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Era una mañana ciertamente cálida, disgustado por el sueño que todavía no dejaba su cuerpo, Gojo Satoru se dirigía hacia su nuevo salón de clases.

Era su último año de la preparatoria, no podía negar que se sentía dichoso ante su pronta graduación. Detestaba la escuela; no tenía un motivo en particular para odiarla, simplemente era increíblemente aburrida, no podía soportar un lugar con personas tan vacías. Nada en ese lugar le causaba interés.

Sin muchos problemas llegó a su salón de clases, sorprendido por su propia puntualidad (muy inusual en el). Claro que su madre lo había despertado extremadamente temprano ese día y por eso se encontraba a primera hora en el lugar que más aborrecía sobre la faz de la tierra. Observó las sillas completamente vacías y se dispuso a escoger su lugar, aunque siempre terminaba escogiendo el mismo, en la parte de atrás, junto a la ventana. De cierta manera ese espacio siempre le había resultado reconfortante, poder sentir la brisa en su rostro de vez en cuando o simplemente buscar algo con lo que distraerse afuera, eran simplemente detalles que aligeraban el resentimiento que le guardaba a la escuela.

Pasaron algunos minutos y sus compañeros fueron llegando, las mismas caras de siempre, a muchos los conocía desde el jardín de infantes, aún así, con nadie mantenía una relación cercana. No tenía problemas en relacionarse con sus compañeros, tampoco pensaba que fueran malas personas, pero para el era aburrido, era todo muy monótono cuando se encontraba en ese entorno, así que para él, estar solo en la preparatoria no representaba un problema.

Saludó de lejos a algunos de los que entraban, sin mucho interés, se puso sus audífonos mientras continuaba observando a sus compañeros que llegaban, todo se veía igual que los años pasados, alguno que otro se habría cambiado el estilo del cabello y cosas así pero nada interesante.

Eventualmente llegó la hora de iniciar las clases, Gojo se percató de que el asiento de la fila a su lado permanecía vacío, en su clase realmente no tenía a nadie cercano. Sin embargo, aunque no le importaría estar solo, Gojo si contaba con dos amigos en su escuela, Ieiri Shoko era su amiga hace ya varios años, ella antes estaba en la misma clase que él, pero gracias a un problema con otra de sus compañeras ella decidió cambiarse a la clase de al lado, Gojo respetó su decisión aunque sabía que estar en su clase solo se volvería mucho más aburrido que antes.

Su otro "amigo" era Nanami Kento, el era un año menor que él, Gojo estaba casi convencido de que Nanami no lo consideraba su amigo, sin embargo encontraba entretenido sentarse con el y Shoko, ya que aunque Kento era de pocas palabras, era de las pocas personas que se atrevía a decirle a Gojo lo que le molestaba de él, cosa que pocos eran capaces de hacer. Probablemente era por su estatus, no, por su familia, bueno realmente una combinación de las dos. La familia de Gojo era una de las familias más poderosas de Japón, por lo cual todos en la escuela respetaban mucho a Gojo, tanto que parecía que le tenían miedo. No es que se llevara mal con nadie, tampoco era descortés, simplemente la gente lo veía como alguien inalcanzable y nadie se atrevía a acercarse a el realmente.

Por eso disfrutaba de su amistad con Shoko y Nanami, ya que ellos eran los únicos que no pensaban en el como un príncipe heredero al trono o algo por el estilo. Para ellos el era el imbécil de Gojo Satoru. Aunque sabía que para muchos era así, su personalidad era muy... ¿Irreverente? y él era consciente de lo fastidioso que podía ser. El podía llegar a ser algo así como el payaso de la clase al que nadie aguanta. A veces expresaba sus opiniones sin filtro y podía llegar a ofender a las personas, ojo, no es que insultara a nadie directamente, simplemente podía tener una sinceridad arrolladora. Sabía que por eso muchas personas lo odiaban, pero de nuevo, le tenían tanto miedo que no eran capaces de confrontarlo, así que él no veía motivos para cambiar.

Sonó el timbre que indicaba el inicio de las clases, e instantáneamente se hizo presente su profesor, el señor Yaga, Gojo le tenía cierto aprecio, ya que solía aguantarlo mucho, probablemente era al único profesor que realmente respetaba. Así como Yaga se hizo presente cesaron las conversaciones de los estudiantes. Gojo no se inmutó al darse cuenta de la entrada de su maestro, se quedó con la mirada perdida en la ventana mientras lo escuchaba hablar, sin embargo escuchó las expresiones de sorpresa de algunas de sus compañeras, no fue hasta que el profesor dijo algo que sacó a Satoru de su trance para dirigirle la mirada.

— Buenos días alumnos, espero que su tiempo de descanso haya sido placentero y estén preparados para este nuevo año. Como podrán observar, este año tenemos la dicha de recibir un nuevo alumno.

"¿Nuevo? ¿En último año?" fueron los pensamientos de Gojo, dirigió su mirada hacia el frente observando al chico nuevo que hacía una reverencia para presentarse;

— Buenos días, mi nombre es Geto Suguru, es un gusto conocerlos, espero llevarme bien con todos.

Cómo alejar a un fastidioso - satosuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora