún problema?

—¿Cómo puedes andar con alguien problemática? —ignoró a la tailandesa—. Las y los omegas tienen que ser sumisos, delicados y, lo más importante, tienen que hacerle caso a todo lo que diga el alfa, en este caso a ti, Miyeon —le comentó—. No que ella te diga qué hacer a ti.

Miyeon era quien iba a hablar, pero Minnie le dio una mirada que hizo que guardara silencio. Su omega daba miedo cuando estaba enojada.

—Bueno, soy alguien problemática, ¿y qué con eso? No voy a hacer sumisa ante nadie solo porque soy una omega —tomó aire—. No porque Miyeon sea mi alfa tengo que hacerle caso y cumplir con todo lo que ella me pida, no soy un perro —le respondió molesta. La otra omega iba a hablar, pero Minnie la interrumpió—. El hecho de que Miyeon no te haya hecho caso no es mi culpa. Que yo sea una omega problemática, y aún así la enamoré y tú no, bueno, eso ya es otra cosa.

Cho sonrió un poco al ver que su omega dejaba sin palabras a la otra joven que estaba enfrente de ellas.

Bajó su mirada al sentir que alguien tomaba su mano y vio que era la mano de su omega, quien empezó a caminar hacia la cafetería.

—Está loca esa chica —escuchó decir a Minnie—. Omega sumisa mis ovarios —su mirada se dirigió hacia Miyeon al escucharla reír.

—No le prestes atención a lo que dijo, solo son comentarios locos de la gente, bebé —le extendió la malteada.

—Gracias, alfa —le dio un beso en el cachete para luego darle un trago a su bebida.

—Min —la llamó tiempo después.

—Mande.

—¿Te vas a quedar a ver el entrenamiento o quieres ir a tu casa a descansar cuando salgas de tu siguiente clase? —le preguntó algo nerviosa y apenada. No quería que Minnie pensara que la quería las veinticuatro siete a su lado.

—Voy a llegar un poco después de que empiece tu entrenamiento, tengo que organizarme con unos compañeros por el trabajo que te comenté —le informó—. Espero no tardar mucho hablando con ellos.

—¿Entonces si vas a venir? —cuestionó con emoción en su voz.

—Claro que sí, alfa —sonrió—. Sabes que siempre intento no perderme ningún entrenamiento o partido tuyo —dijo e hizo un puchero al ver que su malteada se había acabado.

—Pero los entrenamientos son un poco largos y no quiero que te aburras en ellos —murmuró—. A lo que me gustaría que no faltaras son a mis partidos, aunque entiendo que no siempre vas a poder asistir —murmuró intentado no sonar triste, pero falló.

—No pienso perderme ninguno, ni tus entrenamientos y ni tus partidos —habló—. Claro, a menos que esté en celo o me sienta muy mal.

Siguieron caminando y llegaron a la cafetería y compraron lo que querían comer. Ya en una de las mesas de esa cafetería se sentaron.

—¡Eres muy tierna, Miyeonnie! —exclamó Minnie apretando una de sus mejillas.

—¿Por qué lo dices? —algo avergonzada le preguntó.

—Es que cuando comes tus mejillas se inflan y haces unos tiernos pucheros, aunque eres una mezcla de tierno y sexy —rió y vio que Miyeon alzó una ceja—. ¡Me recuerda a cuando estás sudada y tus músculos se marcan tanto! A veces me dan ganas de que me ahorques con tus brazos —sonrió de oreja a oreja.

—¡Minnie! —reclamó con las mejillas ardiendo.

—¡Minnie! —reclamó con las mejillas ardiendo

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LA TIERNA BASQUETBOLISTA, miminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora