First impression

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Miraste la puerta ante ti esperando y viendo detenidamente. Cómo podías entrar... Parecía una clase de misión imposible, pero ahora mismo no tenías más lugar al que ir. 

<Ese hombre no tiene ninguna piedad. Si fuera alguna clase de bestia salvaje sin duda le mordería por lo despiadado que es. Cómo puede dejar a un lindo cachorro así sin más a su suerte. Ni siquiera se apiada aunque llore o rasque la puerta.

Bufaste antes de sentarte molesta.

No hacía tantas horas atrás había sucedido algo no esperabas se diese. Lo malo fue que resultó de una de las peores maneras posibles. En el momento en el que habías abierto los ojos te encontraste en un lugar desconocido. Eso era lo primero te había alertado, pero hubo algo más que te llamó la atención y eso fue tu pequeño cuerpo. No tardaste mucho en darte cuenta eras alguna clase de animal. 

Patas pequeñas y peludas, con lo que parecía un hocico por delante. Seguramente la gente que pasaba por el lugar te observaron extrañados al ver un animal quejarse y lamentarse mientras empezaba a dar vueltas sobre sí mismo, pero tenías que averiguar qué eras y aunque un niño te calificase de "cachorro", siempre podía ser se equivocase, ¿cierto? Los niños pueden ser muy inocentes y de pronto resultabas ser alguna clase de cría de una bestia extraña de la que no tenías ningún conocimiento.

Por suerte alguien te ofreció un cuenco de agua al ver tus pequeños lamentos, lo que aprovechaste para comprobar tu reflejo y por más que quisieses negarlo, parecía que sí, eras algún perro... 

<No. Seamos optimistas... ¡Muchas bestias desconocidas parecen animales domésticos cuando son unas crías! ¡Quizá acabaré creciendo y siendo algo realmente increíble! Puede incluso que sea un yokai. Podré volver a mi forma humana... Eso es... Ser una bonita chica, todas las historias donde sucede algo así es por un motivo, yo también puedo.> Intentas animarte tú sola mentalmente.

Una vez que te habías calmado un poco de tu situación, empezaste tu recorrido para reunir información y adaptarte rápido. Era importante no quedarse quieta o quién sabe si aparecería algún ave que te llevase volando por ahí para que fueras su cena. Por más que estuvieses en lo que parecía ciudad, no debías descartar posibilidades descabelladas, lo importante en cuanto se da esa clase de situaciones es lo que hagas en las primeras horas. 

Así había sido notaste te encontrabas en la ciudad de Sumeru. En cuanto a comunicarse... Podías entender a la gente, pero lo que obtenían ellos por más que tratases comunicarte fue solo unos cuantos ladridos que parecía más de juguete. Sabías eras pequeña ahora, pero por qué sonaban así tus ladridos, era realmente vergonzoso y todos se reían. 

En ese punto fue que decidiste sopesar tus opciones y hacer memoria sobre la información que tenías. El único lugar que sería seguro y que además serías capaz de disfrutar de una buena vida y vista fue con cierto escriba. Te costó llegar hasta lo que era la puerta de su casa y cuando trataste de rascar la puerta, nadie respondió. 

Habías esperado fuera un buen rato, sentada esperando a que se apareciese o él o el arquitecto el cual seguramente se apiadaría más de ti y no podría resistir tu actual ternura.

De ese modo le viste llegar a su casa, extrañándose un poco de ver un perro delante de su puerta, pero mientras soñabas despierta y empezabas a mover la cola acercándote para observarle fue que pasó directamente echándote a un lado y entrando en casa como si nada.

<¡No debí confiar en él! Me distraje porque se veía más guapo en persona, pero podría haberse parado un momento. Quiero morderle... Ah... Pero se veía tan genial, realmente su actitud fría es lo mejor.. ¡No! ¡Concentración! ¡Es malo! ¡En esta situación es algo malo!> Tratas de concentrarte, negando con la cabeza antes de volver a tu pequeño acto.

Cuánto tiempo llevabas rascando la puerta y quejándote. Empezaste a aullar, aunque seguramente estaría con sus cascos para insonorizar el sonido. Parecía estabas perdiendo el tiempo ahí.

<¡No me dejes aquí!> Aúllas una vez más antes de que te vieses interrumpida al sorprenderte de comprobar que la puerta se abría.

Delante tuya el escriba que te vio desde arriba como ahora empezabas a moverle la cola. Ya estabas esperando te dejase entrar y verle sin duda te puso feliz.

— Eres ruidoso. Cállate.

Le diste un ladrido feliz mientras tratabas de hacerte la adorable poniendo ojitos.

<Vamos, hazme caso. Mira que adorable cachorrito espera le recojas. Quién no es feliz de ver algo tan lindo justo delante de su puerta ¡Es el destino! O mi persistencia... Cualquiera vale. Venga, adóptame.> Rascas con tu patita su bota mientras te mira atentamente.

Pusiste tus mejores ojos y ya que parecía verte pensaste ya casi lo tenías.

Tu corazón dio un vuelco de alegría cuando viste se agachaba un poco, esperando te cargarse o acariciase. Pero la realidad era más cruel de lo que esperabas, te echó un poco para atrás para que dejases de rascarle y entró de nuevo en casa cerrándote la puerta delante de tus narices.

Te quedaste sin habla. Había vuelto a dejarte fuera sin piedad alguna. 

Gruñiste antes de empezar a soltar insultos que parecían ladridos para el resto. 

El plan B consistía en esperar al arquitecto. No tenías otra que quedarte ahí hasta que llegase el rubio y te viese. Te tumbaste sin poder hacer nada más mientras te quejabas por un rato más por si se daba la posibilidad de que tus lloriqueos llegasen al frío y lo que parecía inexistente corazón de Alhaitham.

Anecdotes of a puppyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora