-𝐭𝐞𝐧.

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La luz de la luna cubrió por completo King's Landing, el mar era completamente oscuro y tenebroso, las calles estaban desoladas y sin un solo ruido, algo que era improbable de creer en la capital.

Desde Red Keep se envió una armada de caballeros a caballo, recorriendo por última vez cada callejón de la Capital. Según rumores, había llegado una carta específicamente para la reina consorte, con el ceño de un copo de nieve en cera roja.

Dentro del salón principal de la fortaleza, la atmósfera era tensa. La reina consorte estaba sentada en silencio, rodeada de los mismos miembros de la familia real. Nadie hablaba, y aunque todos intentaban mantener la compostura, el aire estaba cargado de una ansiedad sofocante. Leyla permanecía de pie, con los brazos cruzados frente a su pecho, intentando procesar lo que había escuchado. No podía creer lo de la carta, ni mucho menos si no saliera de la misma boca de su amiga.

—Beba esto, su majestad. —mencionó una de mujeres de la servidumbre, mostrándole una taza de té a la reina.

Alyssane recargó en su asiento, negando la bebida de la muchacha. Leyla pudo observarla por un breve instante, y con eso basto llamar la atención de la mayor.

—Lea.. —la llamo con un tono bajo. —Siéntate, por favor.. —señaló el asiento vacío a su lado, dando una palmadas sobre el.  

Leyla mantuvo su mirada fija en la reina, sin moverse de su lugar. La habitación, a pesar de estar con varias personas, parecía congelado en el tiempo, sumido en una quietud pesada. Las palabras de Alyssane resonaron en sus oídos, pero su cuerpo se resistía a obedecer. El miedo, la incertidumbre, y algo más profundo, mantenían a Leyla anclada al lugar donde estaba de pie.

Los murmullos ocasionales de la servidumbre apenas eran audibles en la habitación, como si todos compartieran el mismo sentimiento de angustia. La reina, con su mirada serena pero cansada, insistía con su mirada en que Leyla se acercara, como si quisiera darle un respiro a la tensión palpable.

Leyla, después de unos segundos que se sintieron eternos, finalmente cedió. Se acercó al asiento vacío junto a Alyssane, moviéndose como si estuviera en un trance. Mientras lo hacía, pudo notar las miradas de algunos de los presentes, todos expectantes, pero nadie se atrevía a romper el silencio.

Cuando se sentó, Alyssane, aún firme en su postura, colocó su mano sobre la de Leyla, en un gesto suave pero cargado de significado. Había un consuelo silencioso en el tacto de la reina, aunque las palabras aún no se habían pronunciado.

—Gael... —murmuró Alyssane finalmente, rompiendo el silencio con una voz tenue pero clara. Leyla sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar el nombre, un nombre que ahora parecía pesar más de lo que podía soportar. La reina consorte mantuvo su mirada fija en algún punto distante, evitando los ojos de Leyla, como si lo que estaba por decir fuera demasiado doloroso para confrontarlo de frente.

-𝐓𝐇𝐄 𝐊𝐈𝐍𝐆- | 𝘋𝘢𝘦𝘮𝘰𝘯 𝘛𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘺𝘦𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora