DREAMING OF YOU | ❛ El bosque es mi segundo lugar favorito, el primero, probablemente son los brazos de Theo. ❜
Lucy Legrand tratará de afrontar su quinto año en Hogwarts mientras un chico particular le roba su atención.
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4. ❛ Cerveza de mantequilla y deuda saldada. ❜
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CUANDO MARCELLO SE ACERCÓ a Lucianna el viernes por la mañana con una pequeña bolsa de tela llena de galeones de oro, no pudo evitar esbozar una sonrisa enorme y brillante.
—¿Cómo lo conseguiste? —y aunque ella había estado vendiendo tareas toda la semana no había ganado ni la mitad de eso.
—Uno tiene sus trucos —su hermano le guiñó el ojo y se alejó, portando con orgullo su suéter azul.
Por un instante, Lucianna comprendió lo encantador que podía ser su hermano, y sintió un poco de envidia porque parecía que le había robado todo el carisma.
Resulta que Marcello se había asociado con sortilegios Weasley y había sido la fachada para distribuir sus productos después de que Umbridge los hubiera sentenciados y ella misma encargarse de vigirlarlos la mayor parte del tiempo. Qué inteligente, nadie sospecharía de él y con su popularidad accedería a lados del mercado estudiantil al que los gemelos no llegan con facilidad, o sea el alumnado de Slytherin y Ravenclaw.
A decir verdad, Lucianna se sorprendió al enterarse que a los gemelos les iba tan bien con sus artículos de bromas que estaban pensando en abrir una tienda saliendo de Hogwarts y se podían dar ciertos lujos como pagarles —muy bien—, a sus proveedores.
Así que Lucianna despertó el día sábado justo cuando amanecía con un inusual buen humor, no era amante de despertarse temprano y mucho menos los días que estaban destinados a descansar.
Sienna estaba muy entusiasmada en ir a Hogsmeade y la verdad ella también, podría pagar al menos la mitad de lo que aún le debía a la librería y quizá comprar una pluma nueva. Pero bueno, tampoco podía despilfarrar los galeones, ya que Navidad estaba próximo y quería comprar algún regalo bonito para su hermano y su amiga.
Lucianna miró a su amiga, sonriéndole. Sienna dejó de cepillar su largo cabello rojizo y le devolvió la mirada de manera recelosa.
—¿Quieres que te peine, verdad? —le dijo.
La castaña asintió animadamente y se sentó en la silla de madera que correspondía al escritorio común.
Sienna comenzó a desenredar su cabello ondulado con los dedos y lentamente trenzó cada uno de sus mechones castaños. Y era en esos pequeños momentos donde Lucianna sentía la complicidad que había entre ellas, eran grandes amigas y nadie podía cambiarlo, es cierto que dos personas no se conocen por casualidad, ¿verdad?
Estaba siendo arrullada por el toqueteo en su cabello cuando Sinna le hizo saber que estaba lista para partir al Gran Comedor por el desayuno.
