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Cuando las estaciones mas frías dan su último aliento y los brotes comienzan a salir de su delicado capullo es un tiempo mágico lleno de flores hermosas que despiertan y renuevan la esperanza. Es un momento en el que la naturaleza se viste con colores vibrantes y la vida florece en cada rincón, marcando el inicio de la época más esperada del año: la primavera. Durante esta estación, muchas jóvenes entusiastas buscan un objetivo común: encontrar un matrimonio sólido que les brinde amor y apoyo incondicional.

Las flores primaverales son reconocidas por su belleza y fragilidad. Mientras algunas flores recién florecidas deslumbran con su esplendor, otras han permanecido en exhibición durante tanto tiempo que ahora se han convertido en simples tallos al borde de marchitarse.

Un caso lamentable que ilustra esta situación es el de una joven perteneciente a la familia del Conde Wintershell. Este caso genera cierta compasión por Lord Wintershell, ya que su única hija parece ser etiquetada como la "no deseada", un título que ella parece llevar con cierto orgullo, a pesar de las expectativas que existían sobre ella, pero que esperaba Lord Wintershell con una hija así de "loca"

- ¡Señorita, Señorita! - con un aire de urgencia y emoción, una elegante y radiante dama de compañía de cabello castaño corría por el pasillo de la mansión, abriendo cada puerta que encontraba con determinación. Con un corazón acelerado, la dama de compañía miró hacia el final del pasillo y allí vio a su señorita en el balcón.

La escena era cautivadora: la señorita tenía las manos juntas, rebosantes de semillas, y dos pajaritos se posaban en ellas, disfrutando de las mismas semillas con delicadeza y confianza. La luz del sol se filtraba suavemente a través del cabello pelirrojo de la joven que parecía brillar con los rayos del sol, iluminando la escena con un brillo cálido y tranquilo. La dama se detuvo por un momento, maravillada por la serenidad y la conexión entre la señorita y los pequeños pájaros.

La chica de cabellos castaños quedó completamente embelesada al observar la escena en el balcón, sintiendo cómo su corazón se llenaba de admiración y ternura ante la conexión entre la señorita y los delicados pajaritos. Un instante de paz y belleza pareció envolverla mientras contemplaba la escena con ojos brillantes y una sonrisa suave en los labios.

Repentinamente, como si despertara de un sueño encantado, la dama sacudió la cabeza levemente y, con determinación, salió de su trance. Con paso apresurado y el corazón latiéndole con emoción, se apresuró a correr hacia su señorita, ansiosa por transmitirle un mensaje urgente.

- Señorita, por fin la encuentro - suspiró aliviada mientras recuperaba el aire perdido por el esfuerzo de la búsqueda.

- ¡Elli! ¡Mira qué hermosos son! - volteó lentamente y le mostró a su dama las pequeñas avecillas que sostenía con cuidado en sus manos. La joven Wintershell rara vez optaba por vestidos de encaje lujosos y delicados. En esta ocasión, llevaba puesto un traje de pantalón y camisa abotonada, complementado con grandes botas sucias de lodo.

- Señorita, Lord Wintershell quiere verla - dijo la dama de compañía una vez que recuperó por completo el aliento. La urgencia y seriedad en su voz reflejaban la importancia de la solicitud del Conde, instando a la joven a atender el llamado sin demora.

- ¿Mi padre? - respondió la muchacha con sorpresa en su voz.

- Su vestido está listo en su habitación, para que pueda cambiarse - informó la dama de compañía.

- No está bien, iré con esta ropa - declaró la joven con determinación, dejando las semillas en el barandal del balcón y comenzando a caminar, seguida de cerca por la castaña.

- Señorita, si me permite, no creo que sea una buena idea - observó Elli. con un tono nervioso, mostrando su preocupación. Su inquietud reflejaba su deseo de velar por el bienestar y la imagen de la señorita.

Nuestra Última Primavera |GL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora