Seis

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Aradia Baiona:

Aradia Baiona:

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Unos toques en la puerta de mi habitación me despiertan de mi fantástico sueño con Miguel Ángel Silvestre. Qué bueno y qué guapo será siempre ese hombre...

Doy vueltas en la cómoda cama de hotel mientras entierro mi cara en la almohada y me evado de la realidad de que tengo que despertarme. Ayer me quedé despierta hasta las tantas haciendo videollamada con mis amigas de la uni y hoy no hay Dios que me levante.

Suspiro cansada con los ojos cerrados y me estoy volviendo a dormir cuando tres toques en la puerta me hacen abrir los ojos.

¿Quién cojones será a las nueve y cuarto de la mañana?

Me levanto de la cama como puedo y aún con los ojos entrecerrados y soltando un bostezo me dirijo hacia la puerta mientras intento descubrir quien me necesita tan enérgicamente tan temprano.

—¿Quien es y porque no deja a una dormir tranquilamente disfrutando de su maravillosa cama de hotel sacada del mismísimo Olimpo?—pregunto de mala leche mientras abro la puerta.

—Conozco otras formas de disfrutar esa cama, pero intento ser aún una persona decente a estas horas de la mañana, pecas.

Esa sonrisa ladina acompañada de sus ojazos marrones provocan que mi corazón de un salto haciendo que me despierte completamente.

Me quedo tiesa al ver al jodido Ferran en la puerta de mi habitación mientras lleva en sus manos una bandeja con diferentes cosas del desayuno. Va guapísimo con la ropa de entreno, la camiseta sin mangas se le ajusta al cuerpo dándome una vista privilegiada de esos brazos musculados y ese lobo en el bíceps izquierdo. Para lobo tú, papi rico.

—Ferran.—le digo aún aturdida mientras lo miro a los ojos y trago saliva nerviosa. —¿Necesitas algo? Xavi me ha dicho ayer que hasta las doce que es cuando termináis de entrenar no me necesita abajo...

—No te preocupes que nadie necesita tus servicios aún.—me responde con esa sonrisa burlona mientras me mira intensamente a los ojos. —Bonito pijama, por cierto.—me dice juguetón mientras da una descarada escaneada a mi cuerpo.

Bajo la mirada hacia lo que llama él pijama, que es literalmente una camiseta de mi padre que me queda grande y me llega hasta los muslos y que en todo el pecho pone "Marcho que teño que marchar" acompañado de la bandera de Galicia. Encima voy sin sujetador y me puedo imaginar los pelos de loca que puedo tener ya que literalmente me acabo de levantar de la cama. Así sí que no lo conquistas, Aradia...

CATARSIS; ferran torres. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora