Durante el viaje del Ejercito de Midgard al planeta Hala, capital del Imperio Kree, la espera se hace muy larga para cuatro bellas heroínas. Con tanta testosterona dando vueltas por la nave, la lujuria y el deseo no podían ser reprimidos.
En el espa...
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La Avispa caminaba ligeramente encorvada por los solitarios pasillos de la nave. Aquel confinamiento obligado le resultaba cada día más irritante, y eso lo reflejaba al quejarse en voz alta.
—¡Tonto Hank! Está obsesionado por demostrarle a Odín que él también es tan listo como Tony. ¿Cómo puede obsesionarse tanto con la aprobación de otro? Digo, aunque este otro sea el dios de la sabiduría y no sé qué más.
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La mujer guardo silencio cuando escucho unas risas en la cercanía, las cuales despertaron su curiosidad. Con cautela llegó hasta la compuerta abierta que daba paso a una de las múltiples salas de estar. Allí se encontraban tres einherjar, los guerreros del Valhalla, jugando a los dados mientras bebían de sus grandes cuernos de hidromiel. Janet se quedó observando desde atrás del marco de la puerta. No había tenido mucha interacción con aquellos hombres, pues estos se centraban mucho en sus rutinas de combate. Verlos allí, disfrutando de un momento de pleno ocio, se le hizo divertido. Y siguiendo sus rasgos impulsivos, fue que la mujer se hizo notar.
—¡Hola! ¿Qué tal todo?
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Los tres varones guardaron silencio y voltearon hacia la mujer, quien quedó helada al sentir sus miradas fieras sobre su persona.
—¿Entienden lo qué digo? -preguntó de forma lenta.
—Yo sí.
El hombre que respondió tenía el cabello corto y rubio. Su barba era frondosa pero no muy larga, y debajo de sus ojos poseía intrincados tatuajes.
