-𝐬𝐢𝐱.

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Las primeras luces del amanecer se filtraban por las ventanas de Red Keep, iluminando tenuemente la habitación donde la prometida del príncipe Daemon yacía aún inconsciente. Habían pasado varias noches muy largas y llenas de tensión e incertidumbre, Leyla no daba indicios de estar consciente pero ya había sido estabilizada en cuanto a la fiebre.

Los hermanos Hightower apenas dormían por vigilar continuamente a su hermana menor, sumándole que Robert ayudaba en la búsqueda de la princesa Gael que tampoco lo dejaba estar tranquilo.

Daemon, por su parte, había pasado las últimas horas en vela, como muchas de las noches donde Robb y Ormund regresaban a asearse en sus propias recámaras. Su mente estaba inquieta mientras observaba la frágil figura de Leyla, lo que lo perturbaba incansablemente. A pesar de su usual arrogancia, no podía evitar sentir una punzada de preocupación y una responsabilidad que nunca antes había experimentado, era como si todo cayera sobre sus hombros sin el quererlo, lo que lo molestaba pero intentaba guardárselo para el mismo.

En el pasillo, pasos apresuarasos anunciaron la llegada de varias personas a la pequeña habitación. Los padre de Leyla fueron los primeros en entrar, con sus rostros cansados y marcados por la preocupación, sus miradas se cruzaron con las de sus hijos mayores, y sin media palabra, Lady Lynesse fue directo a la cama de Lea, mientras que Lord Hobert tomaba lugar a un lado de su primogénito.

Daemon se levantó de su silla y se apartó para darles su espacio. Al salir, podía sentir aún la mirada penetrante de ambos Hightower recorrerle la nunca como si lo estuvieran amenazando para no volver nunca más, lo cual le era algo imposible mientras quisiera seguir con el juego del prometido perfecto. Al quedarse afuera, estiró sus brazos y su cuello queriendo retomar una mejor postura.

Debería cambiar esa silla por una cama..— susurró para sí mismo mientras hacía sus ejercicios. Durante todas esas noches había estado  pasando sus noches en aquella horrible silla de madera, la cual era la única que no estaba ocupaba pero era la más incómoda

Se decidió por seguir su camino e ir a sus aposentos para asearse y dormir un rato, aunque por otro lado, no se sacaba de la cabeza la idea de dar un paseo en Caraxes ya que no lo hacía en todo lo que Leyla llevaba enferma —otra de las cosas que le recriminaba a la enfermita cuando sus dos guardianes se iban— lo extrañaba bastante, pero el deseo de beber también lo envolvía. El sabor del buen vino era lo que más quería en ese momento pero, él solo pensar en la reprimenda que su abuela y su padre le darían si lo vieranle le daba escalofríos.

Llegó a sus aposentos, cerró la puerta tras de él de un golpe y fue a caer hasta su cama, dejando que el cansancio se apoderara de su cuerpo.

-𝐓𝐇𝐄 𝐊𝐈𝐍𝐆- | 𝘋𝘢𝘦𝘮𝘰𝘯 𝘛𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘺𝘦𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora