Tentaciones en la Oficina Presidencial

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La luz del atardecer se filtraba por las ventanas de la oficina presidencial, bañando la habitación en tonos cálidos de dorado y naranja. Claudia estaba sentada en su elegante escritorio, revisando documentos importantes. A su lado, Xóchitl, vestida con un traje ceñido, la observaba con una mezcla de admiración y deseo. Cada momento juntas, aunque breve y rodeado de secretos, era un regalo que ambas atesoraban.

Xóchitl se levantó de su silla y se acercó a Claudia, colocando una mano suave en su hombro. "¿Cómo va todo?" preguntó con una sonrisa juguetona.

Claudia levantó la mirada, sus ojos reflejando el cansancio de un día largo, pero también el amor que sentía por Xóchitl. "Un día más de trabajo interminable," respondió con un suspiro. "Pero tenerte aquí hace que todo sea más llevadero."

Antes de que pudieran decir algo más, el teléfono de Claudia sonó. La pantalla mostraba el nombre de Jesús, su esposo. Claudia dudó un momento antes de contestar, sabiendo que la llamada podría alargarse.

"Hola, Jesús," dijo, tratando de sonar animada mientras mantenía su voz firme.

Xóchitl observaba la conversación, sintiendo una punzada de celos al escuchar la voz de Jesús del otro lado de la línea. Decidida a recordarle a Claudia quién la hacía realmente feliz, se inclinó hacia ella, sus labios rozando el cuello de la presidenta con un toque ligero.

Claudia se estremeció levemente, tratando de mantener la compostura. "Sí, estoy en la oficina," dijo, su voz temblando apenas perceptiblemente.

Xóchitl, viendo la reacción de Claudia, sonrió para sí misma y decidió llevar el juego un poco más lejos. Deslizó una mano por la espalda de Claudia, bajando lentamente hasta llegar a su cintura. Claudia cerró los ojos por un segundo, tratando de concentrarse en la conversación con Jesús.

"Estoy revisando algunos documentos importantes," continuó Claudia, mientras Xóchitl bajaba su mano aún más, acariciando suavemente el muslo de Claudia.

Jesús seguía hablando, ajeno a lo que estaba ocurriendo del otro lado de la línea. "¿A qué hora piensas llegar a casa? Te he preparado la cena," dijo, su voz sonando preocupada.

Claudia tragó saliva, tratando de mantener su voz estable. "No estoy segura, Jesús. Podría tardar un poco más de lo previsto."

Xóchitl, divertida por la situación, se arrodilló suavemente delante de Claudia, sus manos deslizándose por debajo de la falda de la presidenta. Claudia se mordió el labio, su respiración volviéndose más pesada.

"Jesús, ¿podemos hablar más tarde? Estoy... un poco ocupada ahora mismo," dijo Claudia, luchando por mantener su tono profesional.

Xóchitl, sin detenerse, comenzó a besar el interior de los muslos de Claudia, acercándose peligrosamente a su objetivo. Claudia soltó un leve jadeo, tapando el micrófono del teléfono con una mano.

"¿Estás bien, Claudia?" preguntó Jesús, su voz mostrando preocupación.

"Sí, sí, estoy bien," respondió rápidamente Claudia, su voz temblando. "Solo un poco estresada. Hablamos más tarde, ¿de acuerdo?"

"Está bien," respondió Jesús, aunque sonaba dudoso. "Te amo, Claudia."

"Yo también te amo," dijo Claudia automáticamente, antes de colgar la llamada y dejar escapar un suspiro profundo.

Xóchitl sonrió, levantándose lentamente y mirando a Claudia con ojos llenos de travesura. "¿Te he distraído demasiado?" preguntó inocentemente.

Claudia, aún recuperándose de la intensidad del momento, miró a Xóchitl con una mezcla de reproche y deseo. "Eres... increíblemente traviesa, ¿sabes eso?"

"Solo quería recordarte lo que es realmente importante," dijo Xóchitl, acercándose para besarla suavemente.

Claudia la tomó por la cintura, atrayéndola hacia sí. "Lo has logrado," murmuró contra sus labios antes de besarla con una pasión desenfrenada.

Las manos de Claudia recorrieron el cuerpo de Xóchitl, explorando cada curva con ansia. La oficina, normalmente un lugar de trabajo serio y lleno de responsabilidades, se convirtió en un santuario de pasión y deseo. Claudia empujó los papeles a un lado, levantándose para llevar a Xóchitl a su escritorio.

Xóchitl se sentó en el borde del escritorio, tirando de Claudia hacia ella. "A veces me olvido de cuánto me necesitas," dijo en un tono juguetón.

Claudia sonrió, su respiración aún agitada. "Nunca lo olvides, Xóchitl. Eres mi refugio en medio de este caos."

Se besaron de nuevo, sus labios moviéndose con una urgencia que dejaba claro cuánto se deseaban. Claudia deslizó sus manos por debajo de la blusa de Xóchitl, acariciando la piel suave mientras sus labios se movían por el cuello de Xóchitl, dejando un rastro de besos ardientes.

El sonido de un mensaje entrante en el teléfono de Claudia rompió el hechizo momentáneamente. Ambas sabían que no podían ignorar sus responsabilidades por mucho tiempo, pero en ese momento, nada importaba más que su amor y deseo compartidos.

"Deberíamos parar," dijo Claudia, aunque su voz carecía de convicción.

Xóchitl sonrió, sus ojos llenos de lujuria. "Tal vez deberíamos, pero no quiero."

Claudia soltó una risa suave, besándola de nuevo. "Tienes una forma de hacerme olvidar todo lo demás."

La pasión entre ellas era palpable, y aunque sabían que este momento debía ser breve, se entregaron por completo, dejando que el deseo y el amor las guiara.

Mientras el sol se ponía y la oficina se llenaba de sombras, Claudia y Xóchitl encontraron un respiro en su intensa conexión, sabiendo que cada momento juntos, por más breve y arriesgado que fuera, valía la pena cada sacrificio.

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Ocupo una Clau en mi vida :(

Espero les haya gustado, cuídense. 😘

Amor y política: Entre lados opuestos del parlamento. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora