"¿Podría decirme, es todo una pérdida de tiempo?
¿Estás dejando a mi amor atrás?"
—¿Está hecho? —Dimitry asiente— bien —yo asiento—, ni una palabra de esto a ella ni a nadie, como siempre.
La Señorita Montes entra de manera precipitada en la habitación que sirve de mi oficina y de biblioteca, y si no fuera porque Dimitry está cerca ella hubiese terminado en el suelo, cómo siempre.
Torpe, no se acercará nunca para poder describir a la Señorita Montes.
—Gracias —la chica le sonríe pacientemente, espera a que él le ayudé a ponerse en pie y derecha y luego me habla directamente a mí. En cuanto lo hace sonrió— es hora de comer, ¿ya vamos?
—Vamos —me levanto de mi asiento y voy a su encuentro. Está vez ella no me deja llevarla en brazos, en realidad no ha vuelto a dejarme hacerlo desde el día del disparo. Y de eso ya ha pasado cerca de una semana.
Tampoco nos hemos besado de nuevo.
No es cómo si todo el camino que hemos recorrido juntos se hubiera parado, solo es como si estuviera yendo más lento o quizás estuviera en pausa. Pero no una definitiva, o al menos eso es lo que quiero pensar.
Hasta que llega la mañana del domingo. Está vez ella no viene a verme en toda la mañana y cuando cuestiono a Dimitry por ello, me contesta que ella no está en la casa.
—¿Cómo has permitido que salga sola? —Le reprendo.
—No sé ha ido sola, está con su equipo de seguridad de siempre y con sus hermanas.
—¿Por qué no me ha dicho que la acompañé? —Digo por lo bajo. Traté de que mi guardaespaldas personal no me escuchara, pero él siempre es más hábil que yo en eso.
Capta todo y responde lo que no quiero saber.
—Porque no lo quiere ahí, señor.
—¿Disculpa...? —Le interrogo molesto.
Me levanto de mi asiento y pongo ambas manos sobre el escritorio que hacen un sonido fuerte y estridente contra la madera.
—¿Tiene idea qué día es hoy si quiera?
—No, ¿qué día es hoy?
—No debo decírselo yo señor, sino ella.
El hombre está paciente y calmado como siempre. Normalmente esa actitud le va bien, hasta la aplaudo siempre que puedo. Pero ahora mismo, me parece exagerada, molesta y hasta irritante.
—¿Por qué no?
—Porque no es mi trabajo hacer eso.
¿Está, acaso protegiéndola?
—¿Estás protegiéndola, acaso?
—Sí, señor.
Me reí por eso. Solo un poco para hacerle saber que lo entendía. Él también había caído por ella.
En realidad creo que todos en esta casa habíamos caído ya por ella.
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Confiar es algo peligroso, sobre todo cuando en lo que confías es amor. Confiar también es una manera de caer. Caemos enamorados, por eso es que cuando se acaba o apaga duele tanto levantarte.
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Gravity "Serie Hermanos Marroquín" I. #PGP2024 #Wattys2024
ChickLitHay tres reglas para las chicas Montes. No están escritas pero son ley en todos lados a dónde ellas van. 1- Sé amable con todos, no importa quiénes sean. 2- Siempre mira a ambos lados antes de cruzar una calle. 3- Nunca te enamores, especialmente de...