Mi tierra prometida.

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Día 7: Familia.

Jean cruzó el umbral de la puerta y recibió el olor hogareño, leña y galletas recién horneadas y de fondo podía escuchar la voz de Mikasa y la risa de su hija, Sasha. Él sonrió, sus chicas, había odiado tanto dejarlas por dos semanas, pero Mikasa lo calmó, ellas estarían bien aquí, después de todo, ella es la soldado más fuerte, siempre lo fue y él la admiraba.

Mikasa no fue a recogerlo está vez porque Jean llegó un día antes de lo planeado, decidió que quería sorprender a sus chicas.

Se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero, dejó sus maletas en el piso y luego camino a la cocina de donde provenía el sonido de ellas.

Sus ojos se fijaron en las fotografías en la pared, la de ellos en su boda y lo hermosa que se veía Mikasa con esa sonrisa en su labios mientras lo veía a él, luego la otra en la que Mikasa está sosteniendo a la bebé Sasha y ella está jugando con su cabello. Ambas con una risa que aún puede escuchar con solo ver esa foto. Y luego él sosteniendo a Sasha cuando apenas era un bebé.

Al llegar a la puerta, vio a Mikasa parada frente al mesón, con las palmas apoyadas en el mármol y su hija sentada jugando con el cabello de ella, la nariz de ella cerca de la de su mamá sonriendo y riendo. Se quedó unos segundos contemplando el panorama.

Lo que tenía frente a él, es y siempre será lo más preciado en su corazón. Para no asustarlas, sus nudillos tocaron la madera tres veces, ambas voltearon la mirada a él.
Sus ojos miel de Sasha y los de su esposa se abrieron de sorpresa.

—¡Papi! —grito Sasha.
—Hola princesa, mi amor —saludó a ambas.
—No me dijiste que llegarías hoy —habló Mikasa.

Tomó a su hija en sus brazos y caminó hacia él, mientras que Sasha estiraba los brazos para que él la alzará. Jean tomó pasos largos, al llegar a ellas, cargo a su Sasha y besó su mejilla, su cabello negro como el de su mamá y la abrazo finalmente.

—Te extrañe, princesa... —susurró cerrando los ojos y dejándose llevar por el aroma a manzanilla de su cabello.
—Yo también, papi —sus pequeños brazos apretaron un poco más el cuello de su papá, él solo se rio.

Separó un poco a su hija del abrazo para poder restregar la punta de su nariz contra la de su hija, a lo que ella rio y posó las palmas de sus manos en sus mejillas. Justo como lo estaba haciendo con Mikasa.

—Bienvenido, Jean —saludó Mikasa acercándose a él.
—Ven aquí —exclamó.

Jean pasó a Sasha a un brazo, el otro envolvió la cintura de su esposa y la acercó a su cuerpo, ella sonrió mientras se paraba en la punta de sus pies y sus brazos envolvieron a su esposo, hasta que sus labios se encontraron de nuevo. Ahí estaba, ese sabor a frutas porque estaba comiendo frutas con Sasha, como había extrañado el sabor de sus besos o lo cómodo que se sentía al abrazar a su esposa y oler su aroma a flores.

Odiaba el trabajo, pero al menos gracias a eso Sasha estaba teniendo una mejor infancia de lo que ella o él tuvieron.

—De haber sabido que vendrías yo...
—Quería sorprenderlas, por eso no te llamé.
—¿Te volverás a ir? —Sasha preguntó sacando a sus papás de su momento.

La mujer azabache dejo un beso contra la mejilla de su esposo y volteo a ver a su hija, había tanto de Jean en su hija y no solo sus ojos. Ella ya tenía amigos, más amigos de los que ella tenía a la corta edad de tres años, lo alegre y juguetona que siempre era. Su vida ya era diferente con Jean, con Sasha era mejor.

—No, no se irá, no voy a dejarlo —comentó Mikasa volviendo a ver a Jean.
—No me iré en mucho tiempo, Sasha, me quedaré aquí contigo y con mamá, así puedo enseñarte a pintar con lo que te traje.

Sus ojos miel se abrieron ampliamente y su sonrisa se volvió más grande. Algo que había heredado de Jean, su talento artístico.

—¿En serio? —preguntó.
—Sí, ve a traerlos si quieres están en mi maleta.

Jean bajó a Sasha al piso y ella salió corriendo por la puerta, Mikasa abrazó a Jean, rodeando su cuello con sus brazos y apoyando su frente en el puente de su nariz, él la sujetó de la cintura con sus dos manos y dejó un beso en su entrecejo.

—Bueno, ya que decidiste llegar por sorpresa yo no pude terminar la mía —murmuró solo para él.
—¿Cuál sería esa, mi amor? —Jean bajó la mirada y se encontró con ojos grises alegres.

Su corazón se aceleró, cualquiera diría que después de tanto tiempo juntos, él ya no sentiría que ella le arranca el aire de sus pulmones, o que siente su corazón latir demasiado rápido por el brillo en sus ojos y labios rosados.

—Bueno, Sasha va a tener un hermano o hermana. Espero que sea una hermana —susurró con una risita al final.

El aire se escapó de sus pulmones, su boca sonrió y sus ojos brillaron. Abrazo a Mikasa de la cintura y la levantó del suelo, ella gritó y luego rio a carcajadas mientras él dió vueltas con ella.

—¿En serio? ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Estás bien? —preguntó aceleradamente y la dejó en el piso.
—Estoy bien, tranquilo —ella dejó un beso en su barbilla—. Me enteré hace dos días, quería decirte cuando hablamos por teléfono pero preferí esperar...
—Te amo, Mikasa, te amo mucho.

Mikasa atrapó los labios de Jean en los suyos, enterrando sus dedos en su cabello, perdiéndose en él. Era tan fácil pero tenían una hija que estaba acercándose a ellos corriendo a toda velocidad. Se separó de él a regañadientes, hasta que Jean ahuecó su mejilla y dejó una caricia en su piel.

—Felicidades, vas a ser papá, de nuevo. Te amo —susurró—. Ahora haré la cena.
—No, yo haré la cena Además, necesitas descansar.

Ella rodó los ojos. Había olvidado lo sobre protector que se volvía Jean cuando ella estaba embarazada. Con Sasha fue exactamente igual, la trataba como enferma terminal y Mikasa se sentía exasperada. Ella era y sería perfectamente capaz de cuidarse a sí misma y al bebé.

—Estoy bien, puedo...
—Lo sé. Solo...
—¡Gracias! —Sasha abrazó la pierna de su papá y en sus manos tenía la caja de colores y el cuaderno para pintar.
—De nada, princesa, ahora vamos a pintar un poco.

Él dejó un beso contra la cabeza de Mikasa y volvió a cargar a su pequeña en sus brazos, tomó la mano de su esposa y camino a la sala de estar. Al llegar ahí, dejó a Sasha en su silla y se sentó a su lado mientras traía a su esposa a él.

—¿Qué voy a hacer cuando sean tres como tú? —preguntó Mikasa con una risa.
—Me amas, así que no habrá problema, además, Sasha es tan terca como tú, ahora quédate aquí, que te extrañe —Jean sentó a Mikasa en una de sus piernas y la abrazo por la cintura.

Ella se apoyó en él mientras admiraba a su hija pintar. Mikasa cerró los ojos y suspiró. Qué más podía pedir, tenía a Jean, a sus dos hijos y una vida tranquila.

—Te amo, Jean.
—Y yo a ti Mikasa.

...

Perdón por llegar tarde con este último día, primero pensé que lo había publicado pero resultó que no y lo perdí y tuve que reescribirlo todo. Gracias por sus comentarios y votos, me encantan estos dos y me alegra que después de tanto tiempo haya podido escribir sobre ellos. Estoy trabajando en un fanfic largo sobre ellos, espero publicarlo este año. Gracias de nuevo.

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⏰ Última actualización: Jul 10 ⏰

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