||Prólogo||

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Al oír el timbre bajo el ruido de la lluvia, descendí por las escaleras hacia la puerta principal para atender a la persona responsable de tocar el timbre de mi querida casa a altas hora s de la noche.

Gire la manilla y al tener una vista clara de la persona que se encontraba al otro lado de la puerta quede completamente en shock he inmóvil ¿Qué hace el aquí?

Mis ojos se abrieron como platos al ver que dio un paso hacia delante, quería entrar.

---Lo siento, estas mojado---. Le advertí.

No le permití entrar así, a lo que él, le encontró una solución rápida. Quitarse la ropa y quedarse solo en bóxer. No permitiría eso, tome su ropa del suelo de concreto y la lleve a la secadora. Estando sola por un momento me permití pensar un poco esto ¿Qué haces aquí, Jonás? No lo entendía.

Luego de un tiempo regrese junto a él.

No podía mirarlo se me resultaba difícil hacerlo, lo admito, pero él, hacia lo contrario, como si mirarme fuese un deporté. Por momentos me cargaba de valor y mirarlo se me resultaba fácil, ver su rostro serio a causa de su teléfono y de que disfrutaba un tazón de cereales que yo misma le serví ¡Mis cereales favoritos! ¡IDIOTA!

Lo observaba sonreírse, otras veces reía a grandes carcajadas. Su semblante era tan diferente al verlo entretenido en algo.

De su rostro, note que corrían gotas de agua por sus mejillas y de su cabello ondulado ya que este aún se mantenía mojado---Tal vez le traiga una toalla para secarse--- ¡No! Basta de hospitalidad, necesito saber qué hace aquí, antes de que mis padres regresen del trabajo y me encuentren con un hombre medio desnudo en el comedor de mí casa.

Antes de decir alguna palabra note que sus ojos negros brillan por la luz que irradiaba el aparato. Su mandíbula se movía de arriba hacia abajo al tener la boca llena de cereal ¡Mi cereal favorito!

Con solo verlo tragar y ver como su manzana de Adán, se trasladaba de arriba hacia abajo, se me dificultaba tragar saliva. Subí mis piernas a la silla al sentir un escalofrío recorrer mi cuerpo desde abajo.

Solo en su presencia me hace pensar cosas para nada bonitas, y al conocerlo lo suficiente, esta imaginándome encima de esta mesa mientras que con voz suave y seductora se acerca a mi diciéndome---A sus órdenes, Licenciada.

Y no creo que en esas imagines, proyectadas en su mente se lo esté impidiendo.

---He aparecido por sorpresa en tu casa, Cairo---. Se dirijo a mí, sin siquiera apartar la vista de su teléfono o del tazón---. Por la razón que me han contado que estás interesada en alguien más---. Deslizo el tazón vacío hacia un lado---Dime ¿Por qué razón te interesa más aquel chico? ---. Sus ojos negros me observaron, esta vez algo los acompaña y la necesidad de saber la respuesta, se notaba en ellos.

I N E F A B L EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora