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"Se acercó y me dio la mano. De todas aquellas manos, la suya era la única que me transmitía vida"

-Mario Benedetti.

15 de Agosto del 2.018

5:00 a.m

- Al diablo - gruñí con la cabeza hundida entre las almohadas. Extendí el brazo y apagué la alarma de mi teléfono.

Me quedé acostado unos minutos pensando en si debía levantarme para ir a la escuela o elegir el camino de la felicidad y quedarme durmiendo; finalmente, decidí levantarme: siempre podía distraerme leyendo cuando los profesores se pusieran a hablar de su juventud y cosas que a todos los del salón nos traían sin cuidado.

Cuando salí de mi habitación una media hora después, me encontré a mi padre en el pasillo que conducía a la sala.

- Buenos días - le dije. Me devolvió el saludo, vestía muy elegante y sabía lo que eso significaba, lo cual confirmé cuando vi la maleta que llevaba - ¿Viajarás? - le pregunté. En realidad me importaba muy poco la respuesta, pero quería ser un buen hijo.
Un buen hijo...

Sí, claro.

Mi padre siguió caminando hasta llegar a la sala y dejó la maleta junto al sofá para luego dirigirse al comedor. Se sentó en un extremo de la mesa y yo me senté en uno de los lados de la mesa, alejado de él.

Como siempre.

- Tengo un viaje de trabajo - dijo. Yaneth nos trajo el desayuno y le agradecí con una sonrisa. Qué novedad, pensé -. Estaré ausente dos semanas.

Como si importara.

Mi padre no dijo nada más y se dedicó a desayunar y, como de todas maneras no tenía nada de qué hablar con él, hice lo mismo.

Después de desayunar, mi padre se fue en su auto y yo me dirigí a mi habitación para terminar de preparar las cosas de la escuela. Sí, así es, yo era de esas personas que arreglan las cosas en la mañana y no el día anterior como la gente normal, pero ¿quién quiere ser normal?

Ni idea.

Cuando me disponía a salir de mi habitación, me llegó una notificación a mi teléfono.

Instagram: Paola Jones ha publicado una foto.

Me voy a arrepentir, dije mentalmente.

Decidí no verla y no amargarme el día. Admitía que me daba curiosidad, pero a veces es mejor no arriesgarse. Ya podía verla más tarde.

Salí de mi casa, no sin antes despedirme de Yaneth, y pasé a buscar a CLytia. Ir con ella caminando a la escuela ya se había vuelto una costumbre, y cuando ella se iba era increíblemente aburrido.

- Ya me voy - la escuché gritar y, tras eso, cerrar la puerta de su casa.

- Buen día - la saludé mientras se acercaba. Iba vestida con el uniforme de educación física y estaba peinada con una cola de caballo. Se veía muy linda hoy.

Bueno, ella siempre estaba linda.

- Buenos días - respondió con energía y comenzamos a caminar.

Hablamos de temas que salían, contamos los chistes más racistas que se nos ocurrían y, por supuesto, no pude evitar hacer dos paradas para acariciar gatos. Pueden llamarme raro, pero si veo un gato, debo acariciarlo. La cosa se complicó un poco cuando el segundo felino comenzó a seguirnos y tuvimos que ahuyentar al animal, lo cual me dio un poco de lástima y me hizo querer llevarmelo. Por desgracia, a mi padre no le gustaban los gatos. Una pena.

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⏰ Última actualización: Sep 22 ⏰

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