Si bien nunca he tenido problemas en socializar y hacer amigos, considero que no hay nada como el hogar de uno, ya que ese sentimiento de calma, comodidad, tranquilidad y pertenencia que no se equipara con nada más, solo lo he logrado sentir en mi hogar.
Pero tu hogar no tiene que ser necesariamente lo que se intuye al escuchar lo que sería una casa literalmente hablando, no, también puede ser un lugar, puede ser un grupo de personas o puede ser una persona.
En mi caso mi hogar son personas.
Después de un largo viaje estoy de regreso a Japón, han pasado 2 años desde que pisé tierras japonesas, mi corazón no ha dejado de latir con fuerza. Aunque he pasado dos años en Brasil, entrenando y puliendo mis habilidades en la arena, el verdadero motivo de mi regreso está aquí, en Tokio, en la ciudad donde todo comenzó en nuestro primer año, la necesidad de mantenerme más tiempo en la cancha que él y que me reconozca como el pequeño gigante.
Con mi mochila al hombro y mi maleta en mano, camino por las bulliciosas calles de Tokio. Es extraño cómo todo parece familiar y diferente al mismo tiempo. La ciudad ha cambiado, pero mi determinación sigue intacta. No puedo esperar para ver con qué equipos Kenma agendo una audición para poder ser un integrante más del mismo, esto definirá si mi tiempo fuera fue en realidad un desperdicio o una bendición.
Finalmente, llego a la dirección que Kenma me había proporcionado anteriormente, es una casa inmensa, lo que me hace preguntarme cuanto gana en realidad Kenma quien ha sido una parte crucial en mi vida durante estos últimos 2 años en Brasil, apoyándome no solo económicamente, sino también brindándome consejos y ánimos cuando más los necesitaba.
—Shoyo, al fin estás aquí — dice Kenma con su típica tranquilidad mientras me saluda en la recepción del edificio. Su cabello mucho más largo de lo que recuerdo con ahora puntas amarillas en lugar de su cabello y su expresión serena me dan la bienvenida de vuelta a Japón.
—¡Kenma! —exclamo con entusiasmo, dejando y lanzando mis maletas de lado para correr inmediatamente a abrazarlo. Su abrazo es cálido y reconfortante, como si nada hubiera cambiado entre nosotros. —Gracias por todo. No estaría aquí sin ti -.
Me sentía como en casa estando en la sala de Kenma simplemente gracias a su compañía. Habían pasado tantas tardes juntos después de los entrenamientos, compartiendo risas, videojuegos y confidencias.
—Kenma, al fin estoy de regreso —dije con sinceridad, hundiéndome en el cálido abrazo que me ofrecía. Sus brazos eran como un refugio familiar después de tanto tiempo lejos. Sentir su presencia tranquila y constante me recordaba por qué lo consideraba más que un patrocinador: era mi apoyo incondicional, mi mejor amigo y, en algún nivel, algo más que eso.
Kenma se separó lentamente y me miró con esa calma que siempre había admirado. Sus ojos ámbares reflejaban una mezcla de alegría por mi regreso y una curiosidad tranquila, como si estuviera tratando de descifrar todo lo que había vivido en esos dos años fuera de Japón.
—Me alegra que hayas regresado, Shoyo —respondió Kenma, su tono sereno pero cálido. —¿Cómo te sientes después de tanto tiempo fuera?
Me dejé caer en el sofá, sintiéndome aliviado y emocionado al mismo tiempo. Miré a mi alrededor, notando los pequeños cambios en la casa de Kenma que siempre había considerado mi segundo hogar.
—Es extraño, Kenma —comencé, intentando poner en palabras todo lo que bullía en mi cabeza y corazón. —He estado entrenando duro en Brasil, pero nada se compara con estar de vuelta aquí, en Tokio. Esta ciudad... este lugar es donde todo comenzó para nosotros, para mí en la preparatoria.
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Dile a tu pequeño gigante | Kagehina | Oihina | Tsukihina | Atsuhina
FanfictionHinata siempre deseo que Kageyama lo reconociera como el pequeño gigante en sus años de preparatoria, ahora después de 2 años en Brasil vuelve con el objetivo de que al fin lo reconozca trayendo consigo una promesa de amor dejada en una confesión si...