La propuesta de Laín fue de lo más romántica, podría haber sido un cliché para muchas personas, pero a mi parecer el hecho de que se tomó el tiempo para buscar una forma de proponerlo con algo que me apasiona le sumó muchos puntos.
Sin embargo, no nos casamos hasta un año y medio después.
Estaba perfectamente consciente de que Laín y yo pasamos muchas cosas juntos y aprendimos a superar cualquier adversidad, pero una parte de mi albergaba cierta incertidumbre. Aunque ya vivíamos juntos, sentía la necesidad de tomarme unos meses para ver si realmente éramos compatibles, al final de cuentas la convivencia con una persona es sumamente importante.
No solo es el hecho de como dicen, “Toma unas vacaciones con tu novio/a para descubrir qué clase de persona es” Yo conocía perfectamente la clase de Laín.
Era un hombre decidido, inteligente, atractivo y con una personalidad algo definida, sin embargo una parte de él era el ser impulsivo ante situaciones complicadas, no tenía idea si era una persona higiénica, había muchas cosas a tomar en cuenta que a pesar del amor que sentíamos no se podían ignorar. Ya no éramos adolescentes y nos enfrentamos a nuevos retos.
—Te entiendo perfectamente, Sofí, no te voy a presionar, se que en su momento no te di el espacio que deseabas. Nos comprometimos, no importa si esperamos unas semanas, meses o años, hasta que estés cien por ciento segura nos casaremos.
Eso fue lo que me dijo semanas después de la propuesta, cuando yo le planteé mi preocupación.
—No quiero que pienses que a pesar de todo lo que tuvimos que pasar no estoy segura de estar contigo…
—No lo pienso, Sofí, solo que siento que indirectamente lo acabas de decir. Pero te repito, no pasa nada, pequeña. Soy un hombre comprensible y tu la mujer que quiero para el resto de mi vida.
Dirán que soy una mala persona, lo sé, pero esa Sofí de aquel internado aún prevalecía, aunque fuera una parte pequeña.
—Yo…—no sabía qué decir ¿Cómo podía arruinar algo que apenas estaba comenzando?
—Tal vez lo que debas saber es que a veces soy un poco desorganizado en ciertas cosas, me gusta cocinar y comer, pero no me agrada la idea de lavar trastes. Como sabes ronco un poco, y suelo dormir con los ojos semiabiertos, pero parte del proceso de estar juntos es seguir conociéndonos como persona, Sofi lofi.
No todo tiene que ser siempre color de rosa; tendremos peleas, diferencias, pero si hay comunicación y acuerdos, no tienen porque salir las cosas mal.Esa fue la única vez que tuvimos esa conversación. La convivencia no fue tan complicada como esperaba, compartir espacio con alguien significa adaptarse mutuamente a sus gustos y entender que a veces no se tienen que hacer todas las cosas juntos; cada uno debe tener su tiempo y, lo más importante, no perder su esencia por la otra persona.
Laín y Naím siguieron trabajando en la librería, mientras yo continuaba mis estudios y a la par conseguí un trabajo de medio tiempo en una cafetería como mesera.
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N̶O̶ Fue un final feliz
Teen Fiction¿Quién asegura que todos debemos tener un final feliz?