II

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Becca se encontraba confundida, con la ropa manchada y hasta con palitos enredados en su cabello. Su mirada perdida reflejaba la confusión que la invadía, sin saber si lo que había visto era real o simplemente una mala interpretación de su parte. La mente de la joven estaba llena de preguntas sin respuestas. En medio de su desconcierto, no notó que un chico delgado y escuálido se acercaba a ella.

- Disculpe, ¿se encuentra bien? - preguntó el caballero con preocupación al notar el estado confundido de la señorita.

- Eh...? - balbuceo, todavía sumida en su confusión y sorpresa por todo lo que había ocurrido.

- Déjeme ayudarle - el joven extendió su mano en un gesto amable y solidario hacia la chica, ofreciéndole su apoyo en medio de la confusión que la envolvía.

La muchacha, todavía desconcertada, tomó la mano del joven, permitiéndole ser su apoyo para caminar en medio de la confusión y el desconcierto que la embargaban. Con la mano del chico como guía, Becca comenzó a moverse aún sin saber muy bien dónde estaba.

- Déjeme presentarme, mi nombre es Jacob Astor - el hombre se presentó con cortesía - ¿Puedo preguntar qué le pasó?

- Yo... no sé... - respondió con las palabras casi arrastradas, evidenciando su confusión y desconcierto ante la situación.

- Está bien, se nota que de donde salió no fue muy bueno y, además, parece que en el estado en el que está, creo que no podrá volver al baile - el caballero expresó su preocupación, reconociendo la situación complicada en la que se encontraba.

- Baile... - murmuró entre dientes, aún luchando por recuperar la claridad mental y comprender la situación en la que se encontraba.

Becca sacudió la cabeza, enfrentando la realidad de que todo lo que había presenciado sí había sucedido, sin lugar a dudas.

- Ay, Dios mío, debo buscar a mi amiga ahora - exclamó con desesperación.

Decidida, la joven soltó la mano de Sir Jacob y, a pesar de su estado desaliñado, apresuró el paso en dirección a buscar a su dama. Sin embargo, su determinación se vio interrumpida cuando el joven la detuvo en seco, deteniendo su avance.

- Tranquilícese, ¿que le parece si la llevo a su carruaje y luego yo busco a su amiga para que salga? - propuso con amabilidad.

- ¿Harías eso por mí? - preguntó, sorprendida por la generosidad y bondad de Jacob.

- Por supuesto - afirmó el muchacho con una sonrisa tranquilizadora.

- Muchas gracias... - la joven pelirroja respiró más tranquilamente.

En la distancia, desde lo profundo de la majestuosa mansión, se dejaba sentir la dulce melodía de los violines que acompañaban a las parejas que danzaban armoniosamente en la deslumbrante pista de baile. Elli, en cambio, se encontraba sola en el amplio salón de baile, sentada en la mesa repleta de dulces y aperitivos variados, sosteniendo con elegancia una copa de champagne. Su mirada inquieta recorría la sala en busca de su señorita, quien aún no había regresado de la pista de baile. La música animada y las risas de los invitados creaban un ambiente festivo a su alrededor, mientras Elli esperaba pacientemente el regreso de su amiga.

- ¿Busca a alguien? - resonó una voz profunda a su lado, interrumpiendo brevemente el silencio que envolvía la mesa de dulces. La joven se giró lentamente hacia la fuente de la voz, encontrándose con un hombre alto y elegante, con expresión seria y algo fría, cuya presencia imponente contrastaba con la atmósfera festiva del salón de baile. Sus ojos oscuros cubiertos por unos cristales reflejaban curiosidad mientras esperaba la respuesta de la muchacha, quien se sintió momentáneamente sorprendida por la inesperada interacción.

Nuestra Última Primavera |GL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora