Podrían haber pasado años, o tal vez fue solo un segundo, pero para Yuji se sintió como una eternidad. Una eternidad atrapada en el parpadeo de un ojo, suspendido en el abismo entre el pasado y el presente.
En un instante, estaba en esa habitación sombría, participando en un ritual prohibido que resonaba con poder ancestral. Al siguiente, despertaba con un grito ahogado en su garganta, como si la realidad misma hubiera arrancado el sonido de sus labios. El mundo a su alrededor comenzó a girar en un torbellino de sombras y luces difusas, como un lienzo de acuarelas desbordándose en el agua.
Presionó su pequeña mano contra su garganta seca, sintiendo como si estuviera en medio de un desierto abrasador. La sed era un fuego inextinguible dentro de él, una necesidad apremiante que lo impulsaba a levantarse del suelo frío donde yacía. Pero el esfuerzo era monumental. Sus piernas parecían hechas de plomo, como si la gravedad misma conspira para mantenerlo anclado a ese lugar.
Cada intento de moverse era una lucha contra una fuerza invisible que lo mantenía atado al suelo. Sentía una vaga sensación de debilidad, como si su energía vital hubiera sido drenada por el propio ritual. Cada fibra de su ser estaba exhausta, y cada intento de incorporarse lo hacía temer que se desplomaría de inmediato, cayendo en un abismo sin fin.
El mundo a su alrededor era una amalgama de colores y formas que no podía reconocer del todo. La transición entre los tiempos había dejado su marca en él, un sello de confusión y dolor que lo hacía dudar de la solidez de su propia existencia. Sin embargo, en medio de ese caos, su vista comenzó a asentarse y el entorno dejó de girar.
Al prestar atención a lo que lo rodeaba, reconoció el tatami bajo su cuerpo, la estructura de madera familiar de su antigua casa en Sendai. Los dibujos de su niñez, que nunca pudo realmente borrar de las paredes a pesar de los inútiles intentos de su abuelo de hacerlo limpiar con un cepillo, estaban allí, casi como testigos silenciosos de su pasado.
Un minuto.
Sendai...
¡Su abuelo!
A Yuji ya ni siquiera le importó enredarse entre las sábanas ni el dolor agudo al golpearse la frente contra el suelo de madera.
Se levantó sin pensar, impulsado por una mezcla de desesperación y esperanza. Recorrió cada rincón de la casa, su corazón latiendo frenéticamente en su pecho.
Con cada habitación que atravesaba sin encontrar a su abuelo, el agujero de terror en su pecho se hacía más grande, amenazando con devorarlo. Pero entonces, lo sintió: el familiar olor a humo de los puros que su abuelo solía fumar.
En Japón, donde era más común el cigarrillo delgado, su abuelo se daba el lujo de comprar un paquete de tabaco Cohiba.
Siempre tenía la costumbre de fumarlos en...El patio trasero.
Con esa vieja silla mecedora de la que Yuji se había caído más de una vez. Cubriéndose el rostro con el periódico del día. El robusto puro Cohiba entre los mismos dedos con los que sostenía el periódico.
Yuji corrió hacia el patio trasero, sus pasos resonando con una mezcla de ansiedad y anticipación. Al llegar, la imagen frente a él se superpuso a sus recuerdos. Vio la silueta conocida de su abuelo, sentado en la mecedora, balanceándose con un ritmo suave y lento. El periódico le cubría el rostro y sostenía el puro Cohiba en la mano, una escena que evocaba una marea de nostalgia en Yuji. Una ola de alivio y emoción la envolvió, casi haciéndolo tropezar. Estaba allí, exactamente como lo recordaba. Sin pensarlo, Yuji corrió y se abalanzó sobre su abuelo.
Wasuke, quien había escuchado el repentino correteo de pequeños pies dentro de la casa, no se esperaba que su nieta de repente se lanzara sobre él. Para él, ya muy lejos de sus años de juventud, fue una maniobra torpe y desesperada apartar el cigarro del camino para no quemar a Yuji. El fuerte regaño que había construido rápidamente en su mente para advertir a Yuji sobre el peligro de quemarse se vio interrumpido por el llanto desconsolado de Yuji, un llanto que parecía venir de lo más profundo de su ser, como si todas las quejas y dolores acumulados finalmente encontraran una salida.
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so tell me everything is not about me, but what if it is?
RomanceDespués de derrotar a Sukuna y reconciliarse parcialmente con Yuta Senpai y los demás por usar el cuerpo de su maestro Satoru Gojo, Yuji se siente vacío y sin motivos para seguir viviendo. Una broma casual de Yuta sobre un antiguo ritual que puede e...