Juegos en el Despacho Presidencial

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El ajetreo en la oficina presidencial no cesaba. Documentos se apilaban en el escritorio de Claudia, y las llamadas urgentes parecían no tener fin. La carga de su posición como Presidenta era inmensa, y últimamente, el estrés comenzaba a pasarle factura. Sin embargo, Claudia se mantenía firme, consciente de sus responsabilidades y el peso de la nación sobre sus hombros.

Xóchitl, por otro lado, observaba a su amada desde la distancia, notando la tensión en sus hombros y la fatiga en sus ojos. Sabía que Claudia necesitaba un respiro, aunque fuera breve, para desconectar y recordar que había más en la vida que solo trabajo. Y Xóchitl estaba decidida a ser esa distracción.

Aprovechando un momento en que la oficina se vació brevemente, Xóchitl entró sigilosamente, cerrando la puerta tras de sí con un suave clic. Claudia levantó la vista, sus ojos iluminándose al verla. "Hola, amor," dijo, su voz cansada pero llena de cariño.

"Hola, Presidenta," respondió Xóchitl con una sonrisa juguetona. Se acercó al escritorio, moviéndose con una gracia felina, y se sentó en el borde, cruzando las piernas. "He venido a darte un descanso."

Claudia arqueó una ceja, una chispa de interés despertándose en su mirada. "¿Un descanso, eh? ¿Y cómo planeas hacerlo?"

Xóchitl se inclinó hacia adelante, sus labios a solo centímetros de los de Claudia. "Déjame mostrarte," susurró, su aliento cálido contra la piel de Claudia.

Antes de que la Presidenta pudiera protestar, Xóchitl deslizó una mano hasta la nuca de Claudia, atrayéndola para un beso suave pero apasionado. Claudia respondió con un suspiro, cerrando los ojos y permitiéndose un momento de indulgencia.

El beso se profundizó, y Xóchitl aprovechó la distracción para desabrochar lentamente los primeros botones de la camisa de Claudia, sus dedos rozando la piel expuesta con una delicadeza que enviaba escalofríos por la espalda de la Presidenta. Claudia intentó recuperar el control, su voz un susurro ronco, "Xóchitl, estoy muy ocupada..."

Pero Xóchitl no se dejó intimidar. "Justamente por eso," replicó, deslizando su mano más abajo, "necesitas un descanso."

El juego continuó, cada caricia de Xóchitl siendo una mezcla de ternura y provocación. Claudia, finalmente rindiéndose al encanto de su amante, permitió que la tensión se desvaneciera. Sin embargo, la chispa de autoridad y deseo en sus ojos indicaba que no iba a dejar que Xóchitl tomara el control por completo.

"Te estás portando muy mal, senadora," murmuró Claudia, su voz baja y cargada de una promesa velada. Se levantó, rodeando el escritorio para enfrentarse a Xóchitl directamente. "Y ya sabes lo que pasa con las chicas malas."

Xóchitl sonrió, su mirada llena de desafío. "¿Oh, sí? ¿Y qué vas a hacer al respecto?"

Claudia no respondió con palabras. En cambio, tomó a Xóchitl por la cintura, girándola bruscamente hasta que quedó apoyada contra el escritorio. La Presidenta se inclinó, susurrando al oído de Xóchitl, "Voy a enseñarte a no interrumpir mi trabajo de esta manera."

Xóchitl jadeó, la anticipación y el deseo mezclándose en una ola de emoción. Claudia comenzó a explorar su cuerpo con una precisión que solo los años de intimidad podían otorgar. Cada toque, cada beso, era un castigo y una recompensa al mismo tiempo.

"¿Te gusta jugar a distraerme, verdad?" preguntó Claudia, su tono autoritario mientras deslizaba las manos por los muslos de Xóchitl, subiendo lentamente la falda que llevaba.

"Sí," admitió Xóchitl con un suspiro, sus palabras entrecortadas por el placer. "Me gusta verte perder el control."

"Pues ahora veremos quién realmente tiene el control," murmuró Claudia, sus dedos encontrando la piel desnuda de Xóchitl, arrancando un gemido de sus labios.

El despacho presidencial, generalmente un lugar de seriedad y decisiones importantes, se convirtió en el escenario de un juego íntimo y sensual. Claudia, moviéndose con la precisión de una líder experimentada, llevó a Xóchitl al borde una y otra vez, manteniéndola en un estado de anticipación agonizante.

Finalmente, cuando la Senadora no pudo aguantar más, Claudia decidió otorgarle el alivio que tanto deseaba. Con movimientos expertos, la llevó a un clímax intenso, los gritos de placer de Xóchitl llenando la habitación.

Mientras Xóchitl se recuperaba, aún temblando por la intensidad de la experiencia, Claudia la sostuvo en sus brazos, besando suavemente su frente. "Nunca dudes de cuánto te amo," susurró.

"Lo sé," respondió Xóchitl, acurrucándose más cerca. "Y yo te amo a ti, Presidenta."

Pasaron unos momentos más en silencio, disfrutando de la intimidad y el calor compartido. Eventualmente, Claudia se incorporó, ajustándose la ropa y ayudando a Xóchitl a hacer lo mismo.

"Ahora, deberíamos volver al trabajo," dijo Claudia con una sonrisa traviesa. "Pero gracias por recordarme que también necesito un descanso de vez en cuando."

Xóchitl le devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con amor y satisfacción. "Siempre estaré aquí para darte esos descansos, amor."

Y así, con corazones ligeros y renovados, ambas mujeres se prepararon para enfrentar los desafíos del día, sabiendo que su amor y deseo compartido les daría la fuerza para superar cualquier obstáculo.

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Por algo se empieza, aún recuerdo las buenas épocas en donde tenía más visualizaciones, pero bueno, después de 2 años que puedo esperar.

Espero les guste y cuídense 😘

Amor y política: Entre lados opuestos del parlamento. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora