Capítulo 29

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Después que Alonso informara que sabía dónde estaba mi hija, con la ayuda de mi padre, mis hermanos, Mia, Lían y Lorenzo, contactamos nuevamente a la policía para comunicarles lo que sabíamos.

A partir de allí las cosas ocurrieron muy rápido, los policías se contactaron con Alonso, el cual les dijo la dirección que le habían dado.

No movilizamos lo más rápido que pudimos hacia el lugar indicado que era un parque que quedaba en el centro de ciudad.

—Tienes que respirar Adara.

Quitándome las pequeñas lágrimas que había comenzado a derramarse, y le contesté:
—Lo sé, pero estoy feliz y asustada por ver a mi hija.

Ella colocó su mano encima de las mías y me da un breve apretón.
—Ya vas a ver que todo está bien con ella, tranquila.

Solamente asiento para no seguir hablando del tema, aunque sigo preocupada, estoy muy feliz porque por fin sé que volveré a ver a mi pequeña hija.

[...]

Narrador omnisciente.

Tenemos pocos detalles de la reunión que tuvo Alonso con el señor Bird, lo único que sabemos es que gracias a él supieron la ubicación de la pequeña Aurora, aunque el detalle de cómo se enteró Alonso ha sido distorsionado por un trato que hicieron en esa reunión.

Hay cosas que se descubrirán en algún momento, aunque he de imaginar que ya saben qué puede pasar.

Cuando llega Adara al parque, Alonso ya tenía entre sus brazos a su pequeña hija, ella sin importarle mucho el hecho que la estuviera abrazando se agacha para unirse en el abrazo.
Lorenzo y los demás que estaban presentes presenciaron este maravilloso encuentro y todos pensaron lo mismo.

«Se ven como una familia.»

Eso también lo pensó la madre de los chicos, que al parecer por fin entendió que no había nada malo con que ellos estuvieran juntos, aunque eso no sirve de nada ahora.

Alguien observaba todo desde lejos, en una camioneta negra que no deja ver qué ocurre en el interior de esta.

—Señor, ¿desea irse? —le preguntó el chofer al hombre.

—Sí, ya por el momento no tengo nada que hacer aquí —comenta mientras retiraba sus gafas de sol.

—Como usted ordene, señor.

Así, ellos se retiraron de la escena mientras el hombre cavilaba en sus pensamientos diciendo «siempre te cuidaré.»

[...]

Adara

Estoy en casa de mis padres después de casi tres años desde que me fui.

Tengo a mi hija que ha recostado su cabeza en mis piernas mientras sus piernas permanecen estiradas ocupando la mitad del sillón.

Mis padres decidieron ir a descansar al igual que Alonso, aunque este último dijo que volvía a la hora de la cena; Mia y Lían se han ido a su casa cuando les dije que por esta noche me quedaría aquí en la casa de mis padres, ellos lo entendieron así que se fueron, el que sí se quedó conmigo fue Lorenzo, que está en un sillón individual al frente de mí.

—Adara —dice despacio.

Levanto mi mirada para así observarlo.

—¿Sí?

Él suelta un suspiro mientras bloquea su celular y lo deja arriba de su muslo.

—Me acaban de decir algo muy importante sobre la demanda.

Frunzo mi ceño sin entender a qué se refiere —¿Qué te dijeron?

—Si quieres seguir con la demanda, esto perjudicará a tu ex pareja.

Dejo de acariciar el cabello de mi hija para intentar prestar más atención a lo que él está diciendo, ya que en realidad en estos momentos no estoy pensando en nada más que darle las gracias a Dios porque mi hija está conmigo.

—¿Me puedes explicar?

—Claro, lo que pasa es que si sigues con la demanda en contra de esa mujer perjudicará a tu ex pareja, ya que él era el que estaba responsable de la niña en ese momento y en sí la responsabilidad no sería todo culpa de la chica, ya que se verá que por la irresponsabilidad de no asesorarse que ella no estaba o era lo suficiente indicada para cuidar a la niña un rato, esto lo pone como un posible cómplice en la desaparición de tu hija.

«No puedo hacerle eso a él»

—Y se quitó la demanda, ¿Qué otra cosa puede hacer para que esa mujer no esté cerca de mi hija ni de mí?

Se queda un momento en silencio para responderme:

—Si no quieres seguir con la demanda, cómo sabes, está la opción de ponerle una orden de restricción para que así ella no pueda acercarse a ustedes.

Creo que también sería una buena idea, ya que ahora con mi hija entre mis brazos puedo pensar mejor todas las cosas, aunque en algún momento dije o pensé que no me importaría el bienestar de Alonso, la realidad es que siempre me va a importar y nunca le quitaría el derecho de criar a nuestra hija, porque es nuestra desde el momento cero, igual que ella no sea hija de sangre de él.

—Allora, quita la demanda y pon una orden de alejamiento Lorenzo, no la quiero cerca de nosotras, por favor.

Con una mirada de comprensión y una sonrisa en su rostro, asiente mientras me dice:

—Como usted diga.



Penúltimo capítulo

Nuestra Vida Juntos (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora