❃.✮:▹Capítulo Dos◃:✮.❃

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Había encontrado entre los chécheres viejos de aquella enorme y obscura casa, un peluche parecido al que Butters le dió en su primer año de haber estado juntos como pareja, ese objeto fue el único que le agrado y por ende se sintió protegido en es...

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Había encontrado entre los chécheres viejos de aquella enorme y obscura casa, un peluche parecido al que Butters le dió en su primer año de haber estado juntos como pareja, ese objeto fue el único que le agrado y por ende se sintió protegido en esa vivienda que su acechador lo obligó a vivir.

Bit era su único amigo en el mundo, la única compañía que tenía en ese suplicio. Puesto que, Tweek no podía tener amigos o al menos salir a la calle, a respirar aire puro. Porqué su acechador no se lo permitía, siempre le recalcaba que lo más valioso para él, era su muñequita dorada como para dejarla salir a las calles del pueblo montañes. No obstante, Tweek tenía la esperanza de salir de allí, con vida y abrazar una vez más la libertad, lo que alguna vez Craig le arrebató en esa noche de Halloween.

—Sabes Bit, me quiero ir, quisiera ser libre —dijo el rubio de ojos verdes, estando sentado en el piso frío de cerámica, en su habitación conyugal—. No sabes, cuanto añoro estar al lado de mis padres y de mi novio. ¿Creés que aún él me ama? Ha pasado mucho tiempo, en que estoy en este lugar y no sé nada del mundo exterior —añadió, aunque su respuesta la obtenía como un silencio sepulcral.

Tweek había olvidado lo que significaba para él la libertad y reemplazar ese significado por cautiverio, dentro de su vocabulario, una respuesta que daría cuando definiera su situación actúal: un ángel al que le quitaron sus alas, el día de Halloween.

Ese día, Tweek no tuvo que fingir ser una muñeca. Su acechador no había abierto su tienda del infierno y debido a eso no logró permanecer estar encerrado en aquella vitrina, el cual era su puesto de atraer a los clientes para que le comprarán a su dueño con agrado. Estaba solo en casa, por que Craig tuvo que salir a hacer una diligencia a temprana hora.

«Espero que aún no vuelva el acechador, no quiero jugar con él, otra vez. No quiero...»

Pensó Tweek estando nervioso al abrazar con fuerza su peluche.

Con el tiempo, los abusos sexuales no terminaron ese día. Craig era alguien despiadado, sin ningún tipo de compasión de ver cómo su honey suplicaba a gritos ahogados entre el llanto de que lo dejará en paz por una vez en su vida. Sin embargo, esas súplicas eran ignoradas y lo marcaba sin piedad en su piel blanquecina, siendo para él, algo hermoso y digno de admirar. Porqué todo su ser le pertenecía a Craig Tucker.

Frotando ambos ojitos verdes, el rubio se levantó del suelo de su habitación conyugal, sintiendo ese dolor al instante en la parte baja de su espalda. Tweek lanzó un suspiro al aire, que lo hacían sentir vivo en la única manera que le hacían vivir su humanidad, ya que sabía la horrorosa razón detrás de su dolor. Cuando, por fin pudo ponerse en pie, decidió salir al desván que se encontraba en la parte más alta de la casa para estar con Bit; pero lamentablemente cuando iba a jalar la palanca para que éste dejará caer los escalones del altillo, escuchó el sonido de las llaves tratando de abrir la cerradura de la puerta, lo que fácilmente se le ocurrió en la mente de Honey esconderse en otra habitación para que el acechador no lo pudiera encontrar tan fácil.

«¡Debo esconderme!, no dejaré que el acechador me encuentre»

Suplicó Tweek al encerrarse en otra habitación que estaba igual o peor que sucia que el desván. Allí por lo menos, buscaría algún escondite que le sería de gran ayuda a que no lo encontrará tan fácil.

¡Corre lindo Tweek, corre con todas tus fuerzas!

La puerta fue abierta, en cuestión de segundos, dejando ver la figura macabra de Craig, sus pupilas verdosas miraban por los alrededores de la casa, tratando de encontrar al objeto de su deseo.

—Muñequita, sal donde quiera que estés... —exclamó Craig de una manera juguetona, obteniendo un silencio como respuesta.

Enseguida, esbozó una sonrisa maliciosa, que volvió a repetir su juego malintencionado, subiendo el tramo de las escaleras:

—Así que mi muñequita quiere jugar a las escondidas, muy bien... ¡lista ó no, allá voy!

Por lo tanto, presentía como esa voz nasal estaba más cerca de lo que él creía, le aterraba esa idea si Craig llegaría a encontrarlo y obligarlo a que jugará con él. Solo de pensarlo, se sobresaltó de manera que se escondió debajo de un escritorio de trabajo que estaba algo maltratado y teniendo años de polvo por encima, que forjó una segunda base de mota sobre la madera.

Entre sollozos, Tweek rezaba para que el acechador no lo encontrará. Así que, la respiración y los latidos del rubio comenzaron a calmarsen, aunque esa tranquilidad fue ida en cuestión de segundos, al ver los pasos del monstruo cerca del marco de la puerta, prendiendo la luz.

—Muñequita... ¿dónde estás mi linda muñequita? —preguntó Craig en un tono juguetón, paseando su vista por toda la habitación.

Las lágrimas de Tweek, comenzaron a salir nuevamente.

—¡Qué pena!, mi muñequita no está aquí. Iré a buscarla en otro lado —dijo Craig en un tono de voz que demostró decepción.

Tweek creyó que él se había ido, cuando vió que su dueño apagó la luz y cerró la puerta. Sin embargo, un mal presentimiento se apoderó en su interior, indicándole todo lo contrario.

«¿Por qué no escucho los pasos del mounstruo alejarse?, esto no está bien»

En ese instante, la mirada de Craig se posó en la de su muñequita dorada, observando en sus ojos el terror que se leía en su mirada, a través de sus pupilas verdosas.

—P-or favor C-raig... no me hagas daño —suplicó Tweek al salir de su escondite.

—¿Quién dijo qué te haría daño? Jamás lo haría... tú sabes que vamos a jugar... —respondió Craig en un tono funesto, al pararse del otro lado del escritorio.

Tweek no quería seguir jugando; pero sabía que era inútil suplicar ante su acechador.

¡Era imposible evitar lo que desde un principio, estaba escrito!

Así que, sin más le dió vuelta al escritorio de trabajo, tomando la mano de su mounstruo que se la había extendido para atraerlo y llevarlo de buena manera a su habitación conyugal, donde aprovecharía sus gemidos llenos de horror dibujando una gran sonrisa de sastifacción, al terminar su labor tétrica.

—Sabes Honey, nos vamos a divertir muchísimo... —aseguró Craig al hacerlo pasar a su recámara, antes de que el mounstruo que se alojaba por dentro saliera de nuevo.

El rubio abrazó a su peluche Bit con fuerza, dirigiendo la mirada hacia la cama.

—¿No vas a decir nada? —quiso saber Craig al cerrar con llave la puerta—. No importa... —agregó, al jalarlo del brazo y tirarlo contra la cama. Luego, le rapó su conejito, tirándolo contra el suelo.

Una vez más, el infierno de Tweek, comenzó otra vez...

💮ησ ѕσу υηα мυη̃є¢α 💮 ❝Creek❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora