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La luz blanca del hospital inundó toda la habitación, envolviendo a Félix en una sábana helada. Desorientado, parpadeó con fuerza, intentando enfocar su vista borrosa, mientras un pitido constante taladraba sus oídos, mezclándose con un revoltijo de sonidos indescifrables que llenaban la habitación. Al mismo tiempo un dolor punzante latía en su cabeza, como si un martillo lo golpeara sin cesar.

Minutos después intentó mover la mano, pero una inexplicable pesadez la retenía. Al bajar lentamente su mirada, se encontró con un tubo transparente enredado en su brazo que lo conectaba a una bolsa llena con un líquido transparente.

Todo aquello parecía sacado de una película de terror, y fue entonces cuando el pánico se apoderó de él. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?

De repente, una figura femenina se materializó junto a su cama. Su rostro, enmarcado por una cascada de cabello rubio ondulado, era a la vez familiar y extraño. Sus ojos cafés, llenos de preocupación, se iluminaron con alegría por un instante.

-Felix..- susurró ella con voz temblorosa -por fin estás despierto.

- ¿Quién eres?- preguntó él con voz ronca y áspera que apenas reconocía como suya.

-Soy Samantha- respondió ella, con un nudo en la garganta y los ojos cristalizados amenazando con derramar lágrimas de tristeza. -Soy tu esposa...

Las palabras de Samantha golpearon a Félix como un puñetazo en el pecho. ¿Esposa? ¿Él estaba casado? No recordaba nada. Un vacío negro se extendía en su mente, devorando cualquier mínimo recuerdo que tenia sobre su pasado. El miedo que ya tenia, se intensificó, ahogando su respiración. ¿Como se supone que tenia que sentirse? En ese momento, todo se sentía tan extraño, tan vacío... y por mas que lo intentará las palabras no salían de su boca.

votos de amor | riverducción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora