Nunca me dejes ir.

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Día 4: Boda.

La mano de Jean sujetó la cintura de Mikasa, pegando su cuerpo al de él, la otra mano en el aire esperando a que ella pusiera su mano contra la suya, ella hizo eso y la otra mano en su hombro. Moviéndose suavemente al compás de la música.

Mikasa sintió el anillo alrededor de su dedo anular, sus ojos se enfocaron en el brillo que este hizo con la luz del sol, probando que su corazón se hinchará en su pecho, luego volvió a ver a su esposo a los ojos.

Otra vez, esa mirada mitad adoración mitad diversión. La conocía tan bien que estaba segura que él ya sabía lo que ella estaba pensando.

-Te he dicho lo hermosa que te ves hoy, mi amor -susurró contra su oreja.

Lo que envió una corriente eléctrica por su espalda, ella sonrió intentando mantener su risa controlada, era un baile lento, nadie en si ya les estaba prestando atención. La boda fue pequeña, solo ellos dos, la madre de Jean y sus amigos.

-Creó que lo dijiste un par de veces... -murmuró ella.

Jean movió el rostro, apoyando su frente contra la de ella, Mikasa acarició la punta de su nariz, jugando un poco y sacando una risa suave de su hombre. Y el pensamiento llegó a ella de nuevo. Su esposo, ella era su esposa.

No pensó que llegaría a esto. No con él, ni con nadie. Tampoco es que años atrás pensará mucho en el futuro. El futuro sólo llegó cuando Jean volvió a su vida y le dió está oportunidad.

Su vestido blanco tallaba su cuerpo, sus hombros descubiertos y con mangas sueltas, el cabello lo tenía suelto pero perfectamente peinado.

-Te amo, preciosa.
-Lo sé -carcajeó suavemente.

Ella abrió la boca listo para recibirlo en un beso, Jean no la decepcionó, atrapó su labio superior entre los suyos, saboreando la crema del pastel en su boca y la champaña. Jean aplastó su mano en su espalda, subiendo su mano por sus aún definidos músculos evitando que su cuerpo se alejará mucho de él. Mientras ella cambio el agarre de su mano y hombro para rodear el cuello de él con sus brazos.

Estaba harta de estar rodeada de tantas personas. Es decir, todo ellos fueron atentos, Historia y las chicas juntó a la mamá de Jean vieron que el vestido se ajustaba bien a ella, peinaron su cabello y la llevaron al altar, siempre estaría agradecida con ellas por todo esto. Historia les ayudó mucho en la boda y ver a su pequeña hija, sin contar que los chicos estaban aquí. Todos ellos estaban aquí para celebrar su boda.

Pero quería besar a su esposo sin que nadie los mire detenidamente o comentará fuertemente lo tiernos y hermosos que se ven juntos. Ella quería estar junto a él, no importaba que ya hubieran vivido juntos dos años, o que lo veía todos los días. Estaba harta de tantas personas a su alrededor.

-¿Cuánto tiempo crees que deberíamos quedarnos? -cuestionó Jean contra sus labios.
-No lo sé... Pero quiero irme -ella rogó contra su boca.

Jean gruño, sus manos apretaron su cintura, ella enterró sus dedos en su cabello rubio cenizo. Quería más, amar a su esposo sin que nadie la estuviera viendo, abrazar a su esposo, besarlo y muchas otras cosas más.

-¿Cuántas horas llevamos aquí? -preguntó ella.
-Unas cinco tal vez más, ya se va a ocultar el sol... Creo que podemos irnos, después de todo, estamos recién casados.

Su palma se deslizó por la curva de su cintura y cadera, acariciando su muslo y subiendo su pierna a su costado, ella sonrió pero tomó su mano y acomodó todo.

-Jean, no quiero que nos vean siendo indecentes... Estamos en público -protestó ella.
-Estoy cansado de esto, nos vamos a casa, quiero darme una ducha, entrar a la cama contigo y posiblemente no dormir. Tenemos que irnos -declaró Jean.

Dejo un beso rápido contra sus labios

Tomó la mano de su esposa, entrelazó los dedos y camino por el patio, al salir de su burbuja, pudo notar que Annie y Armin de hecho ya estaban alistando sus cosas y listos para retirarse. Reiner ya no se encontraba, Connie estaba hablando con alguna de sus conquistas. Historia jugaba con su hija y Pieck estaba perdida en los labios de su novio.

-Podemos irnos, ya han estado con nosotros mucho tiempo y lo agradecemos... Gracias -habló Jean fuerte.
-¿Ya se van? Bueno, tu carruaje está afuera y ya sabe dónde llevarlos, felicidades -Historia les sonrió.

Su hija, tímida, les sonrió antes de pedirle a su mamá que la cargará. Los ojos de Mikasa se suavizaron aún más. Se imaginó como sería Jean de padre y su corazón amenazó con explotar en su pecho. Ella también quería ser madre, criar a un hijo junto con Jean o tal vez más.

Mikasa se despidió de Ymir con la mano.

-Largo, ya váyanse, yo ya me había ido.
-Gracias por todo, Historia -agradeció Jean.
-Ve, que esperas -alentó.

Mikasa le agradeció con un movimiento de la cabeza, luego ambos se dieron la vuelta, despidiéndose de todos sus amigos uno por uno, llegaron a su carruaje y él la ayudó a subir, cerró la puerta detrás de él y se sentó junto a su esposa.

Su pecho sentía que iba a explotar. Recuerda levemente haber llorado cuando la vio entrar vestida con su vestido blanco y ojos grises brillando. Mikasa lo amaba y él a ella.

-Te amo, juro que lo hago -aseguró.

Ella sin decir nada, giró su cuerpo a él, atrapó sus labios en un beso, con la punta de sus dedos, Jean tomó a Mikasa de la cintura y la sentó sobre su regazo, su vestido quedó envuelto en su cintura, revelando mucha carne al aire. Sus manos tocaron sus muslos, su boca encontró la de ella y cuando empezaron a besarse, ella enredó sus dedos en su cabello, atrayendo más su boca a la suya. Su corazón ya no estaba cerrado, Jean Kirstein había llegado directo y se quedó.

-Nunca me dejes ir. Nunca -pidió ella.
-Ni loco que estuviera, preciosa -aseguró, besando de nuevo a su esposa.

...

Lo siento por tardar en publicar este capítulo ayer mi vida fue un caos, gracias por los comentarios y los votos en verdad estaba nerviosa por esta week. Gracias y espero publicar el día de hoy a tiempo.

Jeankasa Week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora