Nadie esperaba que Giyuu Tomioka, la persona más reservada, fría y obstinada sobre la faz de la tierra, según sus compañeros; se enamorara.
Ni siquiera él, y muchísimo menos de una aprendiz débil y vulnerable, como las personas a las que ha juzgado...
Lentamente, intenté abrir mis ojos. Sentía los párpados pesados y un terrible cansancio que recorría mi cuerpo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando sentí un dolor insoportable en la parte trasera de mi cabeza, que me llevo a tocarla un par de veces confundida, impactandome cuando observé mi mano llena de sangre.
Atemorizada hice el intento de levantarme, desplomandome al segundo debido a que los miembros temblorosos de mi cuerpo no tenian la capacidad de manterse en una posición estable.
Me sentía aturdida, en mis oídos había un pitido insoportable y el mundo me daba vueltas, como si no fuera real.
A duras penas logré sentarme, apoyando mi espalda del mismo tronco que hirió mi cabeza, recordando vagamente la razón por la cual estaba tirada en medio del bosque.
Conmocionada por todo lo que me sucedió en una noche, cerré ambos ojos intentando reflexionar, antes de que los estúpidos soldados de mi padre me encontrasen y no tuviera tiempo de escapar. Sin embargo, el lento crujido de una hoja me sacó de mis pensamientos, provocando que abriera lentamente los ojos con un escalofrío que recorrió mi columna vertebral.
Mi corazón empezó a latir muchísimo más rápido de lo que en algún momento lo hubiera hecho cuando levanté mirada, para observa a aquel ser demoníaco con largos cuernos, sanguinarios ojos amarillos y una perturbadora sonrisa de la cual caían rastros de saliva.
Las lágrimas que yacian en mis ojos empezaron a deslizarme por mi rostro y mi cuerpo se paralizó, cuando el demonio dió una paso hacia mi, mostrando sus largas y filosas garras con restos de sangre seca en ellas.
¿Es así como moriré?
Cuando aquel ser de piel azulada y aproximadamente unos dos metros de estatura levantó su brazo listo para degollarme con esas terroríficas garras, una ráfaga de luz igual a las anteriores se desplazó en el aire, tan rápido que apenas pude presenciarla.
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