pretty blind eyes

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Volver a Nibelheim le era tan doloroso como incómodo

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Volver a Nibelheim le era tan doloroso como incómodo. No guardaba lindas memorias al respecto pero intentaba sobrellevarlo. Al menos con el apoyo de Tifa y los demás, le estaba siendo más sencillo dejar de pensar tanto en sus errores del pasado y guerras internas.

Recordaba un poco de aquella casa a la que se dirigía. Apartamento, mejor dicho, en el segundo piso de aquella casa compartida que seguía viéndose igual a hace años, lo cual lo perturbaba un poco.
Subió las escaleras con la caja sostenida en uno de sus brazos, y tocó tres veces. Al no hallar respuesta, repitió el proceso una segunda vez y más tarde una tercera, antes de fruncir ligeramente el entrecejo porque aparentemente no había nadie dentro.
Sacó una nota de su bolsillo, donde estaba la dirección en cuestión que Tifa le había anotado. Al confirmar que estaba en el lugar correcto, tocó una cuarta vez.

Divisó la ventana abierta a un lado y se acercó, asomándose un poco solo para ver a alguien sentado en el sofá de la sala dándole la espalda. Resopló, y decidió hablarle porque si bien no tenía otros encargos o pedidos por entregar, ya quería irse a casa.

      —Hey, tú. —Vio aquella silueta sobresaltarse un poco. —Vengo a entregar un pedido. ¿Podrías abrir y firmar?

      —Oh. No, no puedo. —Voz suave y tímida, aunque un poco gruesa así que un niño no sería.

      —¿Y qué hago entonces con este paquete?

      —Puedes entrar, la puerta está abierta.

Cloud soltó un bufido y regresó, tomando el paquete de nuevo y abriendo la puerta. En efecto, estaba abierta.
Al entrar dejó la caja a un lado antes de caminar hacia la sala, hallando a aquella persona sentada en el sofá, con la cabeza gacha y los ojos cubiertos con una venda. Quiso juzgar, pero él literalmente llevaba unos pantalones casi acampandos y una sola hombrera de metal.

      —Necesito la firma de quien está recibiendo el pedido. —Se giró para tomar el papel de recibo y su bolígrafo, pero no encontró el último. —Eh, disculpa, ¿no tendrás una pluma?

      —Creo que están sobre la mesa. —Cloud mostró una mueca entre la obviedad y la molestia, la mesa estaba frente al chico. Suspiró y tomó un bolígrafo de color negro, extendiéndoselo al otro junto al papel.

      —Firma para que pueda irme.

      —...

      —Escucha, me importa nada si eres un mimado que no quiere levantar ese culo gordo del sofá para atender, pero si no firmas tendré que llevarme esa caja y el pedido no será entregado.

      —Lo siento, solo no puedo firmar.

      —¿Es qué acaso no puedes hacer nada? —Pese a su expresión calmada, su voz delataba molestia. Cloud no se sentía de un humor para soportarlo. Paciencia tampoco le quedaba mucha.

      —No, de hecho no puedo hacer nada.

      —¿Qué? ¿Acaso no puedes caminar? —El azabache negó con la cabeza —¿No puedes mover tus brazos? —Volvió a negar —Entonces te veo lo suficientemente capaz de hacer algo. Solo firma.

      —Es que no puedo ver. —Cloud bufó, pero tampoco sería tan grosero. Decidió tomar la venda que cubría los ojos del otro para retirarla con aparente calma.

      —Si te quitaras esa venda podrías-... —Calló una vez consiguió quitar aquel vendaje. Cuando el contrario alzó el rostro, Cloud suavizó su expresión al encontrarse con unos grandes ojos llenos de vida, pero con la iris teñida de un triste y vacío color gris, casi blanco.

El silencio reinó en el ambiente durante pocos segundos, mientras Cloud empezaba a sentirse culpable por su manera tan hosca de actuar anteriormente.

Y vaya que el otro no podía ver.

      —Uh...

      —Eres ciego. —El otro asintió. —Lo siento, eso fue... insensible de mi parte, no sabía.

      —Está bien, nadie lo sabe. Pero por eso te dije que no puedo hacer nada.

      —¿Nada de nada? —En respuesta, negó con la cabeza. —Tremendo vago.

      —Mis padres son muy sobreprotectores conmigo. —Explicó. Cloud notó cómo aquellos ojos ciegos vagaban; un movimiento involuntario, que se veía bastante espeluznante.

      —Pero no creo que no conozcas tu propia casa. Puedes andar por aquí, ¿no? —El ciego pensó un poco, antes de asentir levemente. —Entonces haremos lo siguiente. Saldré, tocaré la puerta, y saldrás a firmar y recibir el pedido, ¿de acuerdo?

No esperó respuesta. Dejó el boligrafo en la mano del ciego y  tomó el paquete de nuevo antes de salir. Esperó unos cuatro segundos y tocó.
Ni él sabía lo que hacía, quería irse pronto pero también quería que aquel chico hiciera algo.

Lo escuchó levantarse, y tropezar con una cosa, y otra, y otra, un pequeño suspiro adolorido, y después lo escuchó batallar con el picaporte.
Soltó un bufido empezando a arrepentirse de su idea, hasta que el ciego finalmente logró abrir, golpeándose la nariz en el proceso.

      —Auch.

      —¿Estás bien?

      —Sólo dame el maldito papel. —Cloud se encogió de hombros y usó la caja como improvisado apoyo mientras le extendía la hoja al contrario. Usó su mano libre para ayudarlo a guiarse.

Y una vez conseguida la firma, se apartó.

Más bien era un garabato raro.

      —Dejaré el paquete sobre la mesa. —Entró, ignorando al joven que se quedó frente a la puerta. —Adiós.

      —Sí, adiós.

Escuchó a Cloud irse y bajar las escaleras, y escuchó su motocicleta arrancar.

Y se quedó bajo el marco de la puerta porque no sabía hacia qué lado iba la sala.

Y se quedó bajo el marco de la puerta porque no sabía hacia qué lado iba la sala

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gracias a WildStrife por los bonitos
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⏰ Última actualización: Jun 28 ⏰

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      ๋࣭ 🌸 ˎˊ˗┊ pretty blind eyes ⎯  cloud strife / male readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora