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Siglo XVII.
El ambiente era opresivo, cargado de humedad y un hedor metálico. En las profundidades de un castillo del siglo XVII, los pasillos de los calabozos se extendían como un laberinto de piedra y oscuridad. Las paredes, toscamente talladas y cubiertas de moho, rezumaban agua que se deslizaba lentamente hacia el suelo, formando charcos sucios que reflejaban las escasas luces de las antorchas. El aire estaba viciado, impregnado de un aroma acre y nauseabundo que combinaba la humedad estancada y el hierro de la sangre derramada.
Los sonidos que llenaban el aire eran inquietantes. A lo lejos, se escuchaban siseos y risas que se mezclaban con ruidos húmedos y masticaciones, similares a los de una jauría de perros devorando una presa. Los ecos de esos sonidos se amplificaban en los corredores, creando una sinfonía macabra que helaba la sangre de cualquier humano que tuviera la desgracia de encontrarse en ese lugar.
Al avanzar por los pasillos, uno llegaba a una parte más amplia del castillo, una sala iluminada tenuemente por candelabros colgantes. Las velas, largas y desgastadas, proyectaban sombras danzantes en las paredes manchadas de sangre. El suelo, de piedra fría, estaba salpicado de charcos de sangre fresca, testimonio de la reciente violencia.
En el centro de esta sala, un grupo de vampiros se entregaba a un festín de sangre. Sus ojos brillaban con un brillo depredador mientras sujetaban con fuerza a mujeres desnudas que se retorcían en sus brazos, emitiendo gritos sofocados. Los vampiros mordían con avidez, hundiendo sus colmillos en la carne blanda y extrayendo la vida de sus víctimas, saboreando cada gota de sangre. El líquido carmesí goteaba de sus bocas y manchaba sus ropas, creando un espectáculo grotesco de muerte y decadencia.
Entre ellos, destacaba una figura imponente. Katsuki Bakugo, con su ropa de aquel tiempo: una camisa blanca que ahora estaba teñida de rojo y unos pantalones de piel de animal, observaba la escena con una expresión de desapego y un leve ceño fruncido. Su piel blanca y su pecho descubierto mostraban pequeñas gotas de sangre que contrastaban con su palidez. A sus pies yacía el cuerpo inerte de una mujer, desnuda y con múltiples mordeduras, evidencia de que Katsuki se había saciado con su sangre.
Los subordinados de Katsuki, ebrios de poder y sangre, reían y jugaban con los cadáveres de las mujeres, arrojándolos y moviéndolos como si fueran muñecas rotas. Uno de ellos, un vampiro con ojos enloquecidos y una risa maníaca, se acercó a Katsuki con una botella de vino, su contenido mezclado con sangre humana.
—¡A tu salud, mi señor! —exclamó, levantando la botella en un gesto de burla antes de tomar un largo trago.
Katsuki lo ignoró, su mente ocupada en un recuerdo que lo atormentaba. No podía dejar de pensar en aquel chico que había visto en el bosque. Mientras corría fugazmente entre los árboles, sus ojos se habían encontrado por un breve instante. En ese momento, Katsuki había sentido algo diferente, algo que no había sentido en siglos: una chispa de curiosidad y, quizás, una conexión efímera con ese humano.
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Eternally Cursed | KatsuDeku/BakuDeku
Fanfiction►Es a ti a quien recuerdo en esta hora en que el invierno nos hace mas oscuros y la nieve se adhiere a todo lo que cae, a todo lo que tira hacia el fondo.◄ Tus ojos, como brasas en la penumbra, brillan en mi memoria y calientan el rincón más helado...