Tenko amaba a Himiko, todo el mundo lo sabía y se lo demostraba siempre. Por más evidentes y obvios rechazos que su amiga demostraba hacia ella, Chabashira seguía expresando su amor como si fuera a morir si no lo hiciera.
Por otro lado, Himiko amab...
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Tenko y Kokichi atendieron lo más rápido que pudieron a Yumeno, activaron su aire acondicionado, le pusieron un paño húmedo en la frente y le hicieron tomar un caldo de sopa.
— Ahora está a 38... ¿cómo habrá estado antes...? —la pelieverde miró a su amiga con preocupación, Ouma le había prohibido por completo acercarse a la maga hasta que esta despertara y a Chabashira no le quedó de otra que obedecer.
— Lo importante es que ahora está bien, no pienses en lo demás —dice Ouma alzándose de hombros y acercándose a Himiko, empezando a pincharle las mejillas con el dedo índice—. Despierta.
Tenko soltó un grito de sorpresa y fue corriendo hacia el líder supremo, alejándolo de la pelirroja dormida.
—¡Oye, ¿qué crees que haces?!
—¡No le hagas eso, necesita descansar!
—¡Necesitamos saber que necesita y para eso tiene que despertar, no somos adivinos!
— Estoy segura de que sea que sea lo que necesite no serán tus mugrosos dedos en sus mejillas.
Tenko y Kokichi continuaron peleando por unos minutos, cada vez eran más fuertes y se enojaban más con el otro.
— Callense.
Un murmullo enojado salió de cierta pelirroja.
—¡Himiko! —gritaron los dos al unísono con una sonrisa.
— No me dejan dormir, hagan silencio —la maga se hizo bolita y se tapó los oídos.
Sus amigos alzaron una ceja.
"Entonces... ¿solo estaba dormida?" Pensaron los dos.
Unos segundos después, Yumeno se levantó rápidamente y volteó a los lados, cuando su mirada se cruzó con la de Chabashira sus mejillas se pusieron rojas un momento.
—¿Qué hace ella aquí? –Himiko señaló a la maestra de Aikido y miró a Ouma con mala cara.
—¿¡Eh?! —Tenko se sorprendió, no se esperaba una reacción así ante su presencia.
— No lo sé, ella quiso venir conmigo —Kokichi se alzó de hombros.
La habitación se quedó en silencio unos minutos.
— Pónganse cubrebocas —susurró Himiko desviando la mirada.
—¿Eh? —dijeron los visitantes con la cabeza ladeada, sin haber escuchado las palabras de Himiko.
— Qué se pongan un cubrebocas... —dijo Yumeno desviando la mirada.
Ouma y Tenko se miraron a los ojos y volvieron a mirar a Yumeno.
Quizá para muchos esas palabras no eran la gran cosa, pero para alguien tan cercano a Himiko como esos dos era algo importante.
Demostraba que la maga tenía ese lado humano y demostrativo que tanto intentaba ocultar, ese lado que nunca dejaba ver. La verdadera Himiko Yumeno.
—¡Ya voy! —Ouma buscó entre las bolsas que trajo un par de tapabocas, se sorprendió cuando terminó de examinar todas—. Bueno... puede que me los haya olvidado.
—¡Ouma! —Tenko le recriminó.
—¡Lo siento, según yo si estaba ahí!
— Creo que en un cajón de la cocina hay uno extra —comentó la maga bostezando.
El líder supremo y la peliverde se miraron a los ojos unos segundos, finalmente, la segunda mencionada soltó un suspiro.
— Bien... iré a com-
— Quédate.
Yumeno agarró la mano de Tenko y la miró a los ojos. La cara de la maestra de Aikido se puso roja y empezó a tartamudear.
—¿Quieres que yo me vaya? —el pelimorado se señaló a sí mismo y luego rodó los ojos—. Okay, es fácil detectar cuando eres la tercera rueda.
El peliverde tomó las llaves de Yumeno y se fue de la casa.
— Y-yo... iré a... b-buscar el cubrebocas, ¿b-bien?
Himiko hizo una pequeña mueca de tristeza, soltó la mano de Tenko y se cubrió con una manta.
— Vuelve rápido.
La peliverde asintió y salió a toda velocidad de su habitación.
Era claro que Himiko no estaba actuando en sus cinco sentidos, quizá la fiebre le nublaba el cerebro, pero aún así...
"¡¿Qué demonios fue todo eso?!"
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