Una variación.
Me masajeé las sienes. Era cierto pero al mismo tiempo también desconcertante.
Mi primer yo, al que había decidido denominar así porque no tenía ni remota idea de cómo llamarle, no había ido a buscar a Jimin a la estación. Había dado por hecho la ruptura, llorado a rabiar y casi enfermado por no comer pero, claro, carecía de la información sobre el futuro que yo sí tenía. ¿En qué punto entonces que lo cambiara estaba mal? ¿No era esa la fisura a resolver? ¿Tenía que dejar que Jimin agonizara repitiendo una y otra vez el mismo día?
No, no estaba dispuesto. Definitivamente no.
Me incorporé de la banca en donde me había dejado caer, frustrado tras la información de Nam Joon, a eso de la una de la tarde. No me había movido desde entonces, metido en mil cavilaciones mientras observaba como un tonto los datos de los trenes en la pantallas, esperando un milagro que no se produciría si me limitaba a esperar. Era momento de improvisar algo; lo que fuera. Si Jimin había luchado contra el Destino por mí, yo haría lo mismo por él.
—Buenas casi noches, Nam Joon. —Me dirigí a la taquilla de billetes—. ¿Me puedes indicar a dónde tengo que dirigirme para poner una reclamación?
El empleado, afanado echar la persiana metálica de cierre al pequeño habitáculo, dejó de tirar del aluminio en seco.
—¿Cómo? —Las rasgaduras de sus ojos se abrieron de par en par, sorprendidas. Factor sorpresa conseguido—. ¿Quiere poner una queja, señor Min?
—Por supuesto —continué, con el aire más calmado que pude—. Al margen de mi vida sentimental, necesitaba regresar a Seúl por motivos laborales. —Le mostré la pantalla del móvil, con la web de la empresa de transportes abierta—. Tu marca presume de ser la única cadena que garantiza facilitar boletos incluso en el último momento pero resulta que a la hora de la verdad no los tienen. —Señalé con el dedo el aparato—. Esto es publicidad engañosa, ¿sabes?
El aludido parpadeó varias veces, sin dar crédito.
—¿Y bien? —apremié—. ¿Me dices dónde está la oficina o no?
—Es usted tremendo —observó.
—Solo defiendo mis derechos como cliente.
Resopló. Uno de los últimos trenes pautados llegó a la terminal procedente de la zona norte del país. Las bocinas de información lo anunciaron en varios idiomas. El eco lejano de los raíles y de la cabina al parar marcó la entrada en el hall de cientos de pasajeros, algunos con maletas, otros solo con lo justo y la mayoría con prisas. El bullicio a nuestro alrededor se tornó ensordecedor.
"Carritos", me pareció leer en los labios de Nam Joon. "Pasillo..." ¿Derecho? ¿Inquierdo? ¿Cuál? No pude preguntarle. Le perdí de vista en cuanto un grupo se me cruzó por delante. Por lo visto, lo de desaparecer en medio de una conversación le encantaba. De verdad, qué poca educación.
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BUTTERFLY 《YoonMin》
Fanfiction« Según la Teoría del Caos, un simple cambio en el batir de alas de una mariposa puede desencadenar una secuencia de hechos que producirá consecuencias impredecibles ». Jimin padecía depresión. La vida se le había vuelto en contra y sus inseguridad...