Capítulo 16

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Mi madre accedió a que hiciéramos la fiesta en casa, siempre y cuando, no tomáramos drogas ni alcohol y no invitase a demasiadas personas. Por supuesto, también nos recalcó a Gonzalo y a mí que teníamos que advertirle a los invitados cuando entren que tuviesen cuidado de no romper nada. Ella había arreglado para salir con unas amigas, aunque yo sospechaba que se encontraría con su profesor de yoga.

Gonzalo vino a casa temprano para ayudarme a preparar todo para su cumpleaños.

—Tengo algo para vos —le dije cuando mi mamá se fue.

Quería entregarle mi regalo antes de que llegaran los invitados. Había mandado a imprimir algunas etiquetas con un logo de una calavera junto a una rosa blanca y una pluma. En cada una, se leía escrito en letras doradas: "Licores artesanales".

—¡Wow! ¡Son perfectas, como vos! —dijo en cuanto las vio y me besó con ternura.

Me hacía muy feliz que le hubiera gustado el regalo. Para costear las etiquetas y la comida de la fiesta, había tenido que vender unos aros de oro que mi papá me había dado en mi cumpleaños de quince. Eran bonitos, pero no me sentía segura cargando con tanto dinero encima. Tenía miedo de perderlos o de que me los robaran, eran más útiles ahora que estaban en la vitrina de la casa de empeños.

—También tengo un regalo para vos —dijo él.

—¿Para mí? Si el que cumple años hoy sos vos.

—Sí, pero lo vi en un negocio y me pareció lindo. Además me haría feliz que llevaras algo mío siempre con vos —dijo sacando de su bolsillo una cadenita de plata con un dije de corazón que tenía una inscripción grabada.

Lo tomé con cuidado para poder leer lo que decía: "Siempre te voy a cuidar". Era muy hermoso.

—Gracias, ¡me encanta!

Después de que me lo colocó en el cuello, lo abracé con fuerza y él a mí.

El sonido de su celular vibrando en el bolsillo delantero hizo que me apartara para que pudiera responder.

—Hola... Gracias... Sí... No sé, lo que quieras... Cerveza, está bien... Sí, unas papitas... ¿Venís con Julián?... ¿Por qué?... Mmh, bueno, te paso... —habló con la persona al otro lado de la línea y luego me tendió su celular.

—Hola.

—Hola, Maya. Soy Karen. Te quería preguntar si puedo invitar a un amigo a tu fiesta. Es que... como le vas a presentar una chica a Julián y Gonzalo va a estar con vos, no quiero quedar como el mal quíntuple o como se diga.

Tenía sentido, yo también me hubiera sentido incómoda en su lugar, por lo que sin pensarlo respondí:

—¡Claro! No hay problema. Nos vemos más tarde.

Karen colgó el teléfono y le devolví el celular a Gonzalo.

—¿Qué te dijo? —quiso saber.

—Me preguntó si podía traer a un chico y le dije que sí.

No esperaba la reacción explosiva de Gonzalo después de escuchar mis palabras y di un paso atrás.

—¡¿Sos tonta?!

—¡¿Qué, por qué?!

Él avanzó hacia mí y retrocedí aún más. Me daba miedo su expresión.

—¿No te diste cuenta de que Julián está enamorado de Karen?

Era evidente que le gustaba y había cierto coqueteo constante entre ambos, pero tanto Karen como Gonzalo estaban conmigo el día en el que yo accedí a presentarle una amiga mía a Julián y ambos se habían mostrado de acuerdo.

Amor y tempestadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora