VIII

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Samantha POV

Algo va mal.

Los primeros días de mi viaje de negocios, Abril es la misma de siempre, increíble, cuando la llamo por la noche o entre reuniones. Su voz es suave y acogedora en mi oído, me dice que me echa de menos, me pregunta si estoy descansando del estrés. A última hora de la noche, me envía selfies en el espejo desde nuestra suite del hotel, sin más ropa que un trozo de tela amarilla que se parece vagamente a unas bragas, y me ronronea por el altavoz mientras me masturbo en el baño.

Pero en algún momento, su tono pierde su brillo habitual.

Suena casi triste... Aunque no me dice por qué para que pueda arreglarlo.

Ningún regalo enviado a su puerta parece ayudar.

Finalmente, deja de responder a mis llamadas. No puedo concentrarme en nada. No puedo pensar en nada más que en ella, repitiendo nuestras últimas diez conversaciones, intentando averiguar si me he perdido algo. ¿Cómo diablos he jodido esto tan rápido?

La echo de menos. Más allá de lo que pueda creer. Estoy enferma sin ella.

Fui una idiota al pensar que podría pasar tanto tiempo lejos de Abril y no volverme loca.

Para alguien tan preocupado por provocarme un ataque al corazón, ciertamente tiene la maldita cosa disparando en todos los cilindros de mi pecho.

Mientras esperamos para embarcar en mi jet, mis entrañas están hechas trizas. He movido algunos hilos y he enviado a un policía local para que se asegure de que ella está a salvo y está bien. Nadando en su fastuosa piscina, quedando con amigos para comer, yendo al gimnasio y a la playa. Las actividades habituales del verano. Aunque nada que le impida responder a mis llamadas.

Si no la abrazo pronto, perderé la cabeza.

Por desgracia, una tormenta nos mantiene en tierra la mitad de la noche del domingo. Para cuando logramos volar con seguridad, es lunes por la mañana y mi asistente me llama para recordarme la ronda de golf que tengo programada con Abelardo, el padre de Abril, dentro de unas horas. No hay manera de que pueda hacerlo. Tengo un nudo en la garganta y siento las piernas como si fueran de plomo, no es la condición ideal para un partido de golf amistoso.

Después de aterrizar, llamo a Abelardo para cancelarlo desde la pista.

Mi plan es llevar a Juan a casa y localizar a Abril.

Necesito entender lo que está mal y repararlo. Necesito que se suba a mi regazo, me susurre en el cuello y me haga sentir completa.

Es la única que lo hace.

Estoy enamorada de ella.

Estoy enamorada de esta chica de dieciocho años que viene a mi casa desde la escuela secundaria, que se ha transformado en una joven adulta. Estoy enamorada de su perspectiva única, de la forma en que se preocupa, de su risa, de su tacto, de su espontaneidad y optimismo. Es mi pequeña. Es mi... novia. Es mía. ¿Por qué demonios ha cortado conmigo?

Abelardo me responde al oído mientras le entrego mi equipaje al conductor y subo a la parte trasera de la limusina. -Hola, Abelardo...

- Estoy metiendo los viejos palos en el maletero mientras hablamos. - dice. - Nuestra hora de salida en el club es a las once y cuarto.

- Si. - suspiro, frotando mis ojos arenosos - Escucha, sobre nuestro juego...

- Trae a Juan, si puedes. Abril estará ahí más tarde. Pueden pasar el rato en la piscina mientras golpeamos algunas bolas...

Mi boca se cierra de golpe ante la noticia de que no puedo asistir.

Abril va a estar en el club de campo.

SUGAR MOMMY (Rivari G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora