𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐁𝐋𝐀𝐌𝐄 𝐌𝐄; 𝖡𝖾𝗇𝗃𝗂𝖼𝗈𝗍 𝖻𝗅𝖺𝖼𝗄𝗐𝗈𝗈𝖽

i. Oh, my sweet brother

CAPÍTULO UNO
❝ Oh, mi dulce hermano ❞

CUANDO EL REY VISERYS I TARGARYEN MURIÓ, AMBOS HIJOS SE CREÍA merecedores del trono. Una lo era por ley y otro por tradición. Aegon II usurpo el trono ya que según su madre, había sido el último deseo de su padre.

Rhaenyra Targaryen, la primera hija del rey la cual si fue nombrada y reconocida como heredera por su padre no iba a dejar las cosas así.

Estaba claro que habría una guerra por el trono. Aunque en un principio los Hightower intentaron negociar de manera amistosa con Rhaenyra, habría una guerra.

Pero la güera por odio más que poder se avisaba tras el asesinato de Lucerys Velaryon a manos de su tío: Aemond Targaryen.

"Lucerys ha muerto"

Annabeth observaba con pena a su hermana caer al suelo.

— Princesa...— la llamó con voz quebradiza.

Aemma no la escuchó, lo que sí se escuchó por por todo el castillo fue el desgarrador grito de la princesa. En la fosa, Draco, el dragón de Aemma vivió en carne propia el mismo dolor que su ama.

— ¡Malditos, mil veces malditos!—lloró—. Juró por los antiguos y nuevos dioses que todos van a morir.—chilló retorciéndose en el frío suelo.

Su madre entró con velocidad a los aposentos de su única niña. Con una mirada llena de dolor, le indicó a la doncella que se retirara.

Rhaenyra consolaba a Aemma por perder a un hermano, ¿pero quien la consolaba a ella por perder dos hijos?

[⚫️⚔️🟢]

Jacaerys había llegado Dragonstone con la intención de verse fuerte para su madre y hermanos, pero no lo logró. Se derrumbó en los brazos de su madre, ambos sufriendo con la misma fuerza el dolor de perder a Lucerys.

— ¿Aemma...?

— En sus aposentos. No desea salir ni comer. Me preocupa que sea capaz de.... —Rhaenyra tragó saliva y apartó la mirada llorosa ante esa idea.

— Iré a verla.—Rhaenyra asintió.

Mientras tanto, la princesa Aemma tenía la mirada perdida en el estrecho mar.

Un triste recuerdo le vino a la mente.

Lucerys siempre había sido tímido, silencio con personas externas a su familia. Pero aquel día estaba más callado de lo usual.

Aemma apartó la mirada de su bordado y miró con una sonrisa al castaño.

— Hermano—lo llamó cuando este entró — ¿Qué te atormenta?

Lucerys tragó saliva.

— No ser el señor de Driftmark.—confesó.

— ¿Por qué, mi dulce hermano?—pregunto acercandose a el.

— No quiero alejarme de ustedes.

La princesa lo tomó por las mejillas le regaló una dulce sonrisa y beso su frente. Estaban a nada de ir a reclamar el derecho de Lucerys después de los reclamos de Vaemond Velaryon. Pues no estaba del todo feliz que un bastardo le quitara su derecho.

— Oh, mi dulce hermano—lo llevó a la gran ventanal de sus aposentos y recargo su cabeza en el hombro de su hermano—. Cada que mires al mar, aunque no lo sepas, yo tambien lo estare haciendo. No importa a qué parte del inmenso océano mires. Yo también lo haré y así sabrás lo mucho que tu hermana te ama.

Una lágrima resbaló por la mejilla de Aemma.

— Oh, mi dulce hermano.—murmuró con voz quebradiza.

Su madre había encontrado las pertenencias de su hermano. Aemma se negó a creerlo, su mente deseaba que Lucerys cayera al mar, que alguien lo salvó de las peligrosas olas y no anunciaron que aún vivía porque sus rasgos Strong lo hacían ver como un plebeyo más.

Pero no era así.

Aemma escuchó la gran puerta abrirse.

Jacaerys sintió su corazón romperse al ver a su hermana. Sus ojos hinchados y rojos al igual que su nariz, su cabello enmarañado y su vestido sucio y desacomodado. 

Aemma lo miró directamente a los ojos.

— Hermano.—murmuró.

El mayor se acercó velozmente a su hermana y la abrazo.

Ambos lloraron la muerte de su hermano una vez más.

Pero estaba claro que las cosas no iban a terminar así.

Un rato después, Annabeth, su fiel dama de compañía la había ayudado a bañarse y preparar sus ropas. No tenían el cuerpo de su hermano, así que él no tendría un funeral digno. Solo se despedirían de él con sus prendas. Hasta eso los verdes le habían quitado.

Aemma miró la capa de Lucerys, la acaricio y deposito sobre el fuego. Ella fue la ultima, no podia, le dolia porque sabia que significaba aceptar la muerte de su hermano.

Rhaenyra la abrazo por la espalda.

— Adiós, Lucerys. 

Quizás en otra vida, vieron a su madre sentarse en el trono y celebraron.

Pero está, Aemma miraría al mar, sabiendo que los restos de su hermano podrían estar allí.